Vacas flacas para todas y todos

Y aconteció que al cabo de dos años, el Faraón tuvo un sueño; y he aquí, soñó que estaba de pie junto al Nilo. Y de pronto, del Nilo subieron siete vacas de hermoso aspecto y gordas, y pacían en el carrizal. Pero he aquí, otras siete vacas de mal aspecto y flacas subieron del Nilo detrás de ellas, y se pararon junto a las otras vacas a la orilla del Nilo; y las vacas de mal aspecto y flacas devoraron las siete vacas de hermoso aspecto y gordas. (Génesis, 41)

A José Alperovich el olfato, el cerebro y hasta los huesos no sólo le dicen que sus días en el trono se están terminando, sino también que deberá lidiar con las vacas más feas y más flacas en su último año de gestión. El gobernador está nervioso. La crisis económica le preocupa, porque un hombre de números como él sabe que billetera mata galán y que sin dinero en sus bolsillos -y con su gestión agonizando-, el alperovichismo aparece cada vez menos lindo en la foto.

Los colaboradores del mandatario toman nota del rostro adusto de su líder. Alperovich anda como el Faraón, atormentado con la imagen de esas criaturas horribles devorando todo lo bello que había construido. Por ello el gobernador se preocupa en acelerar la llegada de fondos de Buenos Aires y mete mano en las arcas provinciales para que la obra pública no se frene.

Ahora también se muestra conciliador con quienes antes defenestraba. Ayer, apenas en la primera jornada de protesta de los ruralistas tucumanos, el ministro de Desarrollo Productivo los llamó y los sentó en su mesa para ofrecerles su oído. En 2008, la soberbia de un kirchnerismo fuerte hacía imposible pensar en que el entonces alperovichismo ultra K iba a invitar a los “golpistas” y “oligarcas” del “yuyo” a debatir. El escenario hoy es otro. Ni la Nación ni la Provincia están en condiciones de aguantar un conflicto de largo aliento. Los productores tampoco están en la misma situación que hace seis años: ahora la pasan mucho peor. En aquel momento, los ruralistas discutían por rentabilidad y por los márgenes de ganancias para pequeños, medianos y grandes productores. Ahora luchan por la supervivencia, porque los costos en dólar blue se dispararon, porque los ingresos en dólar oficial no alcanzan, porque el clima destruyó los rindes, porque el precio internacional de los commodities se derrumba y porque las políticas públicas desalentaron y destruyeron varias producciones. Ventilan que les sobran motivos para disfrazarse de piqueteros y están enojados con los K y con la mayoría de los “agrodiputados” a los que ayudaron a llegar al Congreso. Sienten que no los representaron.

Las encuestas sumaron imágenes poco felices a la cabeza del mandatario. Los guarismos que le entregó su gurú se esconden como jarrón roto bajo la alfombra: el oficialismo no quiere que se difunda la mala noticia de números adversos, pero los trozos rotos se escapan por la tela roja. Trascendieron algunas cifras alentadoras, como un crecimiento de Beatriz Rojkés y de Juan Manzur (en ese orden). El problema es que el porcentaje de imagen negativa es casi tan elevado como el de positiva (para ambos). Con las malas perspectivas sociales y económicas a nivel nacional, más de un oficialista comenzó a optar por esconderse en su despacho y dejar de recorrer la provincia en busca de avales. El que ya habría conseguido la bendición de Alperovich sería Sisto Terán. En la disputada Yerba Buena, sería el ungido para suceder a Daniel Toledo.

El otro José de Sergio

Respecto de la oposición, el paso de Sergio Massa por Tucumán dejó algunas cuestiones en claro. Una es que priorizará un acuerdo con José Cano por sobre un pacto con Domingo Amaya. Al intendente le dijo de todo menos lindo y a su colega diputado lo invitó a “tomar vino y a comer empanadas”, literalmente. Reafirmó que coincide en mucho con Cano y que no le molestaría una alianza amplia, dejando la puerta abierta a que el PRO la integre, aunque los macristas se declaran “independientes”. El ex intendente de Tigre también susurró una definición para que la escuche sólo su círculo íntimo: él quiere que José Carbonell sea el compañero de fórmula del radical. Todo lo demás es humo, dijo. En el Acuerdo Cívico tucumano resisten la figura del peronista. No sólo por su filiación partidaria, sino porque no mide en las encuestas. Pillo, Massa le recuerda a Cano que su amigo Yayo tiene billetera. Y que justo, precisamente, le vendría bien en tiempos de vacas flacas.

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