No todo es blanco o negro

No todo es blanco o negro

TRANSFORMACIÓN. Frank Maloney, un duro promotor de boxeo, se convirtió en Kellie. TRANSFORMACIÓN. Frank Maloney, un duro promotor de boxeo, se convirtió en Kellie.
A los 15 años, como todo hijo que quiere cumplir con su padre, Alma se anotó en una escuela de fútbol. “¡Quería ser el ‘Muñeco’ Gallardo, pero me terminé enamorando del arquero de Primera!”. No dijo nada de lo que iba sintiendo. Tuvo cuatro hijos, fruto de dos parejas heterosexuales, fue oficial de policía y estudió Ciencias Políticas. Recién en 2008, a los 38 años, decidió comenzar a vivir finalmente como mujer. Llamarse Alma. “Es muy válido decir que la identidad está impresa en lo más profundo del sistema nervioso central, pero acaso sea muy frío”. Tal vez, piensa Alma, sería mejor “decir que la identidad está impresa en el corazón y el alma de las personas, y eso -afirma- tiene que ver con una dimensión de afecto, de piel, de abrazo, de mirada”. Su historia, que forma parte del libro “Cuerpxs Equivxcados” Hacia la comprensión de la diversidad sexual, publicado en 2012 por el siquiatra y sexólogo Adrián Helien y la periodista Alba Piotto, acaso sirva para aquellos que, en estos últimos días, reabrieron alguna caverna para ridiculizar una ley de género que, simplemente, nos avisa que la identidad sexual puede ser algo mucho más complejo que pito-varón, vagina-mujer y que es cruel burlarse de quienes ya han sufrido mucho por tantos años de discriminación. Y, según parece, siguen sufriendo la habitual arrogancia del que ignora.

Más allá de las burlas recientes del periodista Jorge Lanata a Flor de la V, y de la ignorancia de otros, la prensa mundial se hizo eco esta semana de otra historia de género que cruza al deporte. Y no al fútbol casero por el que pasó Alma, sino al boxeo superprofesional, un ámbito aún más cerrado para debatir identidades sexuales. Los diarios del mundo mostraron la historia y la foto impactante de Kellie, toda una señora a sus bien llevados 61 años. Impactante porque hasta poco tiempo atrás, Kellie era Frank Maloney, padre de tres hijas de tres matrimonios distintos, y el promotor más poderoso en la historia del boxeo británico. Un hombre con fama de duro en un ambiente duro, que vivió su apogeo cuando su representado más famoso, Lennox Lewis, fue rey de los pesos pesados entre 1992 y 2003. “No puedo seguir viviendo en las sombras. Yo no nací en el cuerpo correcto, siempre he sabido que yo en mi mente y mi corazón era una mujer. Vivir con esa carga por más tiempo me habría matado. El sentimiento de querer ser una mujer siempre estuvo ahí”, contó Kellie en una entrevista exclusiva que “concedió” al diario Sunday Mirror, y que reprodujeron los medios de todo el mundo.

Kellie Maloney contó muchas otras cosas, como que concretó su deseo y anunció su nueva vida porque, ya con dinero suficiente, podía vivir alejado del boxeo y sin que nadie lo molestara. Hasta allí lo que se difundió por casi todos lados. Lo que no se contó fue lo que sucedió después. Que Kellie, en realidad, se vio obligada a hablar y a mostrar su nueva vida como mujer porque un medio, enterado del caso, golpeó hasta las puertas de la casa de su familia para poder contar la historia. Supuestamente, un miembro de un grupo de terapia al que asistía filtró el caso. En febrero pasado, logró controlar la situación cuando sus abogados advirtieron al diario que iniciarían una demanda por violación de privacidad. Pero siete semanas atrás, de otro diario, cuyo nombre no citó, fueron hasta la casa de su hija. “Me sentí aterrorizado, como que ya no podría volver a salir nunca más de mi casa”, contó Kellie a la periodista Susanna Reid, del popular programa “Good Morning Britain”, de la cadena ITV. “Decidí entonces hablar yo misma con un diario respetuoso con los temas de género. No quería que me ridiculizaran. Tampoco era mi intención ir tan rápido, hubiese preferido que todo fuera más despacio especialmente por mi familia, para protegerlos, y también hasta que yo misma completara el tratamiento, que aún no finalizó” (podrá operarse, según la ley británica, sólo después de completar terapias hormonales, electrólisis para la eliminación del vello, entrenamiento de voz y asesoramiento psicológico). Kellie, que antes de tomar la decisión atravesó una etapa de alcohol y drogas, dijo que, finalmente, se siente aliviada. Y agradeció el apoyo que recibió no sólo de la comunidad trans, sino también de buena parte del mundo del boxeo, especialmente del propio Lennox Lewis, quien admitió que quedó “shockeado, como todos”, al enterarse de la noticia. Pero agregó: “en el mundo en que vivimos -dijo Lewis- no todo es tan claro como blanco y negro. Todos deberían tener la oportunidad de vivir la vida de la forma en la que encuentren la verdadera armonía y la paz interna”.

Comenzó entonces el otro debate: ¿hasta qué punto tiene derecho el periodismo a invadir la privacidad de una persona, por famosa que fuere, invocando el supuesto interés público del caso? Kellie no citó los diarios, pero algunos rumores apuntaron, en ese orden, contra el “Daily Mail”, “The Sun”, “The Daily Star”, “The Sunday Sport” y “The Express”, todos potenciales interesados en historias privadas de famosos. No citan al tabloide sensacionalista “News of the World”. Vendía 2,7 millones de ejemplares por domingo, pero su propietario, Rupert Murdoch, lo cerró en 2011, jaqueado por un escándalo de escuchas a teléfonos de famosos a cambio de tener primicias.

Antes, entre otros, lo había sufrido el ex futbolista Paul Gascoigne. El dominical escuchaba su teléfono cuando pedía cocaína, alcohol o antidepresivos. Llegaba para la foto miserable antes que los amigos. El dominical tuvo la exclusiva de la infidelidad matrimonial del jugador de Chelsea John Terry. Y hasta disfrazó a periodistas de jeques árabes para tenderle una trampa al entonces DT de la selección inglesa Sven Goran Ericsson. Alex Ferguson, Wayne Rooney, Peter Crouch, Sol Campbell, Alan Shearer y Ryan Giggs, entre otros, también tenían sus teléfonos chupados. Una vieja tradición de tabloides que investigaban mafias económicas y crímenes cambió con los años el concepto de “interés público” por “interesante para el público”. “Interesante” pasó a ser Gascoigne borracho, Terry infiel y Beckham en crisis matrimonial.

El debate acerca de la invasión a la privacidad de personajes famosos que, a veces, suelen abrir ellos mismos las puertas de su casa a la prensa, cobró fuerza porque obligó a Kellie a apresurar tiempos de un proceso que se suponía íntimo. Sucede, además, que, en sus tiempos de Frank Maloney, una década atrás, el famoso promotor, hijo de una familia católica irlandesa, se postuló también a alcalde de Londres como candidato de un partido de derecha (UKIP), a tono con una línea homofóbica que él hizo pública.

El escándalo saltó cuando el Maloney candidato dijo que no haría campaña en Candem Town porque allí había muchos gays. “No soy homofóbico, pero en público vivamos una vida con moral, de valores tradicionales para la familia. No creo que la gente gay pueda hacer mucho por la sociedad”, había dicho. Seguramente, además de aliviado, Kellie Maloney hoy es acaso una persona menos ignorante. Consciente de que, en su nueva vida, algo podrá hacer por la sociedad.

Temas Jorge Lanata
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