Atenas 2004: la década dorada

Atenas 2004: la década dorada

A 10 años de colgarse la medalla de oro en los JJ.OO -el logro más importante del básquet argentino-, varios jugadores creen que no se aprovechó tamaño hito

EN EL PODIO. De izquierda a derecha: Wolkowyski, Delfino, Nocioni (con filmadora en mano), Gutiérrez, Sconochini, Fernández, Herrmann, Oberto (lesionado y de civil), Montecchia, Ginóbili y “Pepe” Sánchez. EN EL PODIO. De izquierda a derecha: Wolkowyski, Delfino, Nocioni (con filmadora en mano), Gutiérrez, Sconochini, Fernández, Herrmann, Oberto (lesionado y de civil), Montecchia, Ginóbili y “Pepe” Sánchez.
No hace falta mucho ejercitar la memoria para revivir por unos segundos y en nuestra propia retina, el logro más importante de un seleccionado argentino de básquet y, por qué no, de cualquier deporte.

En frío y sin precalientamiento, llegan las imágenes doradas de un día glorioso para el deporte: las penetraciones de Emanuel Ginóbili, el tapón de Andrés Nocioni, los triples clave en el último cuarto de Alejandro Montecchia y la última volcada de Luis Scola, que se colgó del aro y dio dos giros en movimiento para festejarlo.

Un poco más atrás en el torneo (primera fecha), la imagen que queda es la del técnico, Rubén Magnano, alocado, dando una vuelta al parqué, por la agónica victoria sobre Serbia.

Esa volcada de Scola puso el 84-69 final en el marcador ante Italia, y sentenció así la suerte de la medalla de oro en el básquet en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004: ese 28 de agosto, hace exactamente 10 años, quedaría colgada en el cuello de los argentinos.

La “Generación Dorada”, esa irrepetible camada compuesta por aquellos jugadores en Grecia y otros más en torneos como el Mundial de Indianápolis 2002 (plata), o los JJ.OO de Beijing 2008 (bronce) habían tocado lo intocable, alcanzado lo inalcanzable y gritado lo innombrable.

Incluso derrotando en semifinales al dueño de la pelota desde que se inventó este deporte: los Estados Unidos. Antes de vencer a los europeos, se ocuparon de los norteamericanos plagados de los mejores jugadores NBA y generando una de las imágenes más impactantes en premiaciones.

“Hay una foto que tenemos todos los integrantes de ese equipo que es cuando nos llaman a recibir la medalla y se nos ve festejando a nosotros y a un costado, con caras largas, a los de Estados Unidos”, le cuenta Rubén Wolkowyski a LG Deportiva en la previa del aniversario. El “Dream Team” terminó tercero y estaba obligado a participar de la ceremonia. El pivot, autor de 13 puntos y varias volcadas esa tarde, no sólo podrá contarles a sus nietos que fue el primer argentino en jugar en la NBA sino que también ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos.

“Faltando un minuto sentí que teníamos el partido ganado. Sentir esa adrenalina de vernos campeones y ya me imaginaba cantando el himno”, recuerda el “Colorado”.

De esa premiación y del torneo, no pudo participar Lucas Victoriano, quien jugó durante casi todo el proceso previo e incluso fue el último de los jugadores en quedar afuera de la lista definitiva por decisión de Magnano. Aún así, Juan Ignacio Sánchez se encargó de llevarlo al podio escribiendo su nombre y el de Leandro Palladino (otro desafectado) en una musculosa que usó debajo de la camiseta.

“Al partido lo vi en España mientras hacía la pretemporada (NdlR: había fichado para Girona) y quedé muy feliz. Estaba convencido de que la ganaban y se lo merecían. Además se acordaron de mi”, explica desde Madrid a nuestro diario, el tucumano que este año jugó para Independiente.

Allí estaban. La pantalla del televisor que miraba Victoriano entregaba una imagen que, se suponía, tenía el poder de generar un cambio único. Uno de esos vuelcos que sólo pueden darse con un espaldarazo como el que entregaba la señal que llegaba desde Grecia.

En lo basquetbolístico, el cambio se hizo presente. “Logramos saltar a los primeros puestos mundiales e hizo que se respetara a la selección tal como se la respeta hoy”, apunta Wolkowyski.

El equipo no bajó del quinto puesto en ningún torneo importante a partir de allí: cuarto en Japón 2006 (Mundial), tercero en Beijing 2008, quinto en Turquía 2010 y cuarto en Londres 2012.

El espíritu combativo del equipo fue otra de las claves para consagrarse y una semilla que daría sus frutos. “A partir de ahí, se marcó una identidad: el corazón. Ese legado va a ser eterno. A partir de allí, la seriedad para enfrentar los torneos cambió drásticamente”, advirtió Victoriano.

Sin embargo, el chaqueño y el tucumano coincidirán en que dirigencialmente, la histórica medalla no se capitalizó. “No aprovechamos el boom con esos resultados, para atraer gente al deporte. Era el momento para captar a los neutros. Llegar a lugares que el basquet no había llegado. Dejamos pasar ese tren”, agregó Lucas.

“Los hechos hablan por sí solos: tenemos una confederación intervenida y con una deuda de 20 millones de pesos. No se usó este logro para el beneficio del básquet argentino”, agregó Wolkowyski.

Según el “Colo”, la falta de recambio es otra de las fallas que podrían haber sido resueltas con los efectos de la medalla y que sufrirá el equipo que jugará a partir del sábado el Mundial. “No sacaron nuevos jugadores y tampoco técnicos. Después de Rubén ningún otro llegó a una final”, agregó.

“Hoy la realidad es otra, nos bajamos de esos primeros peldaños. No hay un recambio importante”, dijo Victoriano. “Si no juego el Mundial será por culpa de una gestión horrenda”, describió su situación Scola hace sólo un mes.

Hace dos semanas, la agencia de noticias DPA, reveló en un detallado informe el deterioro que habían sufrido las instalaciones de aquellos juegos en Atenas. Los jugadores no dicen que el básquet argentino esté perdido en el olvido y con las puertas oxidadas, pero sin dudas, están pidiendo a gritos una revalorización. Quizás no alcance para volver a convertirla en oro pero cualquier mejora servirá.

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