Atlético se ahogó en un mar de dudas y empató con Sarmiento

Atlético se ahogó en un mar de dudas y empató con Sarmiento

El "Decano" no fue contundente en un partido a veces parco y Sarmiento se lo agradeció con el 1-1. Video.

NO PASARÁS. Casáis, de buen partido anoche en el Monumental, le bloquea el paso a Nicolás Sánchez, de Sarmiento. NO PASARÁS. Casáis, de buen partido anoche en el Monumental, le bloquea el paso a Nicolás Sánchez, de Sarmiento.
De golpe y porrazo, ese cielito lindo azul desapareció. En dos fechas, estas últimas, la máquina perfecta que venía siendo Atlético en el torneo empezó a perder precisión. Sus engranajes no parecen estar tan aceitados y el castigo a esos pequeños desperfectos del conjunto no es otro que la pérdida de puntos. Lo sufrió con Huracán y volvió a padecerlo ayer en un partido con Sarmiento ideal para la siesta en el primer tiempo, y con pinta de fiesta electrónica en el segundo parcial.

Los ritmos los manejó el “decano”, no así el resultado. Ahí fue donde falló, y falló porque durmió cuando no debió hacerlo. Aparte, esas pelotas que antes terminaban en un principio de preinfarto, como la de Marcelo Scatolaro, cuando pifió su disparo solito en el área chica, tirándolo por arriba sobre el mediodía del acto uno, ahora ya son cachetadas reales que se sienten como patada al hígado.

Sarmiento no fue más que Atlético, pero Atlético tampoco fue más que Sarmiento. Se sintió mejor con la pelota al piso, sí, y también cuando buscó desnivelar en velocidad. Sin embargo, de nuevo hubo una pared propia antes de llegar al arco rival. Si no era culpa ajena, haberse demorado un segundo en el pase terminaba siendo el paso atrás y un volver a empezar. Y así, en medio de lo que era un bodrio importante, Diego Jara, el que había tenido una linda chance cabeceando a destiempo en la puerta del área chica antes del descanso, levantó la moral del equipo y del hincha después de lastimar con otro testazo el arco de “San Lucas”. Adentro, gol y partido controlado.

Casi saliendo del descanso Atlético se encontró con una ventaja que pudo haber ampliado. La suerte no estuvo de su lado. Porque en vez de utilizar el brillo de la luna como guía, se encantó con la noche y bajó la marcha. Pero no porque dejó de correr y meter, sino porque casi en una acción infantil dejó en libertad de acción dos veces al peligroso Héctor Cuevas y, casualmente, en la segunda, Cuevas no falló. Fue una cachetada a la realidad actual. Y un aprendizaje a futuro.

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