Los “pájaros con motor” encendieron sueños en Horco Molle

Los “pájaros con motor” encendieron sueños en Horco Molle

Pilotos y entusiastas vivieron un encuentro en Horco Molle. Los aviones hacen latir los corazones y reúnen a familias que comparten la pasión

FAMILIA AERONÁUTICA. El clima de ayer fue el más propicio para volar. la gaceta / fotos de héctor peralta FAMILIA AERONÁUTICA. El clima de ayer fue el más propicio para volar. la gaceta / fotos de héctor peralta
13 Octubre 2014

En el cielo de Horco Molle no cabía ni una sola mirada más: aviones que despegaban y aterrizaban con intervalos de pocos minutos, una nube de humo dibujando figuras acrobáticas sobre el tapiz celeste, pequeñas naves a radiocontrol y coloridas alas de nylon que llegaban suavemente desde el aire para acariciar el césped. Las charlas, monotemáticas: aviones, motores, tiempo de vuelo, autonomía, precio de la nafta, consumo de combustible, hazañas, piruetas. “¿Vas a volar?” “¡Mirá esa máquina!” “Sacame una foto con este avión”. Pasión por el aire y por los “pájaros con motor”.

Esa fue la idea del 6° Festival Aeronáutico en el Aeroclub Tucumán: que los enamorados del aire vuelvan a firmar el acta de matrimonio con la disciplina y que los curiosos y los indecisos se animen a dar el sí. Claro que, para eso, la billetera tiene que prestar asistencia (ver “El dinero vuela...”).

Tres días ha durado esta sexta edición del encuentro que reúne aeroclubes de toda la región. Se realizó desde el viernes hasta ayer, con una convocatoria masiva. “El objetivo principal de esta reunión es difundir la aeronáutica. Mostrar que el avión es amigable, seguro, dinámico y barato”, asegura Dante Chiarello, presidente del Aeroclub Tucumán desde mayo de este año.

“¿Barato? ¿Por qué barato?”, fue la pregunta que le realizó LA GACETA al directivo. “Porque es el medio más rápido y más seguro: si una persona necesita trasladarse por una urgencia, por tierra o por aerolíneas comerciales (si consigue lugar) puede ser altamente costoso. Por ejemplo, si alguien tiene que ir de urgencia a Buenos Aires, en cuatro horas y medias lo podemos llevar y tiene el avión para él sólo. Ese viaje tendría un costo de entre $10.000 y $12.000”, explicó Chiarello. Evidentemente, lo barato o lo caro depende de los ojos con los que se mire el asunto.

Los que no volaron, durante los tres días de festival se dedicaron a soñar. “Estoy esperando para hacer mi vuelo de bautismo. He viajado en avión, pero nunca en uno de estos chiquitos. Me encantaría ser piloto, pero los costos son altísimos”, lamentó Miguel Perea, un vecino de Yerba Buena que llevó a su familia a pasar un día con los ojos puestos en el aire.

Actualmente el Aeroclub tiene alrededor de 85 socios, de los cuales poco más de 30 son pilotos activos. Para llegar a ponerse al mando de un avión es necesario pagar un oneroso curso pero, en palabras de Chiarello, con la licencia en mano “las posibilidades de trabajo son muchísimas”. El presidente del Aeroclub de Catamarca, “Tito” Riol, tiene una opinión al respecto: “el Estado debería apoyar más los aeroclubes, porque son la cuna de los futuros pilotos. Por ejemplo, podría becar a chicos brillantes para que hagan la carrera”.

La "moto antigua" que vuela y presume desde el aire

Tiene 82 años y sigue volando como si fuera la primera vez. No estamos hablando del dueño, Alfredo Cajal, sino de la máquina: un Fleet 10A biplano diseñado en 1929 que continúa siendo el panal donde se juntan todas las abejas enamoradas de la aeronáutica.

“Es una sensación particular, distinta a la que provoca cualquier otro avión”, define Juan Carlos Zabalas, un piloto paraguayo que vino al Festival Aeronáutico invitado por Cajal. Con sus 40 años en la profesión, Zabalas se pavonea de haber pilotado casi toda la línea de aviones monomotor, y también algunos bimotor. Con todo ese bagaje, es capaz de decir que el anciano Fleet es distinto a cualquier otro: “es sentirse en el aire rozando con el viento, y el ruido del motor se siente directo en el oído. Es remontarse a los antepasados”, describe el piloto.

El Fleet de cabina abierta se quedó con todas las miradas y las preguntas de los entusiastas de la aeronáutica. Cajal, que tiene otros dos aviones en Rosario de la Frontera -de donde vino volando-, no tuvo inconvenientes en contar una y otra vez la historia de su joya más preciada. “Es como restaurar una moto vieja y salir a pasear. Ni más ni menos”, resumió”.

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"Si pudiera volver a nacer, sería piloto de línea"

El catamarqueño “Tito” Riol estuvo a punto de perder el vuelo que lo llevaría a vivir la mayor pasión. Pero, más vale tarde que nunca, decidió abrir las alas hace unos ocho años.

Toda su vida se dedicó a estudiar y es así como consiguió dos títulos: es ingeniero civil y abogado, profesión que ejerce. Sin embargo, asegura con total firmeza: “si pudiera volver a nacer, sin ninguna duda sería piloto de línea”.

Llegó a Tucumán desde Catamarca a bordo de su Cessna cuatriplaza, en compañia de su hija Romina. Ella fue una de las pocas mujeres que durante el Festival Aeronáutico estuvo arriba de una de las naves; tan familiarizada está con toda la cultura del aire, que cualquiera hubiera pensado que era una piloto. “¡Nooo!, lo mío son las acrobacias en tela y el trapecio, o sea que tengo un vínculo con el aire, pero no manejo aviones. Es mucho el esfuerzo que hay que hacer para ser piloto y como acompañante se la pasa muy bien”, contó Romina, que además es odontóloga.

Con la impunidad que le brinda el hecho de ser divorciado, “Tito” confiesa: “en general, si las mujeres acompañan, molestan. Podemos estar nueve horas en el club, de las cuales volamos una y el resto estamos hablando de aviones con los muchachos”.

LA CUOTA DEL CLUB.- Para ser socio del Aeroclub Tucumán, se paga una matrícula de $ 500 y una cuota mensual de $ 250 para los socios activos, es decir aquellos que vuelan aviones. Otra categoría es la de socio adherente, que cuesta $ 170 mensuales y es para los aeromodelistas. Con esa cuota se pueden usar las instalaciones, ir a pasar el día, etcétera. En el Aeroclub no se venden ni se permite el consumo de bebidas alcohólicas, por ser “incompatible” con la actividad, en palabras del presidente, Dante Chiarello.

EL PRIMER VUELO.- El vuelo de bautismo, acompañando a un piloto profesional, cuesta $ 500 regularmente. Durante el Festival hubo una tarifa promocional de $ 320.

ADRENALINA EXTREMA.- Un salto en paracaídas (foto), desde 3.000 metros de altura, cuesta $ 2.200. Es el precio de la adrenalina extrema.

CUÁNTO CUESTA CONVERTIRSE EN PILOTO.- El primer paso hacia una carrera profesional es el curso de piloto privado. Es necesario reunir 40 horas de vuelo con instructor y rendir un primer examen con autoridades nacionales. Si se aprueba, se pasa a la segunda instancia, que es la de acumular 25 horas de vuelo sin acompañante ni instructor. Después de esas 25 horas recién se puede llevar pasajeros y es necesario alcanzar las 150 horas y rendir un nuevo examen (la parte teórica en Buenos Aires o Córdoba y la práctica en Tucumán) para obtener la licencia de piloto comercial. “A partir de ahí, se puede hacer una carrera profesional. Después, a las 600 horas se obtiene la licencia comercial de primera y a las 1.000 horas la licencia para trabajar en líneas aéreas”, explica Chiarello. Haga números: la hora de vuelo cuesta, hoy, $ 1.400, un precio atado al valor del combustible, el item que más influye en el costo de esta actividad apasionante.

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