Los Pumas perdieron por muy poco ante Springboks

Los Pumas perdieron por muy poco ante Springboks

El seleccionado argentino dejó escapar una victoria histórica en Salta.

PURA POTENCIA. Agustín Creevy, una de las figuras del equipo que dirige Hourcade, inicia una ofensiva de Los Pumas. PURA POTENCIA. Agustín Creevy, una de las figuras del equipo que dirige Hourcade, inicia una ofensiva de Los Pumas.
La gran pregunta que había quedado en el aire después del debut era hasta qué punto había incidido la cortina de agua y granizo que empantanó el suelo pretoriano y enjabonó la pelota en lo mucho que le costó a Sudáfrica ganarle a Los Pumas. Con la revancha de ayer en Salta se pudo comprobar que poco y nada tuvo que ver, que fueron las ideas que Daniel Hourcade le metió en la cabeza al equipo argentino las culpables de que los Springboks se sintieran incómodos en su propio templo.

Sí, “jugamos como nunca, perdimos como siempre”, dirán los contreras. Pero hay que saber mirar más allá de ese bosque que fue la derrota por 33 a 31. El marcador a veces miente, y éste fue el caso. Fueron otra vez esos errores mínimos, de una fracción de segundo, el resquicio por donde los bicampeones del mundo lograron sacar la nariz del ahogo argentino y sobrevivir.

Cuán acertado estaba “Huevo” al decir que no había que tocar nada. Argentina jugó a lo mismo que en Pretoria, pero mejor. Manejó el primer tiempo con carácter, juego dinámico, solidez en las formaciones y tackles como los ordenó Hourcade: a los tobillos. Así se evitó entrar en el choque directo, ese que disfrutan los de verde. Hasta Juan Martín Hernández se dio el gusto de clavar un lindo drop después de mucho tiempo. Y Manuel Montero se redimió incrustando la bola en la tierra tras una gran jugada de equipo.

Igual, entre tanto que se hizo bien, algo tenía que salir mal: Ruan Pienaar punteó una pelota suelta en ataque, y aunque Pablo Matera lo alcanzó como si fuera un wing, Bryan Habana se ocupó de completar el combo desastre. Try.

Contra los tres mejores del mundo funciona así: dejás caer una miga al suelo y se hacen la comida del día. Pero ahí se reveló otra virtud del 15 argentino: la fortaleza mental para dejar atrás el asunto. Al ratito, Nicolás Sánchez volvió a dejar parada a la defensa y, ante la falta de acompañamiento, la abrió fuerte hacia la punta. Leguizamón no la pudo cazar, sino era try.

Con varias decenas de centímetros menos, Cubelli logró pasar entre sus marcadores y apoyar ya en el complemento. Cuatro minutos después lo hizo Joaquín Tuculet, para recibirse de figura. Con 12 puntos de ventaja en el tablero (28-16), parecía que la espera había terminado. Pero apareció la sombra negra de Steve Walsh, muy celoso con Los Pumas y demasiado condescendiente con la deslealtad de los visitantes. Un disparo de Bosch desde media cancha había dejado al seleccionado arriba a falta de seis minutos, pero el árbitro australiano tiró todo el esfuerzo abajo con el penal que le regaló a Steyn. Por supuesto, la única forma de que Morné falle frente a la H, es que se desmaye en la carrera. No importa. Lo que ganaron vale más que un partido. Es la certeza de saber que fueron mejores.

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