El referéndum escocés, una positiva experiencia

El referéndum escocés, una positiva experiencia

Una votación tuvo en vilo el jueves a una buena parte del mundo. La decisión de los escoceses de seguir integrando el Reino Unido, junto a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, llevó alivio a los británicos. Los partidarios por seguir anexados a la Unión obtuvieron el 55% de los votos, mientras que los independistas alcanzaron el 45% de los 3,6 millones de sufragios escrutados. La asistencia electoral del 85% del padrón fue un récord, lo cual reflejó el interés de la ciudadanía por ser protagonista de su destino. El resultado del referéndum provocó la renuncia del primer ministro escocés, como jefe de gobierno y como presidente del Partido Nacional que promueve la independencia.

Si bien Escocia integra el Reino Unido desde 1707, el actual parlamento escocés fue restablecido hace algo menos de dos décadas. Desde entonces, los escoceses tienen competencias en asuntos como salud, educación, vivienda, y transporte, mientras el parlamento y gobierno británico controlan defensa, asuntos exteriores, macroeconomía, el sistema de seguridad social y la regulación financiera así como gran parte de los impuestos.

Este ejercicio democrático de la ciudadanía escocesa para dirimir acerca de su futuro, ha entusiasmado a los catalanes que desean imitarlos. El presidente de la región española de Cataluña dijo que sus connacionales tienen el mismo derecho a determinar su destino y, desafiando al gobierno español, anunció que impulsará una votación no vinculante sobre la independencia en noviembre próximo. Afirmó que el rechazo a la independencia de Escocia no representa un revés para el proceso de soberanía de la región. El movimiento independentista catalán ha cobrado fuerza en los últimos años, como consecuencia de una profunda recesión y recortes del gasto público. La semana pasada, miles de catalanes manifestaron en Barcelona para reivindicar el derecho a efectuar una consulta, pese a que un referéndum incluso no vinculante violaría la Constitución española. Los sondeos muestran que alrededor del 80% de los catalanes quiere decidir sobre su independencia, incluso aunque no esté a favor de ella. “Votar une, no separa, lo que separa es no dejar votar”, ha señalado el líder catalán.

A poco de retornar la democracia a nuestro país, los argentinos tuvimos la experiencia de participar de un plebiscito por el conflicto del Canal de Beagle. El entonces presidente Raúl Alfonsín se propuso terminar con los conflictos con todos los países limítrofes, pero tuvo que enfrentar algunos sectores de la oposición peronista en el Congreso. Llamó a una consulta popular no vinculante, en la que la aceptación de la mediación papal fue abrumadora. El plebiscito tuvo lugar el 25 de noviembre de 1984, de los 10.492.391 sufragantes, el 81,32% se inclinó por el “sí” y el 17,09% por el “no”.

La consulta popular es una herramienta importante para decidir sobre aspectos fundamentales de un país, sin embargo, los gobiernos posteriores al de Alfonsín fueron reacios a emplearla, tal vez por temor al resultado o porque es más sencillo hacer uso de la representatividad y decidir por los demás, sin importar la opinión de la mayoría. Del mismo modo, el voto electrónico que garantizaría la transparencia de un comicio sigue siendo resistido por el gobierno en Tucumán. A mayor participación ciudadana, mejor democracia. Como dijo el líder catalán, votar une, no separa.

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