Con el aliento contenido
18 Septiembre 2014

Paul Taylor - Columnista de la agencia Reuters

El mundo está conteniendo la respiración, y en su mayoría espera que Escocia vote “No” a la independencia del Reino Unido. Por interés propio y geopolítico, las principales potencias desde Pekín y Washington hasta Moscú y Nueva Delhi están rezando en silencio para que el Reino Unido siga de una pieza y no se genere un precedente contagioso de fragmentación de un Estado en tiempos de inestabilidad. Alemania ha dicho abiertamente que preferiría que Reino Unido siga como está, y otros países, como España, Bélgica e Italia, esperan que la consulta no aliente problemas en la propia cohesión interna. Rusia y China, a menudo enfrentadas a Reino Unido en el Consejo de Seguridad de la ONU, tienen fuertes motivos para evitar que se descomponga la antigua nación imperial, ya que ambas quieren mantener a raya el separatismo en sus países. Los únicos que apoyan la soberanía escocesa son pueblos sin un Estado propio, como los catalanes en España, los cachemires en India o los kurdos repartidos entre Turquía, Irak e Irán, mucho de los cuales claman por su autodeterminación. El Gobierno catalán quiere realizar una consulta, pero el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, dijo que, junto con el referendo escocés, supone “un torpedo en la línea de flotación de la integración europea”. Barack Obama dejó en claro que quiere que el Reino Unido siga “fuerte, robusto y unido, y sea un socio efectivo”. El Pentágono ha mostrado su alarma por las complicaciones que acarrearía una Escocia independiente, que construye los portaaviones británicos y contiene su única base de submarinos nucleares.

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