“Todos éramos hijos”, una mirada personal a los 70

“Todos éramos hijos”, una mirada personal a los 70

El nuevo libro de la académica María Rosa Lojo tiene un fuerte tono autobiográfico.

TRES TÍTULOS DE LA PRODUCCIÓN DE LOJO. Confesó que “Todos éramos hijos” fue su novela más difícil. TRES TÍTULOS DE LA PRODUCCIÓN DE LOJO. Confesó que “Todos éramos hijos” fue su novela más difícil.
19 Agosto 2014
Una novela teatral con un fuerte tono autobiográfico, destinada a recrear la década del 70. Esa es la propuesta de “Todos éramos hijos”, el nuevo libro de la escritora y académica María Rosa Lojo que ve la luz en un contexto histórico tan particular como estimulante. Lojo explora aquellos años mientras en el país las historias se resignifican a partir de la lucha de los organismos defensores de los derechos humanos, como las Abuelas de Plaza de Mayo.

“Había empezado este proceso de la recuperación de la historia propia, no sólo colectiva, con la novela ‘Árbol de familia’. Esa obra se apoya en lo personal pero se proyecta sobre muchas otras familias que han sufrido problemas y diásporas similares”, explica la autora de “La pasión de los nómades”, “La princesa federal”, “Una mujer de fin de siglo”, “Las libres del Sur” y “Finisterre”.

Con “Todos éramos hijos” pasa algo similar. “Me crié en la misma zona (el Gran Buenos Aires) en la que transcurre el libro, viví las experiencias de alumna de un colegio religioso impregnada por la Teología de la Liberación, la iglesia del Tercer Mundo -destacó-. Por supuesto, todos los alumnos estábamos al tanto de los cambios, que eran visibles y se imponían en la vida cotidiana”.

Lojo subraya que a comienzos de los 70 la Argentina volvía a la vida política. “La Iglesia hizo un giro de 180 grados en su concepción de la propiedad, de la pobreza, de los deberes de los cristianos, y parecía avizorarse una etapa promisoria después de años de proscripción del peronismo y restricción de las libertades políticas”, apunta.

Era inevitable que en ese caldo se tensaron las relaciones entre padres e hijos. “Pero tomaron dimensiones dramáticas y trágicas -advierte la escritora-. Chicos que acusaban a sus padres de haber contribuido a un mundo equivocado, injusto, desigual. Hay padres indignados con sus hijos que no entienden, hay un sufrimiento de ambos, son todos sufrientes”.

Lojo habla de actos, no de capítulos, para destacar que la suya es una novela teatral. La protagonista, Frick, es una colegiala, aunque el personaje tiene la posibilidad de desdoblarse en una mujer mayor que se mira a ella misma de joven.

Durante esos años ocurre de todo: “el regreso de la democracia, la vuelta de Perón, la masacre de Ezeiza, la fractura del peronismo. Los jóvenes toman diferentes caminos, muchos optan por el trabajo social y político y se lanzan a la militancia con el deseo de hacer una revolución”.

“Me llevó mucho tiempo escribir, ya en 2010 pensaba en este libro, pero estaba tan relacionado con hechos traumáticos de mi adolescencia y juventud que hubo que decantar -reflexionó Lojo-. En el caso de Frick su padre actúa de freno, ve las cosas desde otra perspectiva porque estuvo en la Guerra Civil española, ha sido republicano y tiene una visión bastante crítica sobre Perón”.

“Muchos jóvenes se quedaron en el camino y cuando uno es grande recién tiene la perspectiva de esos años, de los agujeros negros. Fue reparador escribir la novela y espero que lo sea para los lectores”, deslizó Lojo, doctora en Letras por la UBA, investigadora del Conicet y una de las mayores expertas en la obra de Ernesto Sábato en el país.

Según la escritora, fue su libro más difícil. “Creo que me dejó una comprensión más completa, más afinada, mas trabajada de mí misma y de mi generación -enfatizó Lojo-. Pude integrar esa experiencia traumática del pasado e incorporarla a mi vida actual”.

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