Alperovich zigzaguea en campo minado

Alperovich zigzaguea en campo minado

José Alperovich se convenció de que en 2015 tendrá mayores chances de ungir a su sucesor si el mapa político presenta tres grandes fronteras: las del oficialismo, las del amayismo y las del radicalismo. Arriba de la combi que lo traslada, el gobernador habla de la ruptura con Domingo Amaya como cosa juzgada, pero advierte que tampoco pueden permitir un acercamiento entre el intendente y el diputado José Cano. Una alianza entre el kirchnerista y el radical es lo único que alteraría –según cree- los planes para sostener el poder aunque ya no esté físicamente en la Casa de Gobierno.

Dinamitar cualquier esbozo de unidad entre quienes vayan a enfrentarlo es una misión de la que el oficialismo suele jactarse en cada período preelectoral y una trampa de la que la oposición aún no encuentra cómo salir. Cano busca sacudir ese karma y, como un orfebre, intenta dar forma a una gran alianza que lo catapulte a la Gobernación. Sabe que cualquier opositor boyando fuera del cardumen podría morder el anzuelo del alperovichismo y engordar a costa de una hambruna general. Por eso dialoga con cuanto dirigente se le acerca. Lo único que aún no negocia el radical es el primer lugar de la fórmula y la intendencia de la capital.

Ahí está el escollo para que Amaya y Cano puedan entenderse. A un año de los comicios, el intendente y el diputado no descartan un acuerdo, pero tampoco hacen nada por concretarlo. Es más, hasta pescan con la misma carnada y en la misma laguna. El de Concepción es un ejemplo. Amaya avanzó en un armado con el dirigente Miguel Abboud. Pero su falta de definición parece haber llevado al empresario a iniciar conversaciones con Cano. El radical tiene decidido que allí el candidato será uno de sus hijos pródigos, el ex piloto Roberto Sánchez, y vaticina que con el acompañamiento de Abboud acabarán con el reinado de Osvaldo Morelli.

Ninguno de los que aspira a sucederlo pone en duda que Alperovich será quien elija la fórmula. Juan Manzur, Osvaldo Jaldo, Beatriz Rojkés y José López saben que, al final, deberán acatar la decisión de su jefe político. En ese escaso margen de maniobra se mueven para tratar de posicionarse. Los bettistas y jaldistas se jactan de que Manzur no podrá instalarse en Tucumán porque, sencillamente, no está. Sumado a esto, la senadora camina la provincia secundada siempre por el tranqueño y apoyada en la enredadera de intendentes y delegados comunales. Contra el entusiasmo de ese sector, el ministro de Salud nacional replica que el propio Alperovich ya le susurró al oído que es el elegido. El concepcionense López, en tanto, recibe promesas de apoyo de legisladores, intendentes y comisionados que lo visitan y que se vienen con una obra bajo el brazo. En la última semana, La Cámpora le dijo que lo quiere en dupla con Rojkés. Los jóvenes k creen que Manzur se rodeará de viejos referentes peronistas y que allí no tendrán cabida. Pero, también, conjeturan que con López como candidato a diputado, ellos contarán con una chance menos de colar uno de los suyos en un lugar salible de la lista.

El gran problema de Alperovich son los heridos que sus próximas decisiones puedan dejar y los 12 años de gestión puedan amontonar. A Miguel Brito, el vilipendiado ex director de Arquitectura y Urbanismo que tantos favores parece haber hecho al poder político en estos años, ni siquiera le atienden el teléfono. La adscripción en la oficina del senador Sergio Mansilla se le termina y el despechado ex funcionario, que está a un paso del juicio oral por presunto fraude a la administración pública, golpea puertas en busca de alguien que quiera escucharlo. Ya encontró oficinas abiertas en la Municipalidad de la Capital, en donde dejó sugestivos planos y fotocopias de expedientes. A un año de la despedida, Alperovich deberá zigzaguear para esquivar las innumerables minas que permanecen activas.

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