Burnout docente, enemigo de la calidad educativa

Burnout docente, enemigo de la calidad educativa

La prevención se puede realizar desde el ámbito personal y desde el profesional. Los alumnos, entre los principales afectados Los educadores son víctimas habituales del síndrome de la “cabeza quemada” debido determinas exigencias de su trabajo.

15 Septiembre 2014

“Los docentes son muy buenos cuidando a otros, pero no siempre lo son cuidándose a sí mismos”, reflexiona la licenciada en psicología Sonia Mabel Díaz, quien desde hace siete años investiga el síndrome por desgaste profesional (o síndrome de burnout) con el objetivo de crear un programa preventivo con diferentes formatos de aplicación. Uno de esos formatos es la capacitación docente, que se viabilizó desde el año pasado a través de SADOP, gremio de los docentes privados.

“En el ámbito educativo, el contacto constante con el alumnado, padres, colegas y las muchas y variadas necesidades, demandas y expectativas sociales trasladadas a la escuela ponen a prueba, cotidianamente, los recursos personales y profesionales de los docentes”, destaca Díaz, y agrega: “muchas veces esos recursos resultan insuficientes para dar respuesta a tantas problemáticas, y eso puede conducir al maestro o al profesor al desequilibrio, poniendo en riesgo su salud hasta el punto de terminar afectados por el síndrome de burnout”.

La psicóloga aclara que la instalación del burnout (quemado o cabeza quemada) denuncia que en el afán por cuidar a otros y responder a todas las demandas el docente termina olvidándose de sí mismo, de que es un ser humano con fortalezas y debilidades.

Impacto

Por eso es tan importante el tratamiento como la prevención de este síndrome. Cuando aparece -dice la especialista- repercute en todas las áreas de la vida del docente y no solo en el plano laboral.

“En el ámbito de la escuela, el impacto se dirige a la calidad educativa, porque un docente, por más formación y capacitación técnica que tenga, si se encuentra fatigado, desmotivado y frustrado, difícilmente podrá acompañar de manera idónea a sus estudiantes en el proceso enseñanza-aprendizaje, atender a los padres y relacionarse con los colegas. Además, corre el peligro de abandonar su profesión o terminar ejerciéndola de manera defensiva”.

La prevención, afirma Díaz, se puede llevar a cabo desde diferentes niveles: individual, grupal o institucional, lo cual implica diferentes acciones o medidas. “Desde mi punto de vista, la clave o la primera medida por tomar es, sin embargo, la promoción del autocuidado por parte del docente y el cuidado de los recursos humanos por parte de las instituciones”, sostiene la psicóloga.

El autocuidado, en tanto, implica el reconocimiento y el poner atención a las propias necesidades (descanso, afecto, etcétera), la observación de los propios límites y la posibilidad de movilizar los recursos con que se cuenta para responder a dichas necesidades. Esto quiere decir que la persona pueda identificar cuáles son las herramientas que ya tiene y cuáles necesita desarrollar para poder cuidar de sí misma y de los demás.

En este punto, Díaz es muy clara: “lo que quema no es solo la cantidad y el tipo de trabajo, sino también el modo en el que el individuo vive internamente esas tareas y los logros o fracasos asociados a ellas”, dice. El cuidado de los recursos humanos en las instituciones implica, en primer lugar, tomar conciencia de que la calidad de vida de los trabajadores afecta la calidad del servicio que estos brindan, como así también el compromiso con el cual realicen sus tareas, explica la especialista.

Cambios

María Elena Monteros, docente de adultos, hizo el curso de capacitación que dicta Díaz y asegura que la ayudó a cambiar sus puntos de vista. “Empecé a fijarme más en mí misma, en mi bienestar físico y psíquico, y desde ese estado podía transmitirles bienestar a mis alumnos”, enfatiza.

Entre otros aprendizajes, destacó que empezó a darle más importancia a la salud emocional y espiritual. “Muchas veces por correr de un lado a otro dejamos de lado nuestro bienestar y perdemos de vista a la persona que somos y los objetivos que teníamos”, añade.

La docente considera que este tipo de capacitación “debería ser obligatoria, porque nosotros no educamos solo transmitiendo conocimientos, sino también valores. Y si no te sentís bien, ¿qué podés transmitir de bueno?”.

Añade que el curso le ha permitido cambiar sus prioridades. “Ahora selecciono mi tiempo para obtener más calidad de vida, y si tengo que dejar algo que no sea tan importante para otro momento lo hago. De esa manera también doy calidad, y trato mejor a mis alumnos y a las otras personas que me rodean”, resume.

Vida cotidiana

Por su parte, Clara Ortiz, jefa de la Delegación Sur de SADOP, destacó que las docentes que efectuaron el curso coincidieron en que este las ayudó no solamente en la escuela sino también en su vida cotidiana.

“Es importante detenerse un poco en medio de la vorágine en que vivimos para reflexionar sobre lo que nos pasa, lo que queremos. Este tipo de capacitación ayuda a lograr eso. A que nuestro trabajo, que fue elegido desde una vocación de servicio, de entrega, de amor, no se convierta en una tarea insalubre”, concluye la docente.

Características del burnout

1 Desgaste emocional

La persona se siente tan exhausta física y psíquicamente, que no puede dar más de sí mismo: se han disminuido o perdido sus recursos emocionales. Siente impotencia y desesperanza.

2 Despersonalización

Ocurre cuando se produce la deshumanización en las relaciones. La persona pierde su capacidad de empatía, o sea que no puede ponerse en el lugar del otro y lo trata como si fuera un objeto.

3 Baja realización

Tendencia del trabajador a autoevaluarse negativamente. Tiene sentimientos de baja competencia, éxito y capacidad para interactuar. Ha perdido la motivación para generar ideas y proyectos.

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Cómo prevenir el desgaste 

Cuando alguien comienza a sobrecargarse más allá de sus posibilidades, el cuerpo emite señales que lo indican: agotamiento, ansiedad, irritabilidad, dolores de cabeza y trastornos del sueño: insomnio o hipersomnia.

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Las pausas, inclusive aquellas que duran pocos minutos, son muy útiles para despejar la mente y recargar energías.

Sostener un hobby ayuda a distenderse y conecta con el placer.

Practicar alguna actividad física favorece a la conexión con el propio cuerpo y sus necesidades.

Darle tiempo y espacio a la familia y a los amigos, que son el apoyo emocional más importante. Ese es, además, el espacio donde la persona puede soltarse, relajarse y permitirse dar y recibir expresiones de cariño.


n Apoyarse en los colegas como equipo: poder y saber delegar y trabajar con otros ayuda tanto a aminorar la carga de trabajo como a agilizar las tareas, apoyarse en las dificultades y encontrar soluciones de manera conjunta ante los conflictos.

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