Las armas defectuosas

Las armas defectuosas

Mal funcionamiento de la Fábrica de Fusiles

EL ARMAMENTO. Uno de los fusiles que utilizó el Ejército del Norte en las campañas al Alto Perú la gaceta / archivo EL ARMAMENTO. Uno de los fusiles que utilizó el Ejército del Norte en las campañas al Alto Perú la gaceta / archivo
Una de las grandes preocupaciones del general Manuel Belgrano en los días previos a la batalla de Tucumán, era el funcionamiento de la Fábrica de Fusiles instalada al naciente de la ciudad, junto al río Salí. Sucedía que el establecimiento no funcionaba bien.

El 3 de junio de 1812, desde Jujuy, escribía al Triunvirato. “La Fábrica de Fusiles de Tucumán merece una atención particular, y poner en ella un hombre que la entienda”, decía. “De unos cuantos fusiles nuevos que han enviado, se han reventado tres como granadas; las cajas, a los primeros tiros se rajan; para las llaves, no hay piedras que basten, y tienen tanto fierro que muy bien podrían hacerse dos de cada una”.

Todo eso le había confirmado “que el vizcaíno no es más que un practicón de fabricante de armas, sin entender palabra de mecánica, y que el protector y otros satélites que han empleado, son absolutamente ignorantes en la materia”. Entonces, era necesario “buscar un inteligente que se haga cargo de ella, experimentándolo antes a entera satisfacción”.

“Lo demás, es gastar plata en balde y no aprovechar cosa alguna; con un sujeto de provecho que se hubiese ocupado, tendríamos hoy otras ventajas en ese ramo del que carecemos con grave perjuicio”. Había dado orden “para que se hagan llaves a la francesa o a la inglesa”, porque “es indecible lo que son de infernales las españolas: hasta en esto nos había de venir a perjudicar este nombre”.

En Buenos Aires estaba el herrero Carlos Celone. Se lo podía probar “para que no entren los empeños, las picardías y cuanta clase de intriga suele haber para obtener tales cargos, sin atención a lo que se perjudica la Patria”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios