Hace 150 años, el Colegio Nacional

Hace 150 años, el Colegio Nacional

Carlos Páez de la Torre (h) recrea los tiempos fundacionales del colegio creado en el marco de la política educativa de Mitre

NACIONAL. En la parte superior de la fachada del edificio se encuentra el escudo argentino. NACIONAL. En la parte superior de la fachada del edificio se encuentra el escudo argentino.
26 Octubre 2014
Un rasgo saliente de la política educativa de la presidencia Bartolomé Mitre (1862-68), fue la fundación de Colegios Nacionales –empezando por el de Buenos Aire, en 1863- y la nacionalización de los existentes. Logró así que, al fin de su mandato, la Argentina contara con 8 establecimientos de educación secundaria.

El Colegio Nacional de Tucumán se creó hace 150 años, por decreto del 9 de diciembre de 1864, suscrito por Mitre y su ministro de Instrucción Pública, doctor Eduardo Costa. “Bajo la denominación de Colegio Nacional de Tucumán, se establecerá en la provincia de este nombre, una casa de educación científica preparatoria, en que se cursarán las letras y humanidades, las Ciencias morales y las ciencias físicas y exactas, establecía el artículo primero.

Requisitos
El ciclo de enseñanza duraría 5 años, ajustado al plan de estudios del Colegio Nacional de Buenos Aires. Además de todos los alumnos externos e internos que pudiera alojar el local, se educarían allí, becados por la Nación, “veinte jóvenes pobres” de las distintas provincias.

Era requisito para el ingreso “saber correctamente leer y escribir y las cuatro operaciones fundamentales de la Aritmética”. Los certificados de estudios que otorgase el Colegio, serían admitidos “en las Universidades de la República, a fin de ingresar a estudios superiores u optar a grados universitarios”.

La inauguración
El doctor Uladislao Frías fue comisionado para organizar la nueva casa. El gobernador José Posse propuso y logró la ley que facilitaba el local del ex convento mercedario (o sea lo que son hoy la Escuela Sarmiento y la ex Legislatura) para su instalación. La medida fue recibida con el entusiasmo que es de imaginar, si se piensa que desde 1862, con el cierre del Colegio “San Miguel” que dirigía Amadeo Jacques, no existían posibilidades de instrucción secundaria alguna en Tucumán.

La dirección del Colegio se ofreció inicialmente al doctor Frías. No la aceptó por haber sido elegido senador nacional. Entonces, se designó en ese cargo al ex gobernador Benjamín Villafañe. La planta inaugural de profesores era muy escasa. Apenas tres: José Ignacio Aráoz y Córdoba (pronto nombrado además vicerrector), Aníbal Piedrabuena y Moisés Aráoz. Lentamente se irían nombrando más docentes

El 1 de marzo de 1865, se inauguró el Colegio Nacional de Tucumán. En la ceremonia, hablaron el gobernador Posse, el comisionado Frías, el rector Villafañe, el ex gobernador Agustín Justo de la Vega y el inspector general Juan Piñero.

Gran entusiasmo
Hoy, un siglo y medio después, es difícil imaginarse el eco público que rodeó la apertura del establecimiento. El historiador Rodolfo Cerviño, en su documentado libro “Del Colegio San Miguel al Colegio Nacional. Dos etapas de cultura en Tucumán”, apunta con acierto que el acto constituyó “un acontecimiento sólo comparable a la creación de la Universidad, medio siglo después”.

Igual entusiasmo animaba al rector Villafañe. A los pocos meses, escribía al Ministerio que “un colegio como este es una grande esperanza para nuestras gentes. Nunca creyeron en una cosa semejante, y de aquí viene que se la mire como una valiosísima conquista de la época presente, o como un obsequio inestimable del Gobierno Nacional”.

Al abrirse las clases, contaba con 82 alumnos matriculados. Estos tenían como uniforme “pantalón y levita de paño de color azul oscuro, chaleco y corbata de seda negra, kepí con palmas bordadas de seda celeste y blanca”. El traje llevaba botones metálicos, donde estaba grabado un escudo argentino y la leyenda “Colegio Nacional”.

Horario, exámenes
El horario era curioso. Se entraba a las 6 de la mañana, pero a las 8.30 los alumnos eran despachados a la casa. Debían regresar a las 9.30 y quedarse hasta las 14. Estudiaban en textos suministrados por el Gobierno Nacional en encomiendas que, dado su peso, llegaban a Tucumán traídas en carretas desde Rosario. El rector Villafañe, compuso una larga oración religiosa, que debía ser recitada por la población estudiantil.

Los exámenes eran todo un acontecimiento. Se rendían ante mesas formadas no sólo por los profesores, sino también por personajes notables de la ciudad, y las notas se publicaban en los diarios. Con los libros que recibían del Gobierno y unas pocas donaciones, el Colegio fue formando una biblioteca. Era la única de la ciudad, y en 1868 el presidente Domingo Faustino Sarmiento decretó que fuera abierta a todo público. En 1870, se enorgullecía de contar 2.375 volúmenes.

Los locales
En cuanto a los locales del Colegio, el de la calle Rivadavia, que ya era vetusto, se fue deteriorando gravemente con los años, y en 1903 la Municipalidad clausuró un gran sector del mismo por razones de seguridad. Se alquiló entonces una casa en Laprida 73-75, frente a la Plaza Independencia. Pero la cantidad de alumnos obligó a dividirlos en dos partes, y seguir utilizando, para una de ellas, el sector menos deteriorado del viejo local.

En 1907, este también debió clausurarse. Ya por entonces, se contaba con la manzana Muñecas, Sarmiento, Santa Fe y Maipú, para erigir un local nuevo. La obra tardaría varios años en concretarse. Mientras, el Colegio pasó a dos casas alquiladas, a la que se sumó una tercera en 1910, todas en Maipú quinta cuadra. Recién el 8 de julio de 1914 pudo inaugurarse el imponente edificio donde hasta hoy funciona el Colegio, frente a la plaza Urquiza.

Autoridades
El historiador Cerviño proporciona la nómina de rectores y vicerrectores del establecimiento hasta terminar el siglo XX. Al fundador Villafañe sucedió, en 1870, el famoso periodista y ex gobernador José Posse: estuvo hasta 1883. Después vino don Sisto Terán (1883-87); el doctor Javier F. Frías, abogado (1887-88); el doctor Santos J. López, médico (1888-90); el doctor Francisco Marina Alfaro, abogado (1890-97) y nuevamente don Sisto Terán, desde 1897 hasta 1904.

Los vicerrectores, varios de los cuales dejaron memoria por su sapiencia, fueron José Ignacio Aráoz y Córdoba, Pedro Arnó, el presbítero Luis B. Alfaro, Camilo Faget, Ezequiel Padilla, Felipe Bravo, Carlos Lowenhard y el presbítero Sixto Colombres.

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