Pasión sin freno ni distancias

Pasión sin freno ni distancias

El equipo Mohamed se fue a Santa Cruz para defender la punta de la C-2 del TN. Viajó 6.700 kilómetros en su motorhome, pasando geografías y temperaturas de lo más variantes. El afecto de la gente suplió la dureza de la travesía que vivieron a pleno.

RECIÉN LLEGADOS. Bruno Ruiz, Juan Lara, Lucas y “Lito” Mohamed, en el playón del circuito. prensa mohamed competición RECIÉN LLEGADOS. Bruno Ruiz, Juan Lara, Lucas y “Lito” Mohamed, en el playón del circuito. prensa mohamed competición
“Viajar es parte del trabajo, de la carrera. Cuando lo hacemos, pensamos en todo lo lindo que vamos a vivir; y al volver, nos imaginamos cómo será estar en casa de nuevo. Igual, admito que, cuando los viajes son muy largos, los últimos kilómetros son una tortura”. Lucas Mohamed, ya reposado en su hogar, cierra los ojos y recuerda todos y cada uno de los momentos que vivió junto con su equipo en la reciente travesía que emprendió a Río Gallegos para correr en la fecha 10 de la C-2 del TN. Subidos al aún resistente Mercedes Benz 1114, recorrieron 6.700 kilómetros: pasaron siete días en las rutas y tres en el trazado santacruceño. Fueron 225 horas y media lejos de casa.

“Es la segunda vez que hacemos una travesía así con el colectivo. La primera ocasión en que se corrió en Río Gallegos fuimos en camioneta y sufrimos, porque es un vehículo que no tiene tantas comodidades como un motorhome. Se va más rápido, pero uno llega mucho más cansado”, contó el yerbabuenense.

Vale apuntar que el puntero del certamen y su gente no sufrieron mayores percances, ni en la ida ni en la vuelta. Pero sí vivieron historias de todo tipo. “Sólo tuvimos una pinchadura de neumático antes de llegar a Trelew y los integrantes de una familia amiga, los Coronel, avisados del percance, nos estaban esperando para guiarnos a una gomería. Eran las 22, hacía frío. Después nos invitaron a comer pizza. Y luego seguimos viaje, aunque con la promesa de que a la vuelta, íbamos a compartir un cordero patagónico en una casa que ellos tienen frente al mar”.

La llegada a la capital santacruceña fue a la noche. “Decimos quedarnos a dormir al lado de una estación de servicios. A la mañana siguiente, una sorpresa: dos mecánicos amigos habían visto estacionado el colectivo y fueron a visitarnos para invitarnos a desayunar. ¡La gente es muy amable con nosotros!”, aseguró Lucas.

El durante de la estadía en Río Gallegos tuvo lo suyo (ver nota aparte). Y una vez concretada la presentación en el circuito (el yerbabuenense terminó 7°), comenzó el plan de retorno, no sin antes sumar actividades en la agenda. Por ejemplo, asistir a misa a la tarde en la iglesia San Juan Bosco. A la noche, asado en casa de otra familia amiga (y fanática), los Godoy. A eso de las 23.30, a subirse de nuevo al colectivo. “Teníamos que volver a Trelew, son 1.200 kilómetros y si nos demorábamos se nos iba a complicar. Llegamos bien, a tiempo para cumplir con lo prometido a los Coronel. Dormimos y el lunes comenzó a las 10 lo más duro del viaje. En dos días y medio sólo paramos unas dos horas, para cargar combustible y agua, nada más. Yo manejé la mayor parte del tiempo. Hubo tramos, sobre todo en la Patagonia, en los que el viento de frente era tremendo. Parecía que no avanzábamos más. Con decir que un tanque de 200 litros nos hace andar normalmente unos 900 kilómetros: allí apenas llegamos a 600. Y encima con subidas y bajas. Ahh, y una más: en dos días pasamos de 3° de temperatura a más de 30°cuando llegamos a Córdoba”.

Si eso no es pasión por los motores...

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