"La filosofía se debe una reconciliación con lo cotidiano"

"La filosofía se debe una reconciliación con lo cotidiano"

Darío Sztajnszrajber presentó en Tucumán su último libro, en el que propone un diálogo con otras disciplinas, en especial, con la Literatura

LOS TEMAS DE SIEMPRE. Según Sztanjnszrajber, la Filosofía no resuelve la angustia, sino que la potencia. la gaceta / fotos de antonio ferroni LOS TEMAS DE SIEMPRE. Según Sztanjnszrajber, la Filosofía no resuelve la angustia, sino que la potencia. la gaceta / fotos de antonio ferroni
22 Octubre 2014
En el libro “¿Para qué sirve la Filosofía? (Pequeño tratado sobre la demolición)” al personaje ficcional le van pasando cosas: sube al ómnibus, ve a una embarazada, baja en un bar a tomar ginebra, va al baño, se cuelga del inodoro, sale, ve un asalto, se toma un tren, se enamora de una pasajera... Esta serie de hechos cotidianos le sirven a Darío Sztajnszrajber (filósofo, docente, ensayista y conductor de TV) para disparar preguntas acerca de todo. Anoche estuvo presentando su libro durante el ciclo Primavera Planeta en Tucumán en el hotel Sheraton.

Según Darío este libro es una muestra de que la filosofía puede (y debe) dialogar con otras disciplinas, en este caso, la literatura. Además, el autor conduce el micro “Mentira la verdad” en el canal Encuentro donde en su trabajo como divulgador expone las históricas preguntas existenciales que se hace la filosofía (el otro, la angustia, el amor, la amistad, la religión...) pero con la mirada de la historia presente.

- ¿De qué habla la filosofía en estos tiempos?

- Se sigue filosofando sobre los mismos temas siempre, con la singularidad del tiempo. No es lo mismo hablar de lo real y lo aparente antes, cuando Platón escribía sobre la Alegoría de la caverna, que ahora, en tiempos de la virtualidad.

- Vos hablás de la angustia... ¿qué pasa con eso hoy?

- La Filosofía no resuelve la angustia, la potencia. La persona se reconoce existencialmente angustiada en una sociedad del hiperconsumo que busca obturar esa angustia a través de la receta rápida. En el fondo, fondo, fondo, fondo... nacemos para morir; es una realidad fáctica y tratamos de taparla con dispositivos que otros han generado, de fácil consumo. La cotidianidad es el remedio que el hombre ha generado para no hacerse cargo de la angustia. Heidegger, el filósofo de la angustia, decía que angustiándonos nos liberamos.

- ¿Cómo se lleva la sociedad con las preguntas?

- La sociedad de la globalización postcapitalista obtura la pregunta. No la concibe como un valor positivo y nos inunda de objetos. Hay una ultracosificación que hace de los sujetos, objetos y se desplaza a las relaciones vinculares y sociales. Hacés del afecto una economía; la economía se ha vuelto totalitaria/totalizante, porque todo lo que nos rodea se ha vuelto objeto.

- ¿Qué pasa con el amor?

- Lo entiendo como una pérdida, una entrega y una apertura a la diferencia. No como un punto de llegada. Y si llegaste está muy bien. Entonces ya no hay más amor porque el amor ahí se disuelve. No es accidental el amor en la filosofía. Es ese deseo imposible.

- ¿Sobre qué te gusta charlar?

- Me gusta hablar de fútbol, mucho. Poner en juego el eruditismo del fútbol. Preguntar: “¿Te acordás cuando tal equipo le ganó Boca y el gol lo hizo...? Es lo más alejado de la Filosofía. La amo; es mi pasión, pero también es mi trabajo. Aunque la mejor manera de desconectar es no charlar. En Buenos Aires estoy todo el día en bicicleta, los juegos con mis hijos no son de palabras, son con el cuerpo: nos tiramos al piso, corremos. Cocino mucho. Son mis formas para interrumpir el laburo mental.

- ¿Cómo llegás a la filosofía?

- De chico era muy de este palo. Si venía un amigo y me contaba que le gustaba una chica, yo le decía: “¿por qué te gusta?”. Si respondía que era porque estaba buena, yo le preguntaba: “¿qué es estar buena? Me cag... a trompadas (risas). La filosofía se debe una reconciliación con lo cotidiano.

- ¿Esa es tu tarea como divulgador?

- A la Filosofía se la acusa de que es una abstracción que no se hace cargo de la realidad, pero sucede todo lo contrario. Atraviesa nuestra vida. La academia filosófica, como toda academia, tiene un funcionamiento de autorreproducción. Los que hacen filosofía para la academia lo hacen para ellos y no digo que esté mal. Los que hacemos divulgación sabemos que lo hacemos para todos. La divulgación es tomar parte de las discusiones filosóficas y entender que estos temas pueden ser apropiados por gente que los puede llevar a su vida cotidiana y generar muchas otras posibilidades.

- ¿En qué ámbito se necesitaría más filosofía?

- En la religión. Todos somos profundamente religiosos porque nos preguntamos si hay algo más. Algunas instituciones se aprovecharon de esa pregunta para bajar línea. Cuando Jesús está en la cruz y le pregunta a su Padre: “¿Por qué me abandonaste? Abre una pregunta que no se contesta con un dogma. La filosofía va con el martillo a decirte “pará, todo puede ser de otra manera”. Las religiones institucionales vacían el espíritu abierto de lo religioso.

- ¿Hasta dónde es sano preguntar?

- No hay sanidad más importante que la pregunta aunque te angustie. No es sano dejarse llevar por los intereses de otro sin preguntarse nada.

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