Las tres décadas del Centro Cultural Virla

Las tres décadas del Centro Cultural Virla

Cumplir años siempre es un acontecimiento, no sólo por las felicitaciones y los regalos que suelen recibirse en ese día, sino también porque culmina un ciclo y comienza otro. Cuando se celebra el aniversario del nacimiento de una institución cultural experimentan una sensación de felicidad no sólo los que han contribuido con su aporte a su engrandecimiento, sino también el público que ha desarrollado a lo largo de los años un sentido de pertenencia de ese lugar de encuentro. El Centro Cultural Virla está celebrando tres décadas de vida.

El viernes 26 de octubre de 1984, el entonces rector normalizador de la Universidad Nacional de Tucumán, ingeniero Eugenio Flavio Virla, inauguró el nuevo organismo en 25 de Mayo 265, donde habían funcionado los diarios El Orden y El Trópico, así como la imprenta universitaria. El edificio había sido remodelado por el arquitecto Jorge de Lassaletta, también responsable de la dirección técnica de la obra. En su discurso, el tres veces rector destacó que se trataba de un lugar para la difusión de la creación artística, las ciencias y la técnica. “Aquí se pondrán ver exposiciones de todas las creaciones representativas del contenido superior. Y llenarán el ambiente las expresiones de la prosa, la poesía, el canto, la música y la danza. Tendremos las manifestaciones plásticas como mensaje sintético y permanente de irrealidades y realidades nacidas en lo profundo del ser del artista”, dijo. Se refirió también a los objetivos humanísticos que debían definir los esfuerzos culturales de los pueblos y luego valoró la función asignada en el contexto regional a la nueva entidad de la Universidad.

Ricardo Somaini, Teresita Bernasconi de García, Salvador Rimaudo, Josefina Alonso de Andújar, Déborah Prchal y Silvina Fénik estuvieron al frente de la dirección del Centro Cultural a lo largo de estos 30 años, cargo que ocupa actualmente Vicky Ríos, quien asumió el 1 de octubre pasado, pero que estuvo trabajando en el organismo desde su creación y lo dirigió en 1990. En 1987, durante la gestión del rector Rodolfo Martín Campero, se lo bautizó con el nombre de Virla, en homenaje a su creador, fallecido en noviembre de 1986.

Por su ubicación estratégica, en pleno centro, el Centro Cultural se convirtió rápidamente en el corazón de la vida cultural de la ciudad. Todas las manifestaciones del arte encontraron eco en el Virla, que fue una puerta abierta para figuras consagradas a nivel nacional e internacional, así como a los valores del resto del país y a los locales, muchos de los cuales tuvieron la posibilidad de hacer sus primeras armas ante el público y luego forjaron un camino. “Nunca se hicieron las cosas con la intención de ganar plata, sino en apoyo de los artistas”, dijo Alonso de Andújar en una ocasión, mientras que Ríos señaló que “todo artista que tenía un proyecto era bienvenido; había tolerancia, pluralismo y no se discriminaba a nadie”.

El Centro Cultural fue producto de una dirigencia universitaria que soñaba a lo grande y estaba convencida de que la casa de altos estudios debía ser la caja de resonancia del arte en todas sus expresiones y proyectarse al medio. Sería importante que los actuales administradores de la UNT estimularan esa mística y lpara que la universitad toda levante la vista al cielo, donde anidan los sueños y los intereses de todos los tucumanos.

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