Tal como lo hizo en la exitosa “Dakar, Eslovenia, Tucumán”,
Carlos Alsina vuelve a tomar un hecho reciente de la realidad como punto de
partida para el humor y la reflexión en “Supelmelcado La Otla Patlia”. A través
de personajes arquetípicos y grotescos, pone a la sociedad tucumana frente a un
espejo donde se destacan las miserias más deplorables de la vida en comunidad.
El recurso es nuevamente el colocar en el centro del
conflicto a un extranjero, que viene de otra cultura y es víctima de la
depredación y el engaño, por parte de la fauna local. El contexto son los
saqueos ocurridos en diciembre, donde los supermercados chinos fueron la
víctima preferida de los delincuentes. Y el personaje del dueño del súper,
magistralmente interpretado por Alejandro Sandoval, contrasta con los demás por
su inquebrantable actitud positiva y conciliadora.
Lo delirante de la sátira, lo disparatado de los personajes
y las buenas actuaciones (hay que destacar también a Virginia Cedamanos, como
la señora Wang), son los puntos más altos de la obra, donde se luce la
inventiva humorística del autor. Por el lado del retrato social, el código
farsesco impone el trazo grueso y el esquema maniqueísta: en el bando de los
malos están los ladrones, la Policía y los políticos. No hay medias tintas.
Todos son lo mismo.
El señor Wang responde a la imagen clásica del sabio
oriental, que cultiva la meditación y el pacifismo. Probablemente tenga poco
que ver con un comerciante chino o coreano del mundo real, pero en este caso
sirve a los fines de crear contraste con los otros personajes. Con aquellos
que, según la mirada del autor, representan a las lacras de nuestra sociedad.
Una vez aceptados estos códigos, la diversión está garantizada.