Armar las valijas y dejar todo por amor

Armar las valijas y dejar todo por amor

La Perla del Sur es la tercera ciudad de Tucumán que más gente nacida en otras provincias cobija. El amor fue la imperiosa razón que impulsó a muchos de ellos a instalarse en el sur tucumano

DESDE LA “DOCTA”. Abel Villaruel conoció a su esposa Ruth en Córdoba; ambos posan con sus hijas. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll DESDE LA “DOCTA”. Abel Villaruel conoció a su esposa Ruth en Córdoba; ambos posan con sus hijas. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
Aquello de que cuando el amor es verdadero nada puede detenerlo suena a frase trillada de telenovela. Pasa en la televisión, pasa en la vida real. Y en algunos sitios más que en otros. En las mesas de café de los bares de Concepción -al sur de Tucumán- no es extraño escuchar historias de personas que le han dado un “flor de timonazo” a sus vidas porque el corazón se los pedía.

Algunos han recorrido kilómetros y kilómetros para conseguir mariposas en el estómago. María Noel Montañez es una de ellas. Dice que está feliz por la decisión que ha tomado. Ella es sanjuanina, pero vivió la mayor parte de su vida en Buenos Aires. Tiene 35 años y es licenciada en gerontología. Hace nueve años, la Municipalidad de Concepción la invitó a dictar una charla sobre la tercera edad. Y el destino hizo que al llegar a la “Perla del Sur” tuviera un encuentro con ese hombre que la haría romper con todas sus estructuras. Rafael Medina, un periodista concepcionense, tuvo que entrevistarla ese día. “Fue amor a primera vista”, confiesa ella. “Salimos una vez y a los 15 días ya estaba golpeando mi puerta en Buenos Aires. Estuvimos un año de novios a la distancia hasta que dimos el siguiente paso. Uno de los dos se tenía que mudar. Y ese uno era yo”, cuenta María. Guiña el ojo y baja la voz para hacer una aclaración: “es casi una misión imposible sacar a un concepcionense de su pueblo; son demasiado arraigados”. “Es como que la gente se siente segura acá y no cambiaría eso para ser un desconocido en una gran ciudad”, añade.

A María lo que más le costó -y le sigue costando- fue despegarse de su familia y de sus amigos de Buenos Aires. “Extraño horrores mis afectos, mis amigos de toda la vida. Sigo llorando. Por suerte no tuve problemas de adaptación. La gente me recibió muy bien”, dice la profesional, que fruto de su amor con Rafael ya es madre de dos niños: una nena de seis años y un varón de dos.

A la hora de hablar de las ventajas de la ciudad en la que vive ahora, no duda: “Concepción es el lugar ideal para que crezcan mis hijos. Todo el mundo se conoce aquí y hay gente muy solidaria. En una gran ciudad, como Buenos Aires, esto no pasa. No conocés ni a tu vecino”, ejemplifica. Y luego hace otras aclaraciones: “De vivir en Buenos Aires a vivir acá hay una gran diferencia. Extraño mucho la gran ciudad, los ruidos, ser una persona desconocida, la diversidad de actividades que hay en las grandes ciudades. Aquí no hay cines ni muchas cosas para hacer, con lo cual todo se reduce a una cosa: juntarse con amigos a comer asado. Mi papá y mi mamá ven esta ciudad como una aldea. No pueden creer cómo me adapté tan bien”, acota.

María Noel trabajó primero en la Municipalidad, dictó talleres para abuelos y actualmente viaja a diario hasta Tafí Viejo, donde trabaja. Valora del norte argentino la tranquilidad y la calidez de la gente. Algo a lo que nunca pudo acostumbrarse: ”el folclore no me gusta, y eso que vamos a peñas y mi marido tiene un programa de radio. Por suerte no siento que si no me gusta eso no tengo lugar en la sociedad”.

Relatos como el de esta profesional no son difíciles de encontrar en Concepción. Son muchos los nacidos en otras provincias que se mudaron a la Perla del Sur. En los últimos cinco años, de acuerdo a la Dirección de Estadísticas y Censos, 715 personas nacidas en otra parte del país se instalaron en Concepción. Es la tercer ciudad, después de San Miguel de Tucumán y de Yerba Buena, que a más gente de otras comarcas cobija.

“Esto no lo cambio por nada”, dice el doctor Abel Villarruel. Cuando habla, lo traiciona siempre la tonada cordobesa. Y eso que lleva 17 años viviendo en Concepción. Ya tiene 49 años y dice que está feliz. Como nació y se crió en un pueblo, Idiazábal, nunca sintió demasiado haber dejado todo para seguir lo que le dictaba el corazón.

Cuando estudiaba en Córdoba conoció a su esposa, Ruth Senz. Ella es oriunda de Concepción y se encontraba en La Docta también estudiando Medicina. “Nunca terminé de acostumbrarme a la ciudad grande, como la de Córdoba. Por eso, cuando surgió la posibilidad de mudarnos aquí, de donde era la familia de mi mujer, no lo dudé. Al llegar me hice buenos amigos y encontré a mucha otra gente de otras provincias que también estaban aquí por alguna historia de amor”, cuenta el médico hematólogo, padre de dos adolescentes.

“Lo que más me gusta de aquí es el ambiente de trabajo. Lo bueno que te brinda la ciudad es la seguridad, el respeto de la gente. Y lo bueno es el tiempo libre del que disponés para estar con tu familia o hacer deportes, hacer asados...”, resalta. Pero también admite que aún sufre, y mucho, por el desarraigo.

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