Las vías siguen activas, pero el tren pasa de largo

Las vías siguen activas, pero el tren pasa de largo

Muy pocos conocen la estación Superintendente Ledesma con esa denominación. La gente ubica la parada ferrocarrilera del ex Mitre como Tacanas, que es el nombre de la comuna. La denominación del pueblo también fue cambiada, pero nunca se concretó en la práctica. El amplio predio ferroviario está rodeado por las dependencias públicas más trascendentes del lugar

CONTRASTE. El sol del atardecer ilumina los coches en la vieja estación de techos deteriorados. La formación pasó sin disminuir la velocidad. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll CONTRASTE. El sol del atardecer ilumina los coches en la vieja estación de techos deteriorados. La formación pasó sin disminuir la velocidad. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
La tierra tiembla. Aunque para no ser alarmistas, más vale decir, vibra. Una polvareda se divisa hacia el norte de la estación Tacanas. Insistente y potente, la bocina de la máquina 9026 alerta a propios y extraños sobre el arribo del corto convoy de pasajeros, a la última escala tucumana antes de ingresar a territorio santiagueño. Para ser más precisos, al departamento Jiménez.

Presunción

La formación conformada por cinco coches y un furgón llama la atención de los lugareños y despierta curiosidad. No es un servicio normal. Se trata de un corto tren en tránsito hacia el auxilio de otro o rumbo a reparaciones. Todo, más bien es una presunción. Porque en realidad la oruga verde no se detiene y sigue su marcha hacia El Charco, Granillo y Chaupi Pozo, las tres siguientes estaciones santiagueñas. De hecho, la formación cruza la parada mientras la tarde comienza a despedirse de la claridad.

Otro detalle que no pasa inadvertido son los protectores que lucían las ventanillas de los coches de pasajeros. “¡Increíble e inadmisible! No puede ser que aún haya gente que apedrea a los trenes. En Rosario, parece que la cosa es más brava”, comenta con cierto aire de entendida una joven que junto a otros tres observan el atardecer desde un banco ubicado al frente del cartel de la estación Superintendente Ledesma. “Esta denominación se adoptó en 1965, para honrar a un funcionario ferroviario que había fallecido en un accidente. Por esas cosas de la política se dispuso que la estación de Tacanas llevara su nombre. Aunque, en realidad, nadie conoce a esta terminal de tránsito de esta manera”, destaca René Eduardo Ruiz, de 74 años de edad, último jefe de la estación Tacanas.

Malas noticias

La gente del lugar se molesta porque dicen que los medios de comunicación sólo llegan a Tacanas cuando ocurre algo malo. Como un accidente protagonizado por alumnos de una escuela o el encuentro de la fosa común en el cementerio de la localidad.

“¿Por qué no vienen a apoyarnos para que nos construyan un camino como la gente desde Estación Aráoz hasta aquí?”, subraya Ruiz, que vive en Ranchillos y enseña en Tacanas.

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