Que sea Rock
Estaba ese petiso vestido de ridículo uniforme colegial que no dejó de correr y saltar en ningún momento. Estaba también el otro, el de pinta de camionero, que hacía lo que quería con la voz, incluso que la multitud se callara, algo que parecía imposible. Allá, atrás, estaba el señor de anteojos. Al que muchos, si no lo conocieran, le preguntarían que hacía sentado en semejante lugar. Había otro, de pelo largo, canoso, que jugaba con los dos primeros. Y en el medio, pero como queriendo pasar inadvertido estaba estaba él. Malcolm. Fue en diciembre de 2009. Y durante tres noches AC/DC demostró otra vez que no hay nada como el rock and roll. El viernes, los fanáticos nos despertamos con una mala noticia. Desde hacía a varios meses se sabía que Malcolm no estaba bien. Su hermano Angus y el hombretón de Brian Johnson (de quien también se había dicho que estaba enfermo) pensaban grabar un nuevo disco y salir otra vez de gira. Pero Malcolm no hará nada de eso. Lo declararon demente, y lo llevaron a una “casa de reposo”, nombre demasiado lindo para un manicomio. Esos conciertos de hace casi cinco años fueron inolvidables. Tanto, que la propia banda decidió sacar un DVD mostrando el fervor de los fans y un set list de más de 20 temas que hizo tronar Núñez.

La música siempre nos acompaña. Y gustos son gustos. Pero la música trasciende fronteras. No hay persona que no puede haber sentido algo de melancolía con la muerte de Cerati. O con la del “Negro” García López, ocurrida ayer. Malcolm Young no murió. Simplemente no podrá tocar más. Esa guitarra dueña de los riffs más poderosos de las últimas décadas se llamará a silencio. Pero igual que con los que son inolvidables, siempre habrá alguien que entone el himno inmortal: Let there be Rock!!!!

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