“El arte es disentimiento por naturaleza”

“El arte es disentimiento por naturaleza”

El actor, director y dramaturgo nacido en Mendoza y radicado en Ecuador defiende un teatro cuestionador de la sociedad

ESPÍRITU CRÍTICO. Arístides Vargas  rechaza a los artistas complacientes. LA GACETA/ FOTO DE DIEGO ARÁOZ ESPÍRITU CRÍTICO. Arístides Vargas rechaza a los artistas complacientes. LA GACETA/ FOTO DE DIEGO ARÁOZ
03 Septiembre 2014
Arístides Vargas pasó muchas veces por Tucumán, pero hay dos que quedarán en su recuerdo: hace casi 40 años, cuando emprendía el exilio desde su Mendoza natal en tren, para huir de la dictadura militar; y el sábado, cuando actuó por primera vez en la provincia que lo tiene como uno de los autores argentinos más representados.

No hay año que no se estrene una obra de este dramaturgo, pero nunca se lo había visto sobre el escenario. Su debut fue en el Teatro en la Luna, con su texto “Instrucciones para abrazar el aire”, en el marco del 9° Circuito Nacional de Teatro. “Cuando me dijeron en el Instituto Nacional de Teatro dónde quería actuar, respondí que en el norte, porque tengo muchos amigos. Ya cumplí artísticamente con ellos”, le dijo a LA GACETA.

- Tu obra es muy reconocida.

- Me sorprendió la cantidad de gente que se me acercó en el NOA, jóvenes universitarios que están trabajando o lo hicieron en mis obras, y tesistas. Estoy feliz porque es una manera de estar aunque no esté, es una de las posibilidades mágicas del teatro.

- ¿Sos de ir a ver tus textos?

- Cuando me invitan a ver mis obras, muchos creen que soy un autor que no se lo puede traicionar. Pero en el teatro es fundamental corroer el texto, traicionarlo, hacerlo propio, porque es la única manera de crear algo nuevo. Aquí fui a ver “Danzon Park”, que está hecha con una lectura propia. Se pone muy poco esta obra, que está relacionada con un momento muy particular de la historia latinoamericana, en Nicaragua. Es una metáfora de cómo un héroe se puede transformar en un traidor; mejor dicho, cuando alguien, una comunidad o un país necesita de héroes, también necesita de traidores.

- ¿Quiénes son los héroes y los traidores en este momento?

- No me atrevo a hablar de alguien específicamente, sino que me refiero al tema en términos humanos, genéricamente hablando. Cuando te exponés a legitimarte como héroe, inmediatamente te salta la pregunta sobre la traición. El poder suele ser una fuente de condensación traidora muy fuerte; te puede conducir por malos derroteros, y uno mismo debe buscar los límites. No debe entenderlo como poder, sino como servicio al otro.

- ¿Qué pasa cuando el arte se rinde ante el poder?

- Como artista hay que mantener el espíritu crítico. Muchas veces discuto con amigos que están en el poder en diferentes países y les digo que deben entender que el arte es disentimiento por naturaleza; de lo contrario, se vuelve en un arte complaciente, que ni siquiera es arte sino adulación. El arte debe lanzar su pregunta vital y cuestionadora a la sociedad donde vive, de lo contrario no tiene mucho sentido de ser.

- Tu teatro tiene un fuerte condimento poético.

- El teatro siempre tiene un discurso y debe tenerlo, porque es una pregunta comunitaria. Pero también debe tener una fuerte dosis de ficcionalización, porque la ficción es una forma de crear nuevas realidades. No escribo para endurecer mis posiciones políticas, sino como un juego y en esa medida manipulo mis obras y las transformo en materia sensible, que son las imágenes que aparecen en el escenario. Es muy difícil trabajar un texto definiendo previamente un discurso político, por participación específica o por omisión.

- ¿Te sentís más cómodo en un teatro político, como “Danzon Park”, o en el sentimental, como “La edad de la ciruela”?

- Voy y vengo en varios terrenos y registros, hay otras obras que no se conocen tanto y que son más populares. Muchas veces se me encuadra en uno o dos temáticas, como el exilio, tanto de la perspectiva política como existencial. “La edad...” se la relaciona con el realismo mágico, lo que no me disgusta, pero no debe ser reduccionista sobre las obras y los autores.

- ¿Cuál es tu visión del teatro latinoamericano?

- No hay un teatro latinoamericano; siempre hablo de teatralidades, es como un país que puede tener muchas nacionalidades adentro. Hay que acostumbrarse a la idea de lo diverso y a las diferencias, que existen y enriquecen. Vivimos un momento muy especial en el continente, se hicieron visibles muchas cosas, como la existencia de los indios americanos y es importantísimo.

Temas Tucumán
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios