“Ya estamos en la posguerra mediática”

“Ya estamos en la posguerra mediática”

El vicedecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral es el autor de Guerras mediáticas, libro de reciente aparición que resulta ineludible para todo aquel que pretenda conocer cómo se desarrollaron los conflictos entre el poder político y la prensa a lo largo de la historia argentina. En esta entrevista establece un orden por nivel de gravedad de esos enfrentamientos y habla sobre el último, producido en la era K, al que considera concluido

EN 1930. Según Ruiz, Yrigoyen cayó como consecuencia del primer golpe mediático del siglo XX. argentina.ar EN 1930. Según Ruiz, Yrigoyen cayó como consecuencia del primer golpe mediático del siglo XX. argentina.ar
07 Septiembre 2014

- ¿En qué orden colocaría las guerras mediáticas que analiza en el libro, de acuerdo a su intensidad?

- Sin duda, las más brutales fueron la de la etapa de Rosas y la de la dictadura procesista. En ambas, la ruptura social y política fue total. El enorme exilio fue la consecuencia natural. No hubo ningún espacio para los medios opositores, e intentar construirlo para un periodista llevaba a la muerte. En un segundo lugar pondría a las guerras mediáticas que llevaron a la caída de Yrigoyen y de Perón. Fueron tan estruendosas como las anteriores, pero menos letales para la vida de los periodistas. De todas formas, todas las guerras mediáticas que analicé llevaron a la ruptura del régimen político, excepto la última, que ahora parece que se está extinguiendo.

- ¿El periodismo militante es un oxímoron o una variante válida?

- El periodismo militante es válido y necesario, pero si todo el periodismo de un país es militante se pierden espacios de referencia informativa para todos los ciudadanos. Se necesita construir un núcleo de medios que sigan reglas profesionales y que produzcan cierta base informativa común, un espacio de certezas en el que todos coincidan, más allá de lo que cada uno piense. Esto es clave porque en la deliberación democrática tienen que haber algunas referencias comunes, cierto consenso sobre lo que pasa, y luego cada uno lo juzgará desde su perspectiva. Pero no podemos dudar si un funcionario robó o no, si la pobreza creció o no, o si los jubilados están cobrando su deuda o no. Hay un tratamiento de la información que tiene que estar fuera de los inevitables sesgos y silencios del periodismo militante. Pero en una sociedad pluralista y abierta, hay siempre un sector importante de medios que se puede denominar periodismo militante, que sirve para imbricar a las personas con el proceso político, ofrecer marcos de interpretación contrapuestos a los dominantes, y ejercer así el legítimo derecho a la influencia por parte de los medios.

- Afirma que la caída de Yrigoyen fue la consecuencia del primer golpe mediático del siglo XX. ¿Cree que hubo, como sostuvo el kirchnerismo, elementos destituyentes en la tarea periodística desplegada por los medios del Grupo Clarín durante la crisis con el campo?

- Esa es una chicana política berreta, que me hace acordar a las palomitas de Robben durante el último Mundial. No debe haber un solo periodista del grupo Clarín que no esté dispuesto a defender la democracia con toda su fuerza. Que las críticas fueron muy duras, sin duda. Que hubo críticas injustas, siempre las habrá. Que la interpretación sicologista sobre la actitud presidencial está muchas veces al borde del machismo, también es cierto. Pero gracias a Dios no hay espacio para actitudes destituyentes.

- En el libro aparece el intento de subordinar a la prensa como denominador común de los diferentes gobiernos peronistas. ¿Piensa que alguno de los candidatos peronistas para las elecciones de 2015 puede sustraerse de esa tendencia y acercarse a la posición más moderada del último Perón?

- Creo que en 1974 Perón ya se estaba empezando a enojar con los medios, cuando se murió. También en su primer gobierno de 1946 tuvo unas semanas de paz mediática, pero luego cuando empezó la gestión en serio incentivó el conflicto con los medios. Espero que los sectores peronistas que tienen una cultura más hostil hacia los medios reconozcan que la presión contra derechos civiles y políticos de los sectores que expresan críticas no contribuye a la transformación social. Al contrario, termina generando alianzas que bloquean esos gobiernos porque se juntan los sectores más conservadores con aquellos que intentan defender esos derechos civiles y políticos. Las acciones duras que hubo contra algunos medios, miembros del Poder Judicial o incluso contra asociaciones de consumidores, contribuyeron a restarle legitimidad y apoyo a políticas que buscaban la transformación social. Creo que los actuales candidatos que provienen del universo peronista tendrán una matriz de acción más moderada que la que tuvieron los Kirchner. Ya estamos en la posguerra mediática.

© LA GACETA

PERFIL

Fernando J. Ruiz es profesor, investigador y vicedecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Es doctor en comunicación por la Universidad de Navarra. Es autor de los libros Las palabras son acciones. Historia política y profesional del diario La Opinión de Jacobo Timerman y de El señor de los mercados. Ambito Financiero, la City y el poder del periodismo económico de Martínez de Hoz a Cavallo.


Manipulación de la opinión pública

Fragmento de Guerras Mediáticas *

Por Fernando J. Ruiz

Las guerras mediáticas son un fenomenal intento de manipulación de la opinión pública, cuya primera víctima es la profesión periodística. Son guerras de propaganda en las cuales sólo importa la verosimilitud y bastante menos la veracidad. Más que de construcción de noticias, son una era de construcción de mitos. El periodismo deja de ser un ejercicio de verdad para convertirse en un ejercicio de geometría donde todas las acciones están pensadas para mantener una ubicación, simétricamente, cerca de unos y lejos de otros.

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* Sudamericana. 

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