Por Natalia Viola
06 Octubre 2014
La información da poder. Con esta idea, la periodista Marie-Monique Robin realizó “Nuestro veneno cotidiano”, una investigación impecable que desenmascara no sólo el uso, el abuso y las consecuencias del uso de agroquímicos, sino que también muestra la manipulación de la información para disfrazar de saludables a los alimentos.
En las últimas décadas la industria del alimento se convirtió en un campo de experimentación, donde las sociedades son los conejillos de Indias. Donde un pollo poco tiene de pollo y un salmón ya no es saludable. Todo tiene gluten o soja (en forma de aceite vegetal hidrogenado o lecitina) y cientos de químicos que los hacen más ricos, atractivos y adictivos.
Soledad Berruti escribió “Malcomidos”, una investigación sobre la industria alimentaria en Argentina. En sus 464 páginas cuenta con lujo de detalles cómo se crían los pollos (y por qué los criadores prefieren no comerlo), cómo se cultivan los salmones o por qué las vacas ya no comen pasto. Por qué la industria de la alimentación dio lugar a conflictos sociales, corrupción, delito y especulación financiera. Argentina y Estados Unidos son los países que más semillas transgénicas cultivan.
Si somos nuestro alimento, entonces, ¿qué somos? ¿Qué comemos? ¿Qué les damos a nuestros hijos? En las investigaciones de Robin y de Berruti hay coincidencias: el incremento del cáncer, los ataques de pánico, las depresiones, la infertilidad, la esclerosis, la diabetes y la celiaquía no han llegado de la nada. Hay cientos de trabajos científicos que hablan de lo nocivos que son los alimentos refinados, los edulcorantes o el alto nivel de hormonas que tienen las carnes. Sin embargo seguimos levantando los alimentos de la góndola por su apariencia y no nos preguntamos de qué están hechos. ¿Qué vas a comer hoy?
En las últimas décadas la industria del alimento se convirtió en un campo de experimentación, donde las sociedades son los conejillos de Indias. Donde un pollo poco tiene de pollo y un salmón ya no es saludable. Todo tiene gluten o soja (en forma de aceite vegetal hidrogenado o lecitina) y cientos de químicos que los hacen más ricos, atractivos y adictivos.
Soledad Berruti escribió “Malcomidos”, una investigación sobre la industria alimentaria en Argentina. En sus 464 páginas cuenta con lujo de detalles cómo se crían los pollos (y por qué los criadores prefieren no comerlo), cómo se cultivan los salmones o por qué las vacas ya no comen pasto. Por qué la industria de la alimentación dio lugar a conflictos sociales, corrupción, delito y especulación financiera. Argentina y Estados Unidos son los países que más semillas transgénicas cultivan.
Si somos nuestro alimento, entonces, ¿qué somos? ¿Qué comemos? ¿Qué les damos a nuestros hijos? En las investigaciones de Robin y de Berruti hay coincidencias: el incremento del cáncer, los ataques de pánico, las depresiones, la infertilidad, la esclerosis, la diabetes y la celiaquía no han llegado de la nada. Hay cientos de trabajos científicos que hablan de lo nocivos que son los alimentos refinados, los edulcorantes o el alto nivel de hormonas que tienen las carnes. Sin embargo seguimos levantando los alimentos de la góndola por su apariencia y no nos preguntamos de qué están hechos. ¿Qué vas a comer hoy?
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