Delincuencia sobre ruedas
A María Ximena Rodríguez Grau la asaltaron y le robaron el auto en Bolívar al 100 el 25 de julio: el vehículo fue hallado al día siguiente en Las Talitas. Le habían sacado la rueda de auxilio. Algo parecido le ocurrió el 6 de septiembre a Víctor Farías Rojas, al que le sacaron su VW Gol de la puerta de su casa en pasaje Sarratea al 200. Apareció días después en un cañaveral de la ruta 304, sin las ruedas. A Bartolomé Quintana, del barrio Tiro Federal, le sacaron el auxilio de su EcoSport el 12 de septiembre de una de las avenidas del parque 9 de Julio frente a un bar donde él tomaba café. Y a Yusi, verdulero de barrio Norte, le sacaron la rueda de su camioneta estacionada en la cuadra del Hospital Padilla.

Se trata de un fenómeno cuyas dimensiones no se tienen en cuenta en Tucumán. Los ladrones se hacen la fiesta porque sacan en menos de un minuto el auxilio, rompiendo la cerradura del baúl o la canasta bajo el vehículo. A las víctimas les quema. Nadie se queda sin la rueda de auxilio; se la repone en el acto, por miedo a quedarse varado en cualquier parte a causa de un pinchazo. Las compañías de seguro las entregan inmediatamente en los casos de los cero km (patentes K en adelante) y en los vehículos de más de 3 años reconocen un 80% del valor de la rueda. Pero no llevan una estadística de robos, sino que envían sus datos cada tres meses a la Superintendencia de Seguros de la Nación, que tampoco los discrimina. El robo de ruedas de auxilio entra dentro del rubro robo de autos, explicó Lourdes Simón, a cargo de la oficina de Tucumán de la SSN. En cuanto a las aseguradoras, envían sus informes al Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), que elabora informes estadísticos. Pero sus datos disponibles son de 2011, que consignan que hubo un 17% de aumento de siniestros.

En Buenos Aires, que concentra el 55% de los robos del país, se estima que, a causa de las restricciones para ingreso de repuestos y autopartes, la sustracción de ruedas de auxilio es la panacea de los ladrones, según consigna Noel Gallota en una nota de “Clarín” (18/5). Cuando el ladrón se lleva el auto, debe ponerlo a “enfriar” en una zona periférica porque cada vez hay más seguimiento satelital del vehículo (en Buenos Aires se recupera casi de inmediato la mitad de los autos, gracias al GPS). Pero para cuando la Policía encuentra el vehículo, ya no tiene la rueda de auxilio. Y como el hurto de una rueda tiene un castigo de un mes a 2 años de prisión, es excarcelable y mucho menos riesgoso que el robo automotor. El ladrón la vende en el día (o la noche) en el mercado negro, que rápidamente la reinstala en gomerías o la ofrece por internet. Los clientes son usuarios comunes, taxistas, remiseros y gente que hace servicios con camionetas.

En Tucumán basta con preguntar en la calle para tener idea de dónde se puede conseguir “por izquierda” una rueda de auxilio de repuesto. Se habla de locales cercanos a Floresta y otros cercanos a la esquina Norte. “El año pasado hemos allanado algunos negocios que no pudieron explicar la procedencia de las cubiertas que vendían”, dice una fuente de la Dirección de Investigaciones, que explica que, no obstante, esos operativos son esporádicos y por perdido de autoridades nacionales. Por lo demás, jamás se investiga el derrotero de una rueda robada. Fabián Pons, gerente de Cesvi en 2011, dijo en Tucumán que esta provincia no existe en las estadísticas y que la Policía debería estudiar el circuito de los objetos recuperados para tener una idea de lo que sucede.

Pero las aseguradoras sí podrían tener una idea. Según explica Jorge Pérez, de “Mr Wheels”, que brinda servicio a siete compañías de seguros, se repone un promedio de 10 ruedas de auto y cuatro de camionetas por semana. La mayoría son Clio Mío (una rueda cuesta $ 1.400), VW Gol ($2.200) y camionetas Amarok y Ranger. Una rueda de Toyota cuesta unos $ 7.000. Otras cuatro gomerías dan servicio a aseguradoras, por lo que las 56 ruedas nuevas que “Mr Wheels” repone por mes podrían multiplicarse al menos por tres. Es decir, los ladrones tienen un negocio floreciente que termina en el mercado negro y se incorpora sin dramas a la sociedad, sin que nadie lo investigue. Un dato adicional: según Pérez, el 80% de los robos se da en el hoy tristemente célebre Barrio Sur.

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