Cada día más comunicados
La historia nos demuestra que cada día estamos más comunicados. Para probarlo, vaya un repaso por la vida de un tucumano, de unos 30 y tantos, como el que escribe.

Década del 80: Para juntarse con los amigos en el barrio había que tomar la iniciativa y recorrer las casas de la cuadra para ampliar la barra, hasta llegar a la esquina en la que siempre nos juntábamos. Bastaba tocar el timbre, golpear las manos o gritar el nombre del solicitado. En mi barrio usábamos este último método, aunque sólo bastaba la última sílaba. “¡Vooooooo!!!!”, era el grito de mis amigos al frente de casa, por el que agarraba la pelota y salía a la calle. Como imaginarán, más de una vez fue una falsa alarma del heladero que recorría el barrio en su bicicleta.

Década del 90: En los primeros años, si se acordaba una cita por teléfono había que cumplirla. Una vez que salíamos de casa no había cómo comunicarse con el otro, hasta encontrarnos personalmente. A finales de la década aparecieron algunos celulares, pero los mensajes de texto no eran tan comunes. Debíamos gastar crédito para decir que llegaríamos tarde.

Siglo XXI: Sms, chat, Messenger, Facebook. Twitter y sus dm, WhatSapp. La lista de los mecanismos para estar en contacto seguirá creciendo. Ahora no sólo podemos avisar en tiempo real si estamos llegando tarde, sino que vamos relatando en detalle cómo es el viaje, los pasajeros del colectivo, la música que escucha el taxista, “que alguien compre hielo”.

Octubre de 2014: Cinco amigos en la mesa de un bar en el centro tucumano. Todos miran sus teléfonos. El dedo se desplaza continuamente por la pantalla. Los ocupantes de las otras mesas los imitan. Cada día más comunicados.

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