El país de la furia
07 Septiembre 2014

Por Juan José Fernández - Para LA GACETA - Buenos Aires

Un psicópata reúne a todas las personas que lo han dañado a lo largo de su vida para llevar a cabo una venganza espectacular. Un ejecutivo rico insulta a un hombre humilde y debe hacerse cargo de la ofensa. Un padre millonario intenta cubrir con dinero un crimen de su hijo. Una mujer se reencuentra con quien ha ocasionado la muerte de su padre. Un ingeniero desata su rabia contra las redes de un sistema kafkiano. Una novia se entera en su fiesta de casamiento que su flamante esposo le ha sido infiel con una de las invitadas.

Estos son, en síntesis, los argumentos de las seis historias que componen Relatos salvajes. Una intensa campaña de marketing, la presencia del “imán argentino de espectadores” Ricardo Darín, las cifras que plasman el éxito de la “película de la que todo el mundo habla y que hay que ver”, explican en parte el fenómeno de taquilla que apunta a quebrar los dos millones de espectadores y así convertirse en el film más visto en la Argentina durante 2014. Pero es, sin duda, el boca a boca uno de los principales motores que tracciona público a las salas.

Algunos relatos tocan una fibra en los espectadores que activa la identificación con los personajes o las situaciones. El corto Bombita es una variante de Un día de furia, la película protagonizada por Michael Douglas en la que el protagonista descarga brutalmente sus frustraciones contra la ciudad que lo atormenta cotidianamente. El ataque del personaje encarnado por Darín contra una burocracia que le roba su tiempo y socava su vida, genera una empatía con buena parte de los espectadores que se traduce en ostensibles muestras celebratorias dentro de las salas.

Las historias nos enfrentan con profundos dilemas morales. Nos plantean qué debemos hacer en un país donde no hay Justicia. La discriminación, el machismo, la impunidad, las normativas absurdas se combinan en una sociedad que corre el riesgo, aunque sea intermitente, de volver al estado de naturaleza. Szifrón explora, a través de sus personajes, qué ocurre cuando alguien intenta compensar las injurias de un sistema arbitrario. Y el público responde a esa propuesta.

© LA GACETA

Juan José Fernández - Crítico

literario y cinematográfico.

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