Eugenia Levin: “A las escuelas de cine y de teatro les falta coordinación”

Eugenia Levin es una artista inquieta. Constantemente interviene en propuestas teatrales vinculadas a los derechos humanos (fue la fundadora e integró la dirección de Teatro x la Identidad hace 14 años), como lo hizo hace poco en Tucumán, mientras desarrolla una intensa tarea como jefa de casting en producciones de cine argentino, donde se destaca como una de las mejores en esta labor. Entre otras películas, fue la responsable del elenco para el filme “Gato negro”, de Gastón Gallo, parte del cual se filmó en la provincia.

- ¿La temática de los derechos humanos ha vuelto a tomar relevancia en la escena argentina?

- Desde 2003 se han multiplicado las expresiones teatrales y cinematógraficas acerca de temáticas vinculadas a los derechos humanos. Y hay que incorporar la televisión, que hoy es expresión de gran diversidad de productoras que elaboran proyectos de ficción y documentales vinculados a la temática en forma amplia: femicidio, gatillo fácil, memoria. El mayor derecho del artista es su libertad de crear y está incentivado desde el Estado a través de múltiples organismos y concursos. Se han abierto múltiples caminos y hay muchas puertas para presentar proyectos. Es un signo de cambio de época.

- ¿Cuál es el presente del teatro político?

- El teatro político, en su esencia, apela a la toma de conciencia y a la acción transformadora de cada ciudadano. Supongo que cada país latinoamericano debe tener su experiencia. En nuestro caso, somos el brazo artístico de Abuelas de Plaza de Mayo y acompañamos la búsqueda de los nietos que los militares robaron en la dictadura. Teatro x la Identidad se ha replicado en España, en Londres y en varias ciudades argentinas, como pasó en Tucumán hace unos años.

- Usted transita tanto por el teatro como por el cine. ¿Las escuelas de formación de cada estilo interactúan entre ellas o son compartimentos estancos?

- Tanto las escuelas estatales como las privadas funcionan como compartimientos cerrados. Nos falta un trabajo de coordinación, de intercambio, de compartir proyectos. La capacitación es indispensable para la formación artística, y no termina en cada escuela o en cada curso. Hay que seguir mientras uno siga siendo artista. Hay que alimentar el imaginario, incorporar la realidad cotidiana tan cambiante y aprender lo que los avances tecnológicos tienen para darle al arte. La transformación personal, las experiencias de vida, la realidad social influyen, provocan y estimulan al artista y sus obras.

- Se especializó en casting...

- El casting, cuando yo empecé con “La noche de los lápices” (en 1986), era un terreno desconocido y prácticamente sin antecedentes en nuestro país. Se ha caminado y evolucionado mucho. Si bien ya está instalado, todavía hay que dar pelea para que sea lo suficientemente valorizado por la industria cinematográfica y por las producciones televisivas. Es muy frecuente encontrarme con jóvenes actores y actrices con muy buena formación teatral pero que ante un casting, con la tensión, los nervios y la falta de conocimiento del lenguaje actoral frente a la cámara, lo viven como una gran frustración.