Con ustedes, el bonsai de los pobres: la kokedama

Con ustedes, el bonsai de los pobres: la kokedama

Las plantitas sin maceta que le devolvieron a una tucumana la confianza en sí misma

JUNTOS. Hasta para regar la aralia Cecilia cuenta con Armando. la gaceta / fotos de franco vera JUNTOS. Hasta para regar la aralia Cecilia cuenta con Armando. la gaceta / fotos de franco vera

María Cecilia Romano tiene 35 años y la cara llena de sonrisas, y está jubilada. Tiene un marido, Armando Gramajo (“al que le debo la vida”, dice), dos hijas y una pierna que no funciona bien: son las secuelas de una malformación congénita en el cerebro que en 2009 la dejó hemipléjica. María Cecilia Romano, que a partir de ahora será simplemente Cecy, logró que quede solo esa renquera y recuperó la alegría. Y parte de esa recuperación se la debe, asegura, a las kokedamas.

En japonés
“Kokedama significa ‘bola de musgo’, y es una técnica que permite prescindir de las macetas. También se la conoce como ‘bonsai de los pobres’, porque es mucho más sencillo y más barato”, explica Cecy mientras sus manos amasan con firmeza dentro de un bol “la mezcla”: tierra abonada, preferentemente turba; arcilla granulosa (la típica japonesa, de origen volcánico y llamada akadama, no es sencilla de conseguir, pero es reemplazable), y perlita.

La técnica
El bonsai y la kokedama se parecen. “En un punto producen efectos semejantes: las plantas creen en frondosidad, pero no en tamaño. Pero le bonsai se mantiene pequeño podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo. “Las kokeadmas, en cambio, no crecen porque están dentro de la bola”, explica.

“Para hacer las ‘koke’, que es como las llamo, hay dos técnicas: la tradicional elimina toda la tierra del pilote de la plantita elegida y envuelve las raíces en musgo húmedo. Pero yo uso una más sencilla”, describe mientras le quita amorosamente el plástico negro a un lazo de amor.

Todo el proceso parece más un ritual que una técnica de jardinería: “Algo de eso hay -reconoce-. Las ‘koke’ formaron parte de la terapia de recuperación. La psicóloga me sugirió que buscara algo que me ocupara y significara un desafío. Armando las descubrió buscando una forma más (¡y ya había encontrado miles!) de ayudarme”. “Gracias a ellas, y a él, recuperé las ganas de hacer cosas, mi confianza en mí misma -añade-; y realmente pongo tanto de mí en ellas...”. “Las primeras hasta tienen nombre. Esta es Juanita”, dice riendo -una vez más-, mientras Armando la ayuda a regar una aralia elegantísima.

Hoy tiene su ‘Almacén de kokedamas. “Me decidí cuando mis amigos me preguntaban ‘¿por qué no las vendés’?”, cuenta Cecy. Armando agrega: “aprovechamos Facebook y armamos una página”. Y ella vuelve a darle las gracias por estar con ella y para ella. Siempre.

COMO HACER TU PROPIO KOKEDAMA

Paso 1
Preparar la mezcla de sustratos

Más o menos con una proporción de 70% de turba, 25% de arcilla (es la que endurece y contiene la humedad) y 5% de perlita. Hay que amasar hasta que esté homogénea.

Paso 2
Elegir la planta y armar “la bola”

Deben ser plantas de interior o de semisombra. Se saca el plantín del plástico y cubriendo el pilote de tierra con la mezcla. Suele hacerse en forma de esfera, pero hay libertad de creación.

Paso 3
Preparar el musgo

Elegir musgo bien verde (“a mí me lo traen de Alpachiri”, contó Cecy) y desplegarlo armando una especie de “colcha” de un par de centímetros. Eliminar yuyitos y humedecer bien.

Paso 4
Colocar y sujetar el musgo

Envolver la bola con el musgo y presionarlo bien, para que se adhiera. Rodearlo muchas, muchas veces con hilo de algodón (para que se degrade), preferentemente verde, que no se ve.

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TODO LO QUE TENÉS QUE SABER

La luz.- Las kokedamas necesitan mucha luz, pero les hace mal el sol directo, porque dañará el musgo que las recubre y es el que garantiza que se mantengan húmedas las raíces,

El riego I.- Se procede por inmersión: se coloca agua templada (si está muy fría dañará la planta) en un recipiente en el que quepa toda la bola. Se la sumerge completa -pero se deja afuera la planta-. Comenzarán a salir burbujitas. Cuando no salen más, ya está. Si no salen burbujitas es que parte de la bola quedó fuera del agua. Luego de 5 minutos (no más) dejala sobre un platito. Toda el agua que no necesite la drenará.

El riego II.- La frecuencia del riego depende de la planta, del clima, de la ubicación... “Pero -explica Cecy- un indicador es el peso. Cuando necesita agua está livianita. Y si se toca el musgo se lo siente seco. Tener en cuenta que siempre es preferible que tenga agua de menos haya de menos que de más, y se pudran las raíces”.

Nutrientes.- Cada cierto tiempo hay que “alimentarla”, lo que se hace siempre diluyendo fertilizante líquido en agua. Ese es uno de los servicios de mantenimiento que ofrece el “Almacén de kokedamas”, de Cecilia. “Si tienen alguna duda o necesitan asesoramiento pueden encontrarnos en Facebook”, añadió Cecy.

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