Día del Estudiante: de los boleros cariñosos a los festejos por Whatsapp

Día del Estudiante: de los boleros cariñosos a los festejos por Whatsapp

Hace 80 años, los varones festejaban por un lado y las chicas, por el otro. Un poco más cerca, los bailes en casas de familia fueron la cuna de amores primaverales. Luego llegaron las elecciones de las reinas, las fiestas en los colegios, las multitudes en la rotonda y, ahora, las convocatorias vía celular. Te proponemos un viaje en la máquina del tiempo de los estudiantes para que revivas los festejos de tu adolescencia, la de tus padres y quizás, la de tus abuelos

EN 1974. Los estudiantes invaden     la cuadra de Muñecas al 100. la gaceta / fotos de archivo EN 1974. Los estudiantes invaden la cuadra de Muñecas al 100. la gaceta / fotos de archivo
21 Septiembre 2014

Década del ‘40
“Los piropos eran muy dulces, no agresivos ni tan sexuales como los de ahora”

Marita Stisman tiene 83 años y actualmente es una alumna activa del EPAM. “Las fiestas del Día del Estudiante eran mucho más tranquilas que las actuales. Corrían los años 40 y festejábamos en el parque 9 de Julio. También íbamos caminando al cerro, pero llegábamos hasta donde nos daban las piernas y cantábamos las canciones del momento”, recuerda. En aquel entonces, chicos y chicas hacían sus planes por separado. “Hasta los 18 años, las mujeres nos reuníamos entre nosotras. Después, a los 18 o a los 19, íbamos a bailar en Gath y Chaves y a San Martín. Los piropos eran muy dulces, no agresivos ni tan sexuales como los de ahora”, asegura.

Los ‘50

“El bolero nos permitía abrazar despacito a la chica que nos gustaba”
El médico Rafael “Chicho” López nació en Tafí Viejo hace “79 años y seis meses”, precisa. “Iba al Nacional de Tafí Viejo, y soy un ‘modelo 53’. El día del Estudiante era uno de los mejores del año. En esa época sólo había bailes en carnaval, los del estudiante y por ahí algún casamiento”, recuerda. Pero enseguida agrega: “Lo que sí hacíamos era lo que llamábamos ‘bailecitos del paquete’: cada uno llevaba un paquetito con algo de comida. Un mes tocaba en una casa; al siguiente, en otra; siempre en presencia de los padres. Eran fiestas mixtas y el bolero nos permitía abrazar a la chica que nos gustaba. Puede decirse que los zapatos nos quedaban grandes, porque los dedos se nos estrujaban”, recuerda emocionado.

Durante los ‘60
Minifaldas y peinados batidos para presumir

Minifalda, sandalias con plataformas, peinado batido... Así era el equipo “para presumir” de Gloria Rouco, que hoy tiene 64 años. Con sus ojazos verdes y su pelo renegrido casi azulado no pasaba inadvertida. Por aquellos años (1962-1966), sus compañeros de la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi sabían a quién votar como Reina de los Estudiantes. “En aquellos tiempos la fiesta del estudiante era muy simple. En el teatro de la escuela presentábamos números artísticos. A mí me encantaba la fonomímica, que ahora se llama play back. Me gustaba interpretar a Violeta Rivas en ... ¿cómo era la canción? ‘No seas tan celoso si con otro bailo el twist y no seas tan celoso si con otro bailo el rock... “. El recuerdo termina en una carcajada. “Los chicos de entonces no salíamos al parque. Nos quedábamos en la escuela y ahí nos divertíamos. Poníamos música por altoparlante y cada uno traía un plato o una bebida para compartir. Nada de alcohol, por supuesto”, recuerda con nostalgia.

Los ‘70
“En el baile se armaban los grandes noviazgos”

Día del Estudiante era sinónimo de picnic en cualquiera de los tres parques de Tucumán: 9 de Julio, Guillermina o Avellaneda, recuerda la periodista Beatriz Silberstein. Por el año 76, dada la situación convulsionada del país, no había muchos festejos entre los jóvenes. “Época difícil: cero alcohol, nada de carrozas ni de salir a la calle a tirar papelitos”, evoca esta egresada de la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi, que entonces tenía 17 años. Sin embargo, los chicos se las ingeniaban para hacer su festejo. Era en la escuela, con lo que cada uno llevaba para comer, juegos, campeonatos deportivos y baile.

“A mí me gustaba participar en todo. En aquella época nos matábamos a Alta Tensión, Los Bee Gees y Abba”, ríe con añoranza. “¡Ah! Pero no era como ahora, que bailan nenas con nenas, ¡nooo ...! Entonces cada uno se buscaba pareja, si no, no existías! Me acuerdo que jugábamos a las cárceles -se entusiasma Beatriz -. Nos imaginábamos que eran jaulas donde adentro estaban las chicas. Los varones tenían que pagar un bono para sacarnos. Y elegían las que más les gustaban. Nos sacaban de ahí y nos llevaban a bailar. ¡Ahí, en el baile, se armaban los grandes noviazgos! ¡Sobre eso giraba todo!”, concluye en una carcajada.

‘80/’90
Los lentos, lo más esperado de la fiesta

Al aire libre. Esa era la regla. La excepción, ir a bailar. A los 42 años, Augusto Galucci define sus 21 de septiembre de fines de la década del 80 y de principios de la del 90 como festejos sanos. “Te ibas al cerro, volvías a la noche y no pasaba nada. Ni siquiera veías policías porque todo era muy seguro”, afirma el conocido DJ que egresó de la secundaria en 1990. La mecánica era la siguiente: “nos organizábamos entre todos para llevar la comida, como si fuese a la canasta. Nos íbamos al cerro. A la tarde tal vez armábamos un fútbol en la zona de la rotonda. Algunos años organizábamos lo mismo, pero en parque 9 de Julio” ¿Salir a bailar para festejar la jornada? Muy de cuando en cuando. En aquella época, además, los ya desaparecidos lentos representaban el momento más esperado y quizás el más temido de las fiestas. “A las chicas tenías que sacarlas a bailar durante los movidos; era la única manera de bailar con ellas en los temas lentos; si pretendías sacarlas en un tema romántico, seguro te decían que no”, asegura.

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Una década atrás

Caminatas, música y diversión sin celular

Hace 12 años, la vida del estudiante sin celular era diferente a la actual. “El Día de la Primavera nos reuníamos todos los compañeros a eso de las 9 en mi casa, que queda cerca del mástil de Yerba Buena, y empezábamos a subir el cerro caminando ¡Era muy divertido! A veces algunos se iban en colectivo hasta el pie del cerro, pero de ahí subíamos haciendo cortadas. No faltaba el grupo que se perdía. Después nos encontrábamos arriba; el tema era llegar hasta El Cristo. ¡No había música ni celulares ni alcohol, pero nos divertíamos mucho!”, recuerda Soledad Diez Ojeda, quien en 2002 egresó del San Ignacio de Loyola. “Después bajábamos caminando, y si había algo en la rotonda nos quedábamos. En ese tiempo estaban de moda temas como ‘Mayonesa’ o ‘Tu papi llegó’. Nos poníamos a bailar con la música de los autos. Eso sí: la guitarra era infaltable en todas las juntadas. A las seis de la tarde ya estaba de vuelta”, recuerda.

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Hoy

Entregados a “lo que surja” y a whatsapp

Quizás porque las comunicaciones han hecho las cosas tan fáciles y han dejado menos cuestiones libradas al azar, los estudiantes se han desacostumbrado a organizar los festejos con anticipación. Eso no significa que el Día del Estudiante no sea una fecha esperada o valorada, simplemente que están entregados “a lo que surja”. Del resto, se encargará WhatsApp. El repertorio de opciones sigue siendo el mismo que hace 10 años: fútbol en el parque 9 de Julio, un picnic en la rotonda del pie del cerro, una expedición a San Javier (con la conservadora al hombro) o un asado en la casa de algún compañero huyendo de las multitudes.

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