Con estructura y sin candidato
Todos, del bando que sean, están ansiosos: a los que ya tienen al candidato para competir en los comicios que vienen les falta estructura, y a aquellos que les sobra estructura aún no han podido definir su postulante. Falta para 2015, pero así están las cosas, entre amagues e indefiniciones propias de los tiempos de acomodamientos y de sondear el territorio enemigo. Las afirmaciones son válidas tanto a nivel nacional como en el plano provincial. El PJ, por ejemplo, tiene una estructura territorial nacional gobernando 15 provincias, un respaldo institucional significativo para dar una pelea exitosa por la Presidencia de la Nación.

Sin embargo, pese al peso político de la organización y a su extensión por toda la geografía nacional, el kirchnerismo-cristinista que gobierna el PJ tiene demasiados aspirantes para suceder a Cristina y, por ahora, ningún bendecido. El electo deberá esperar hasta las PASO del 9 de agosto para sacar pecho y decir soy el candidato del oficialismo. Las encuestas parecen favorecer al bonaerense Scioli entre sus pares peronistas, algo que incomoda sobremanera a los “K” más puros que, ante la falta de referentes propios, salieron a hablar de una insólita re-reelección para Cristina; lo cual desnuda que el proyecto no tiene aún un heredero. Toda una muestra debilidad del kirchnerismo-cristinista. Hoy Scioli está en las mismas condiciones que Macri (PRO) y Massa (Frente Renovador), peleando a la par.

El jefe de Gobierno porteño y el líder del FR representan el caso de aquellos candidatos que están buscando ampliar sus estructuras y meterse en el interior del país, uno para salir de la capital y el otro para abarcar más que Buenos Aires. Necesitan de referentes territoriales con ascendencia política en sus comarcas, ya que mandar en sus bastiones no les será suficiente para salir a dar pelea en las presidenciales. Sus dominios están acotados y deben expandir su influencia.

A esas intentonas por alcanzar caudillos partidarios no escapan los dirigentes del radicalismo, hoy insertos, atrapados o entrampados en UNEN; como más se prefiera definir la realidad de la UCR. Massa coqueteó públicamente con el diputado nacional José Cano, el postulante a gobernador de Tucumán por la oposición, aún con la necesidad de consolidar una estructura de contención política más amplia para sus aspiraciones de llegar a la Casa de Gobierno. El radical sabe que necesita explotar lo mejor que pueda un juego de alianzas para exponerlas a través de los acoples. Sólo igualando en cantidad de listas al alperovichismo, o con alguna proximidad en la cifra, puede soñar con alzarse con el sillón de Lucas Córdoba. Cualquiera de las dos cosas sería una verdadera hazaña en una provincia de signo peronista.

Un quiebre en el peronismo podría alentar sus pretensiones. Un justicialismo dividido en tres vertientes (alperovichistas, amayistas y massistas; por ejemplo) podría beneficiarlo. Pero todo es parte del folclore y de las especulaciones previas. Como se dijo, Cano debe pensar en cómo explotar el sistema de acoples antes que sumarse al planteo opositor de pedir la unificación de los comicios provinciales -que son en agosto- con las PASO nacionales, algo altamente improbable. En Tucumán, las triquiñuelas o picardías electorales son propias del peronismo, de nadie más. O sea: si al PJ no le conviene no se hará, o se harán otras cosas, como -por ejemplo- incorporar barrios completos a la capital para modificar el padrón de electores. Además, el PJ no permitiría que una eventual unificación de comicios favorezca el arrastre de votos hacia la oposición a partir de la influencia de los candidatos presidenciales. Dividir en contra, jamás. Ya lo dice la marchita, todos unidos triunfaremos.

Ahora bien, el alperovichismo tiene la estructura, pero todavía le falta el candidato. Maneja al PJ, gobierna el Ejecutivo, los municipios y las comunas; tiene toda la estructura institucional de su lado; sólo le falta que las encuestas le digan a quién tiene que señalar como su heredero. O heredera. La situación no es menor para Alperovich, por cuanto un muestreo puede decir quién está por encima de quién, pero no decirle que es garantía de éxito en las urnas. No es de fácil resolución el problema para el mandatario. Tiene a varios interesados en sucederlo, pero el gran interrogante para él es quién de ellos le garantiza, para su tranquilidad futura, el triunfo en los comicios de agosto. Eso, por ahora, nadie puede salir a afirmarlo.

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