La dinámica pudo más que la actitud

La dinámica pudo más que la actitud

Una “naranja” en construcción fue ampliamente superada por Los Jaguares, que controlaron el partido con un ritmo veloz y un Moyano imparable

DIFÍCIL DE CONSEGUIR. El capitán tucumano, Gabriel Pata Curello, se arroja al piso para tratar de ganarle la pelota al escurridizo Santiago Cordero. La pelota fue un bien escaso en las manos de Tucumán, que intentó lo que pudo, mientras pudo. DIFÍCIL DE CONSEGUIR. El capitán tucumano, Gabriel Pata Curello, se arroja al piso para tratar de ganarle la pelota al escurridizo Santiago Cordero. La pelota fue un bien escaso en las manos de Tucumán, que intentó lo que pudo, mientras pudo.
En manos de cada uno está hacer lo que se puede. El problema está en que a veces no es mucho lo que se puede hacer, porque el que está al frente está hecho una furia y no deja ni pestañear. Así tropezó Tucumán: en una ráfaga de rugby dinámico y efectivo que neutralizó su característica gallardía y le impidió siquiera desplegar su juego. Con algunos nombres diferentes, pero las mismas intenciones, los Jaguares regresaron a la “Caldera del Parque” en busca de una oposición de jerarquía y de revancha por el 0-18 del año pasado. La consiguieron, con intereses algo usurarios: 58 a 6.

El truculento desenlace pudo avizorarse desde que el cronómetro comenzó a correr. Sin las consideraciones que cabrían esperarse de un amistoso de entre semana, enmarcado en el 70° aniversario de la URT, el conjunto nacional se lanzó al ataque de manera inmediata, como si la primera pelota fuera en realidad la última. La velocidad en el traslado de la pelota y la continuidad, coherentes con la que sus hermanos mayores, Los Pumas, atacaron a Sudáfrica estas últimas dos semanas, obligaron al equipo tucumano a un reposicionamiento defensivo constante, con el desgaste físico que ello implica. Ramiro Moyano, uno de los ocho tucumanos que la “naranja” les prestó a los Jaguares, terminaría siendo su verdugo. El fullback de Lince apoyó ¡cinco! de los siete tries de los Jaguares, el primero a los seis minutos. Santiago Cordero, con una de sus clásicas gambetas, apoyó el otro de ese primer tiempo que se cerró 20-6 favorable a los de afuera. Poco había podido hacer Tucumán en esos primeros 40 minutos: dentro de lo poco que le permitió la asfixiante marca de su rival, intentó elaborar juego y lastimar por las bandas, pero le fue imposible invadir por tierra. Sus únicos seis tantos vinieron por aire, con dos penales de Jorge Domínguez.

En la segunda parte, Tucumán sintió el desgaste y le costó el doble contener a los Jaguares. Sin embargo, nunca mezquinaron el hombro para tacklear, y eso es lo que Urdaneta había venido a buscar: un rival que no se entregue nunca, ni aún cuando ya no hay nada que hacer. La diferencia en las cifras puede asustar al principio, pero hay que tener en cuenta que la “naranja” todavía está en construcción. Y que en el Argentino, todos los tucumanos estarán de su lado.

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