Alarma por los suicidios y las adicciones en La Perla del Sur

Alarma por los suicidios y las adicciones en La Perla del Sur

El Colegio de Psicólogos del Sur hizo una encuesta en la comunidad y en escuelas y detectó que las autolesiones y las adicciones son los temas que más preocupan a los vecinos de Concepción. Expertos advierten acerca de la necesidad de reforzar los espacios de prevención y de servicios de salud mental

ZONA VULNERABLE. Los expertos en salud mental que trabajan en el sur tucumanos no tienen herramientas para contener los casos psiquiátricos. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll ZONA VULNERABLE. Los expertos en salud mental que trabajan en el sur tucumanos no tienen herramientas para contener los casos psiquiátricos. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
La cercanía de Mariano a la muerte no fue casualidad. En su barrio, como un juego de amigos, conoció la droga. Y no pensó, en ese momento, que un porro podía ser la puerta de entrada al infierno. “Ya no podía caminar, necesitaba internarlo porque se estaba muriendo. Cada dos por tres caía preso. Un día lo encontré todo ensangrentado en el baño. Había intentado matarse”, describe la “Gringa”. Así la conocen todos a esta madre de un caserío ubicado en la costanera del Río Gastona, en Concepción.

Así comenzó su lucha la “Gringa”. No sacó a su hijo del hospital hasta que consiguió, por medio de la Justicia, que lo derivaran a San Miguel de Tucumán para tratarlo por su problema con las drogas. Ahora, ella ayuda a otras mamás a enfrentar el mismo drama: en La Perla del Sur cientos de adictos no tienen lugares adónde tratarse.

Si bien la situación no es nueva, en estos días volvió al tapete. Porque Concepción ha registrado un incremento de suicidios y de autoagresiones que encendieron la alarma entre los profesionales de la salud. Incluso, la semana pasada se llevó a cabo la jornada “Conducta Suicida y Adicciones. Abordajes Actuales”.

El Colegio de Psicólogos de Tucumán, Delegación Sur, detectó a través de encuestas realizadas en la comunidad y en las escuelas que era el tema que más afligía. “Las autolesiones y las adicciones han despertado mucha preocupación. En las últimas semanas se detectaron varios casos y vimos que la población en general tiene pocas herramientas a las cuales acudir para enfrentar estos hechos. Se necesita un trabajo interinstitucional urgente”, advirtió la licenciada Agueda Duarte, delegada suplente de la entidad que nuclea a los psicólogos. “Es fundamental que cada escuela pueda generar espacios en los que el adolescente hable. Este es el mejor lugar para la prevención”, sostuvo.

En la sala de emergencias del hospital Regional Miguel Belascuain, de Concepción, también están preocupados. Julio Manuel Isa es el jefe de emergencias. Hace 35 años que trabaja allí y nunca vio tantos casos de autoagresiones como ahora. Incluso, según explica, desde hace un año el hospital tuvo que incorporar el Protocolo de Atención al Paciente con Intento Suicida.

“No tenemos psiquiatra de guardia, así que el paciente que ingresa con una autolesión queda internado hasta que se hace una interconsulta con el servicio de salud mental del hospital. Si es un caso muy grave, se lo puede derivar a las guardias psiquiátricas de San Miguel de Tucumán”, detalló.

En el servicio de Salud Mental trabajan a contrarreloj para atender una gran cantidad de consultas, que aumentan mes a mes. En promedio atienden alrededor de 30 consultas por día. La gran mayoría, el 80%, son consultas psicológicas y un 20% son psiquiátricas. Esta distribución se da así, en realidad, porque hay seis psicólogos y un solo psiquiatra, que es el jefe: el doctor Pablo Oyola. “La demanda de consultas siempre es mucha. Nos vemos desbordados, pero nadie queda sin atender”, especifica.

En la pequeña sala de espera que tiene el servicio no hay sillas vacías. Y la gente hace cola aguardando que la atiendan. “Las enfermedades más prevalentes en la actualidad son las psiquiátricas. Que hayan aumentado los casos de suicidio es un síntoma de ese fenómeno. Lo que más vemos es un incremento en los casos de autoagresiones, especialmente en jóvenes, muchas veces asociados a adicciones o cuadros depresivos”, detalla Oyola.

Disparadores
Las autolesiones, según el análisis de este experto, están vinculadas a un cambio de valores y a otras cosas que se están viendo con más frecuencia en la sociedad, por ejemplo el bullying y el abuso de sustancias.

“Todas estas cosas se visualizan en los consultorios externos que tenemos porque no hay guardia psiquiátrica. Nos gustaría tenerla, pero es muy difícil conseguir psiquiatras aquí”, resaltó la directora del hospital, Lía Rossi. Admitió que tampoco el nosocomio cuenta con un servicio específico para atención de las adicciones. “La asistencia de estos casos está integrada al servicio de salud mental. Si es necesario, derivamos a la capital”, detalló.

En los barrios donde la droga pega más fuerte en la vida de los jóvenes, las madres no suelen ver como una posibilidad el pedido de ayuda en el hospital.

“Aquí no hay lugares específicos adónde atenderlos. Lo único que nos queda es acudir a la iglesia”, cuenta María Inés. Es madre de seis hijos. Uno de ellos, adicto a las sustancias, falleció hace dos años, cuenta ella. El otro, que tiene 21 años, también consume desde los 16. “Yo tengo mucho miedo. Me cansé de golpear puertas. Ahora, estamos yendo a un grupo religioso esperando para ver si entra a la Fazenda”, detalla.

En la parroquia María Reina de Concepción algunas madres se agolpan para pedirle colaboración al padre Arturo Costas. La iglesia contiene a los vecinos de los barrios más críticos: Costanera, Primero de Mayo y Municipal, entre otros.

“Nosotros recibimos muchas consultas. Así y todo son pocas comparadas con la realidad que uno ve a diario. Hay mamás preocupadas, pero les cuesta acercarse”, cuenta el religioso. Una vez que llegan a la iglesia deciden si quieren formar parte del grupo Esperanza Viva, adonde asisten familiares de jóvenes adictos con la idea de convencer a esta persona que está sufriendo por las drogas de que puede recuperarse. Cuando lo consiguen, empieza el proceso para ingresar a la Fazenda de la Esperanza, un centro de rehabilitación impulsado por la Diócesis de Concepción. Está ubicado en el paraje Monte Redondo, cinco km al este de Aguilares.

La Fazenda abrió 2012, en respuesta al clamor de las madres de adictos. Y siempre hay lista de espera para ingresar. “No hay en el sur otro centro que contenga esta problemática”, destaca Costas. “Siempre hacen falta más lugares”, agrega. La institución tiene capacidad para asistir a unos 35 jóvenes y adultos.

En la última entrevista con LA GACETA, monseñor José María Rossi, titular de la diócesis de Concepción, dijo: “en esta guerra por eliminar la droga y recuperar los adictos estamos en inferioridad de condiciones. En este momento se recupera un chico y hay 10 nuevos pibes que se están drogando”. “La pelea hay que darla en otro lado”, expresó y sostuvo que no se combate seriamente al narcotráfico.

“Deambulamos por muchos lugares para buscar ayuda. En este barrio, venden marihuana y pasta base como caramelos, en todas las esquinas. Salir de las adicciones es muy difícil. Y el camino que eligen algunos de estos chicos es horrible porque se están muriendo”, resume María Inés. Y cuenta sobre un caso reciente que conmovió a todo el barrio de la Costanera: un joven adicto quedó con todo su cuerpo quemado cuando se incendió la casilla en la que vivía. La pregunta que ronda es: ¿habrá sido un accidente?

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