Ordenar el tránsito, esa batalla cotidiana que despierta enojos y enfrentamientos

Ordenar el tránsito, esa batalla cotidiana que despierta enojos y enfrentamientos

En la Perla del Sur la mayoría de los conductores suele estar en contra de los agentes de tránsito, a quienes acusan de violentos. Los inspectores se defienden: dicen que los agreden por hacer cumplir las normas. Ahora salen a hacer los controles acompañados por la Policía. Transgresiones comunes.

EN EQUIPO. LOS INSPECTORES SALEN DE A CUATRO PARA CONTROLAR EL MAL ESTACIONAMIENTO. AHORA, LOS ACOMPAÑA LA POLICÍA PARA EVITAR ENFRENTAMIENTOS. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL EN EQUIPO. LOS INSPECTORES SALEN DE A CUATRO PARA CONTROLAR EL MAL ESTACIONAMIENTO. AHORA, LOS ACOMPAÑA LA POLICÍA PARA EVITAR ENFRENTAMIENTOS. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL
Son las 10.30 de un jueves en la esquina de San Martín y 25 de Mayo, en pleno centro de Concepción. El tránsito está congestionado. Hay bocinazos. Hay peatones apurados que buscan un hueco para cruzar. Hay varias bicicletas estacionadas en el cordón de la vereda de una calle en la que no se puede aparcar. Hay un auto con las balizas encendidas entorpeciendo la circulación. Hay un motociclista que decide subirse a la vereda para circular más rápido. Suena un silbido punzante y agudo. Llega una camioneta y se bajan cuatro inspectores. Los infractores se enojan. El de la moto se defiende: “¡no ves que voy cargado! ¿qué querés que haga si esto es un quilombo?”

Los insultan. Los amenazan. Los acusan de violentos. Los agreden físicamente. Así describen los varitas concepcionenses las situaciones que viven cada vez que salen a la calle a trabajar, una calle a la que definen como una verdadera selva en la cual pocos quieren respetar las normas de tránsito. A menudo les toca estar en el banquillos de los acusados: peatones y conductores sostienen que son violentos y prepotentes, y que no tienen ninguna consideración con los transeúntes.

Los enfrentamientos entre los vecinos y los inspectores ocurren a menudo en las calles de La Perla del Sur. El martes pasado, por ejemplo, un operativo por una moto mal estacionada terminó a las piñas. Hubo dos heridos, denuncias policiales y una manifestación que duró más de una hora e involucró a unas 100 personas.

Esa tarde, el dueño del vehículo que había estacionado en un sector no permitido sobre la calle San Martín al 1.200 quiso evitar que los agentes de tránsito que estaban haciendo un control de rutina le secuestraran la moto. Varios vecinos salieron en defensa del motociclista y rodearon el camión de la Dirección de Tránsito. Según la investigación, se produjo una pelea entre un inspector y un transeúnte que se había detenido en el lugar para ver el operativo. Los dos resultaron con heridas en el rostro y terminaron en la comisaría.

“Yo pasaba por el lugar junto a mis hijas de 10 y 15 años y me paré a ver qué pasaba. En un momento, uno de los agentes le dio un empujón a mi hija y yo traté de frenarlo. Entonces, me pegaron una trompada que me quebró la nariz”, contó Ramón Adrián Herrera, de 45 años.

Las autoridades municipales dieron otra versión del episodio: “el municipio accionará legalmente contra este vecino; él agredió a uno de nuestros empleados. Acá está claro que hubo agravios a nuestros inspectores, que estaban realizando su trabajo. La moto estuvo estacionada en un lugar prohibido por ordenanza y la única manera de cumplir con las reglas es respetándolas”, sostuvo el intendente Osvaldo Morelli.

Los agentes
Es una batalla cotidiana, dicen los inspectores. “Sufrimos el maltrato en forma permanente. Hay carteles prohibiendo estacionar, se los hacés notar a los conductores y se enojan”, explica David. Trabaja hace cinco meses como agente de tránsito. Todas las mañanas sale en una camioneta a controlar que la gente no estacione donde no corresponde. El vehículo municipal se mueve por las calles céntricas. Frena justo detrás de los autos mal aparcados. Toca bocina, hace juego de luces. Muchos conductores entienden y se retiran.

Los que no se mueven reciben la “visita” de cuatro inspectores vestidos de amarillo fosforescente. Los transgresores tratan de dar explicaciones. Si ven que ya le están confeccionando el acta de infracción se enfurecen.

“Hace 31 años que soy inspector. La gente se ha vuelto muy violenta con los agentes a causa del estacionamiento. Cada vez hay menos espacio para dejar el auto y al concepcionense le gusta ir en su auto hasta la puerta del lugar al que se dirige”, destaca Julio Fernández. Una vez le dieron una trompada en un operativo. “Esto es así, te exponés todo el tiempo. A nadie le gusta que lo sancionen o que le marquen que está haciendo las cosas mal. Y la gente no respeta nada”, evalúa.

Los agentes sancionan por día a más de 10 motociclistas y automovilistas que dejan mal estacionados sus rodados. Es la infracción que más creció en Concepción en los últimos años, comenta Daniel Montoro, director de Tránsito municipal. “Como se trata de una sanción que despierta mucha violencia, desde hace una semana salimos a hacer los operativos acompañados por la Policía”, aclaró.

La otra campana
En este divorcio entre varitas y vecinos, la otra campana, los conductores y usuarios de la vía pública, también quiere hacerse oír. “Los inspectores van en patota a hacer los operativos y, muchas veces, sin mediar palabras te agreden”, sostiene Luciano Solórzano, un joven que a diario circula en su moto por el centro.

Lo que más indigna a los conductores es que los inspectores son inflexibles en todas las calles de Concepción menos en la Italia, más conocida como la “calle de los piratas”. Allí, los autos rurales compartidos estacionan en doble fila o en ochava sin que nadie les llame la atención, dice Miguel Ramírez, chofer de un taxi de la Perla del Sur.

Desde una perspectiva más neutral, el comerciante Julio Rivadeo da su opinión: “es cierto que al concepcionense le cuesta acatar las normas y no estacionar donde está prohibido. Pero también creo que hay un abuso de autoridad por parte de los inspectores. Muchas veces secuestran motos sin esperar que venga el dueño y eso genera violencia”.

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