Los Molinuevo, padre e hijo, se unieron en la cancha

Los Molinuevo, padre e hijo, se unieron en la cancha

El llamado de la sangre.

HERENCIA. TRISTÁN SONRÍE JUNTO A JUAN MANUEL, DE QUIEN ES ENTRENADOR EN M17. HERENCIA. TRISTÁN SONRÍE JUNTO A JUAN MANUEL, DE QUIEN ES ENTRENADOR EN M17.
16 Septiembre 2014
Tristán Molinuevo reconoce que hizo el cálculo mental varias veces, pero nunca le daban las cuentas. Le parecía que no le alcanzarían los años para que Juan Manuel Lazcano Molinuevo, ese hijo que tuvo en brazos y al que le enseñó a caminar, creciera a tiempo para que compartieran una tarde de rugby. Claro, nunca contempló la posibilidad de llegar a los 38 años con los tapones en el césped, como efectivamente sucedió. El talentoso “10” había regresado contra Gimnasia y Tiro.

“Me dieron ganas de volver. Es muy difícil verlo desde afuera”, se sincera Tristán, con la culpa de un reincidente. “Debería jugar estos últimos partidos hasta que termine el torneo y dejar definitivamente, pero no quiero decir nada. Las veces que dije que me retiraba, fue porque me lo hicieron decir, je. Esta vez no quiero quedar preso de mis palabras. Además, por ahí me joden con que tire hasta los 40, pero no sé. Si me sigo golpeando me van a terminar corriendo de la casa”, bromea el legendario apertura de Huirapuca, quien se enteró el viernes de que su trayectoria y la de su hijo llegarían a tocarse al menos una vez.

“La posibilidad surgió dos días antes. Estábamos complicados en el puesto de apertura para jugar contra Cardenales: (Carlos) Sueldo iba a jugar de medio scrum, mi sobrino, Raúl Posse, no podía estar por amarillas, ‘Chuky’ (Ezequiel Faralle) está operado de la rodilla y no puede jugar hasta noviembre. (Ian) Dietrich tenía que rendir al otro día una prueba. Como Juan Manuel estaba para jugar, se lo convocó para el partido”, explicó Tristán.

“Quería jugar con mi viejo, y por suerte se me dio. Lo viví con muchos nervios y mucha ansiedad. Por suerte con los minutos se me fueron los nervios y me acomodé”, confiesa el heredero, al que le tocó un debut muy picante: en un Súper 8 y contra Cardenales, el mismo que en ese mismo escenario le había arrebatado a “huira” un pedazo de corona en la final del Regional 2013.

Lo mejor de todo es que pudo estrecharse en un abrazo de triunfo con su progenitor. “Fue lindo verlo entrar. Por ahí yo tenía un poco de miedo de que sufriera algún golpe, porque Cardenales es muy duro y él tiene 17 años. Pero salió todo bien”, comenta aliviado Tristán.

La idea original era que “Maneco”, apertura por naturaleza, reemplazara a su padre en el segundo tiempo. No obstante, las circunstancias obligaron a un cambio de planes que al final resultó menos simbólico, pero más práctico, ya que les permitió a padre e hijo compartir más de 20 minutos en cancha y encontrarse un par de veces. “A mi edad, lo ideal es que juegue a lo sumo 50 o 60 minutos, pero el partido no tenía un ritmo tan alto, sino que era más estratégico, así que no estaba tan fundido. Al final Juan Manuel entró como wing por Lucas Nieto, que se había lesionado”, cuenta.

La historia parece destinada a repetirse: Tristán debutó en esa misma posición contra Corsarios, cuando tenía 15 años. Sin embargo, lo último que desea “Maneco” es cargar con el peso de su apellido. “La gente suele ponerse a comparar, a ver si el hijo sale tan bueno como el padre. Y no quiero eso”, afirma Juan Manuel, consciente de que la sombra del 10 es grande, y de que mejor es proyectar una propia.

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