La trascendencia del 24

La trascendencia del 24

La revolución toma posesión del continente

LA BATALLA DE TUCUMÁN. Escudo acordado a los combatientes que triunfaron el 24 de setiembre de 1812 la gaceta / archivo LA BATALLA DE TUCUMÁN. Escudo acordado a los combatientes que triunfaron el 24 de setiembre de 1812 la gaceta / archivo
En su “Ensayo histórico sobre el Tucumán” (1882), Paul Groussac asentó un juicio entusiasta sobre la victoria de Campo de las Carreras de 1812. Merece que se lo rescate en parte. Considera que “la batalla del 24 de setiembre, es algo más que un gloriosa hecho de armas: es la toma de posesión del continente sudamericano por la Revolución: es el primer día de la hégira republicana”.

Esto porque “desde entonces, la independencia argentina se volvió un hecho indestructible: los patriotas conocieron su fuerza y los realistas su debilidad. La batalla de Tucumán es el primer canto de la epopeya que, desde Panamá hasta Buenos Aires, escribirán con su espada Belgrano, Bolívar y San Martín. Ella no anuncia un general de genio a los pueblos del Plata, sino una nación de fibra y valor, a sus hermanas del continente”.

Más tarde, “asomarán las luchas intestinas: después de la feliz concepción, vendrán los dolores y angustias que trabajarán las entrañas de la Patria, antes de dar a luz el Estado actual, robusto y fuerte. La sangre de los héroes regará los surcos argentinos: el más digno, el más grande, morirá pobre y desdeñado”.

Expresaba Groussac que el recuerdo de esta batalla “es solemne y sagrado, sobre todo para los tucumanos: ellos fueron los verdaderos vencedores de aquélla jornada, desde los fuertes varones que cayeron en la tierra ensangrentada, hasta las mujeres, que no podían ofrecer sino sus votos y sus plegarias. Los tucumanos todos, lo repito, porque no desesperaron de la Patria; porque arrastraron sin temblar la suerte futura, que pudo ser terrible, y llevaron por fin, al campo de batalla, a falta de pericia militar, la fe invencible en la santidad de su causa”.

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