El referendo de Escocia se originó en 2012, pero el anhelo de independencia se remonta a la Edad Media

El referendo de Escocia se originó en 2012, pero el anhelo de independencia se remonta a la Edad Media

Por Dra. Judith Casali de Babot, ex Profesora Titular de Historia Contemporánea, Facultad. de Filosofía y Letras, UNT.

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18 Septiembre 2014
El antecedente más cercano de la decisión escocesa de separarse del reino Unido se remonta al 15 de octubre de 2012, fecha en que David Cameron, Primer Ministro británico y Alex Salmond- Primer Ministro Escocés- firman el Acuerdo de Edimburgo por el cual Escocia iría a una consulta popular para definir su separación definitiva o no del Reino Unido.

Este hecho, que no tuvo en su momento la dimensión ni la reflexión esperada, cobra hoy inusitada importancia no solo para ambos países, sino frente a otros movimientos separatistas que esperan su oportunidad.

Si calamos más hondo en el análisis de este proceso teñido de agravios y desmesuras, vemos que no solo hunde sus raíces en la Edad Media (con el entrelazamiento de ambos reinos con la Casa normanda) sino que recubre una historia de hostilidades, temores, inseguridad, afrentas económicas, religiosas y culturales, es decir de elementos materiales y subjetivos que afectaron en profundidad la cultura, la política y la sociedad.

Estamos ante unos acontecimientos trágicamente entrelazados por razones dinásticas, religiosas y económicas.

Me remitiré primero solo a unos hechos significativos que ayudan a entender tantas rupturas. Hacia el siglo XVI penetra la Reforma, bajo su forma calvinista o presbiteriana en una Escocia católica y en una Inglaterra que asume el episcopalismo, sociológicamente, un movimiento más “democrático” frente a Iglesias más jerárquicas.

Por otro lado, el casamiento de Margarita Tudor hija de Enrique VII con Jacobo IV de Escocia pareciera marcar el inicio de una “Paz perpetua” (después de una historia de conflictos, invasiones y temores ante fronteras imprecisas), pero que rápidamente preña negativamente la historia de ambos pueblos.

La falta de herederos de los Tudor inclusive de Isabel I, conduce al trono inglés al fantasma tan temido, un Estuardo, Jacobo VI de Escocia, descendiente de aquella unión política entre los Tudor y los Estuardo quien asume como Jacobo I.

Un desconocimiento de la realidad de la política inglesa, de un Parlamento díscolo defensor de sus derechos ante el rey desde Juan sin Tierra, y las aspiraciones ”absolutistas” y de poder de Jacobo, quien quiere llevar el título imperial de todos los reinos, alertan a escoceses e ingleses.

Los escoceses temen ser absorbidos por el más fuerte, Inglaterra y los ingleses por estos “escoceses hambrientos” que, sostienen, invadirán Inglaterra y provocarán miseria y desempleo.

El siglo XVII es una sucesión de guerras entre ambos reinos por diferentes razones: ya sea por conflictos religiosos, (acentuados por la proliferación de sectas) o económicos (pese a que ya la Reforma es aceptada en Escocia, católicos y protestantes ingleses se esfuerzan por imponerse).

A esta altura es interesante señalar cómo los grupos católicos encuentran su refugio y retroceden a las Highlands, tierras altas, apoyados por los irlandeses que llevan su propia lucha hasta el cruel aplastamiento de Oliver Cromwell. Al mismo tiempo, Cromwell anexa Escocia coactivamente. Es la época de las Revoluciones inglesas, de guerras civiles en ambos reinos.

A fines del siglo XVII la situación de Escocia se agrava debido a la política inglesa y a la pérdida real de sus decisiones políticas: tanto las guerras contra Holanda como las conflictos con Francia perjudican el comercio escocés que se ve lesionado por las leyes de Navegación, en su lucrativo contacto con las colonias. La miseria acelera la emigración, que queda en la memoria colectiva.

El otro hito significativo que debemos señalar es nuevamente el entrecruzamiento de una política dinástica con una religiosa y política: una hija de Jacobo II se casa con Guillermo de Orange. El nacimiento de un hijo “católico” de Jacobo, y posible heredero al trono precipita la situación y el advenimiento de la "Gloriosa Revolución" en Inglaterra, en 1688, paradigmática y avanzada por el Bill de Derechos que impone el Parlamento.

Reinan María y Guillermo, la primera con el título de reina de Inglaterra y Escocia. Jacobo huye y se configura así el movimiento católico jacobita en el exterior que citamos porque gravita durante mucho tiempo en el imaginario inglés por sus intentos de invadir Inglaterra alentados por el refugio y la memoria de los habitantes de las highlands escocesas.

Por fin, Ana (hermana de Maria) asume el trono y otorga el Acta de Unión de 1707, por la cual se disuelve el Parlamento escocés para crear solo un Parlamento británico. Es una fecha de alto nivel simbólico para los escoceses, a partir de la cual Escocia debía tener 45 bancas en la Cámara de los Comunes y representación en la de los Lores.

Este documento, mirado de determinada manera, significa algo positivo para los escoceses, la igualdad de la ciudadanía, el derecho de justicia propios, una educación singular, libre acceso al mercado inglés. Otra perspectiva marca que fue una imposición y por ende desigual: las reformas económicas tardaron en llegar y solo beneficiaron a las Lowlands o sea a las tierras bajas. Escocia pierde su Parlamento por mucho tiempo (1999).

Hay hechos más graves aún, que afectan a la cultura escocesa: se prohíbe llevar el tartán, (pieza de lana y lino a cuadros de colores diferentes que marcaba la distinción entre los clanes) y tocar la gaita. Estas tradiciones eran tan antiguas como los celtas y hacían a la identidad gaélica.

Otras consecuencias graves se dan en el plano de la sociedad y de la economía. Impregnados de una cultura semifeudal, de vasallaje y de tierras comunitarias en el seno de los clanes (sobre todo en las Tierras Altas), la nueva dinastía Hannover incentiva a los jefes de clanes a apropiarse de la mejores tierras lo que genera la miseria del resto de los habitantes desposeídos.

Igualmente esto debe ubicarse en el contexto de una Revolución Industrial incipiente y del movimiento ilustrado escocés que da grandes científicos, filósofos como David Hume, pensadores como Adam Smith, escritores, y de una Revolución Agrícola en las tierras bajas, Lowlands, que también expulsa a pequeños campesinos y a arrendatarios. La emigración se acentúa provocada por la miseria.

No obstante, se observa el crecimiento de grandes ciudades y astilleros así como una señalada Revolución Industrial naciente en Glasgow y otras ciudades. La primera pasa a ser la segunda ciudad en importancia dentro del Imperio británico.

Con la llegada de Jorge IV (Hannover) los escoceses recuperan el uso del tartán, el kilt y de su instrumento musical. Es la época del romanticismo de Walter Scott que mantiene viva la representación de una Escocia del pasado, de mitos y símbolos. Dimensión que no debemos descuidar a la hora de comprender este proceso.

El siglo XIX ve un verdadero despegue de Escocia, un inusitado desarrollo. Algunos historiadores señalan que hacia 1820 en una Inglaterra complicada luego de la época napoleónica, el movimiento radical se relaciona con independentistas escoceses.

También hacia mediados de este siglo tanto el partido conservador como el liberal asumen la cuestión de devolver el Parlamento y la autonomía a Escocia pero estos movimientos nacionales incipientes quedan relegados por la llegada de la Primera Guerra Mundial.

Ante los dos grandes conflictos mundiales en los que no solo el Reino Unido se vio involucrado, sino Escocia y el Imperio, crece el descontento en Escocia. Esta debe aportar una gran cantidad de hombres que se sacan de las Higlands y con su industria pesada, sus puertos, sus astilleros para mantener la flota inglesa.

En la Primera Posguerra, Escocia sufre la Gran depresión junto con el desempleo. Como no posee todos los recursos del Reino Unidos, su situación de agudiza, lo que favorece al nacimiento del Partido Escocés, y del Partido Nacional Escocés, en la década del 30, que aún no posee mucho éxito por su comparación, errónea según mi interpretación, con el nazismo.

Pero Escocia sufre más aún en la Segunda Guerra mundial por su situación estratégica para los nazis. Los aviones provocan enormes pérdidas, destrucciones masivas y la población nuevamente es levada y diezmada. Esto acelera la reacción hacia 1945.

Los “años dorados” de la década del 60, según la clásica expresión de Eric Hobsbawm, no son tales para Escocia. por lo menos no hasta 1970. Su industria textil da muestras de decadencia, ya no es tan competitiva y cuesta la reconversión hacia empresas de servicios. Pero precisamente cuando el mundo -en medio de la Guerra Fría- entra en la grave crisis económica del 73, Escocia descubre petróleo y gas en el Mar del Norte.

Esto alienta a los movimientos autonomistas, descentralizadores y sobre todo, nacionalistas que ven en esto una respuesta para aquellos que temen la separación por su inviabilidad. Pero hay otras cuestiones serias para la posición escocesa: la Guerra Fría había llevado a EEU y a Inglaterra a instalar bases nucleares ante el desacuerdo total de los escoceses. Este es otro tema que está entre las cuestiones a pensar hoy.

Hacia 1979 se prepara un referéndum con fines independistas que da resultados negativos. Todavía son fuertes aquellos que pretenden una separación progresiva y limitada, una cierta autonomía y descentralización, y solo la devolución del Parlamento y no el corte total con Londres.

En esa época, precisamente el mundo da un giro de 180° hacia el neoliberalismo y los gobiernos reaccionarios: sube Margaret Thatcher al poder, (en América del Sur las dictaduras militares) enemiga acérrima de la independencia de Escocia.

Hay que esperar a la década del 90 y la llegada al gobierno de los laboristas para que se atienda al pedido escocés, cuyo primer logro, de un gran alcance real, institucional, de derechos y simbólico es la recuperación del Parlamento por el Acuerdo de 1997 concretado en la primera sesión en 1999. Se crea un ejecutivo escocés con tareas administrativas y ejecutivas pero que no puede ir contra las decisiones británicas.

La soberanía sigue en manos inglesas. Con himnos y fanfarrias, (“Un hombre es un hombre cualquiera que sea” canta la canción) Escocia se emociona y conmociona y apela a los símbolos a los que se pretendió borrar. Hacia 2007, ya cuentan con su Primer Ministro: Alex Salmond

Así volvemos al punto de partida: 15 de octubre de 2012 y la firma del Acuerdo de Edimburgo.

Hasta ahora el muestreo en un mapa pareciera dar la razón a los que temen la independencia.

¿Será viable Escocia? Posee una cultura fuerte y recursos económicos que obviamente no son comparables con los del “Imperio británico” pero los tiene.

La libre expresión de los escoceses y su historia decidirán hoy por el sí o por el no, situación que, de ser afirmativa tendría que esperar a 2016. La Historia tiene la palabra.

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