Una semana mirando al sur

Una semana mirando al sur

La asunción del ministro fiscal Edmundo Jiménez tuvo una importante concurrencia. Las debilidades de Tribunales le dan fortalezas al recién llegado. Bardón, en cambio, está débil y aún no empezó a gestionar.

Una semana mirando al sur
Llegó sigiloso. Sin pompas ni grandes ruidos. Sin embargo tuvo una ceremonia como la que pocos tienen. Su “sí, juro” tuvo una concurrida presencia. Sólo faltó el gobernador de la provincia, José Alperovich. Pero no es para sorprenderse, el mandatario suele esquivar aquellos actos en los que la figura principal no es él.

Inesperadamente, Edmundo Jiménez encontró “campo orégano” en el Palacio de Tribunales. Su antecesor, Luis De Mitri, se fue por el patio de atrás, sin aplausos ni sonrisas. El andar errante de este ministro fiscal le permitirá a Jiménez, con muy poco, mostrar un transitar diferente de esa institución.

No es lo único que justifica su sonrisa. La figura del ex ministro de Gobierno alperovichista no tendrá sombras de la Corte Suprema de Justicia, que no vive momentos de concordia. La oposición se quedó en el grito; el Colegio de Abogados no reaccionó con los reflejos de otras veces.

Jiménez llega con el camino allanado y con una Corte integrada por cinco miembros divididos en compartimentos estancos. Es imposible desconocer que la mayoría de las acordadas salen con acuerdos muy forzados. Y, las torpezas que se han cometido al otorgar algunos ascensos o nombramientos no contribuyen al acercamiento entre los vocales.

La regulación de los viajes de los miembros de la Corte es una materia pendiente en la que no se pudieron poner de acuerdo. El vocal René Goane había pergeñado una limitación a las salidas, pero la acordada terminó maquillada y se convirtió en un pronunciamiento referido a los viáticos.

Hasta el juramento de Jiménez se vio afectado. Se postergó unos días porque uno de los vocales de la Corte había viajado a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para revisar cuestiones edilicias de otros Tribunales, que podrían servir para aplicarlas en los de Tucumán. Esta demora puede parecer un chiste, pero no le hacía ninguna gracia a los inquilinos de la Casa de Gobierno. El gobernador José Alperovich había pedido que el juramento se hiciera cuanto antes. “El que se quema con leche ve una vaca y llora”, repiten las abuelas; y el abuelo José no puede olvidarse de aquel papelón que hizo con Fernando Sassi Colombres, quien aun con el acuerdo en la mano y el traje en el ropero para jurar, tuvo que dar marcha atrás porque Néstor lo llamó al gobernador. En este caso Alperovich temía que la oposición pudiera presionar más en su rechazo a la designación de Jiménez, algo que no ocurrió.

Los des-acuerdos de la Corte se acentúan en el momento en el que Alperovich eligió designar a un hombre fuerte de su entorno. Desde la nominación de Antonio Estofán hasta ahora, siempre los elegidos habían sido figuras que contaban con la confianza del gobernador, pero con perfiles muy bajos. Una muestra clara del recibimiento al ministro fiscal es que en los últimos días se dieron movimientos en Tribunales, con algunos interinatos que no se hicieron como estaban previstos, para dejar que la palabra final sea de Jiménez, quien en materia de nombramientos fue experto en la Casa de Gobierno.

Las imágenes centrales de la semana transcurrieron en Barrio Sur. En Tribunales un engominado Jiménez ingresó en la historia del Palacio y en la Universidad Nacional de Tucumán, una despeinada y atribulada rectora inició un camino de paz.

La tómbola de la UNT

En la perinola universitaria hay una sola cara: “Todos pierden”. Esta semana que comienza en feriado anuncia que hay luz al final del túnel. Se paguen los $ 1.000 extra y festeje quien festeje esa conquista, ¿cómo se podrá valorar que los estudiantes de una de las casas de estudios que estaba entre las más prestigiadas del país, en este siglo, se diera el lujo de tener casi 90 días sin clases?

El acuerdo se aproxima sin que ninguna de las partes esté muy conforme. Los decanos se acercaron a la rectora no tanto por la causa sino porque empezó a circular el rumor de una posible intervención y ese vocablo es mala palabra para todos, aunque no lo diga el diccionario.

Hasta Alperovich metió la nariz en el conflicto opinando a favor de Alicia Bardón. Más allá de la amistad que lo une a José Saab, de la época en la que ambos usaban boinas blancas, Alperovich se pronunció porque las encuestas le dijeron “hay que opinar”. Los sondeos que tenían en la Casa de Gobierno aseguraban que un 80% de los encuestados estaban en contra del paro.

Los más perjudicados de esta incomprensible batalla fueron los docentes. Ellos no sólo quedaron lejos de la responsabilidad de educar al soberano sino que quedaron enfrentados con padres que no toleraron lo que llegaron a considerar como demasiada invitación a la ignorancia de sus hijos. Inclusive, unos y otros no escatimaron improperios que serán difíciles de borrar en el futuro.

Curiosamente, hay dirigentes que en el esfuerzo y en la obligación de dialogar y negociar una salida, han quedado mejor parados que muchos docentes que lisa y llanamente no fueron a las aulas.

La agresividad de los docentes tratando de defender la idea de que se los criticaba por pelear por su salario fue el laberinto en el que se metieron y del que nunca pudieron salir. Es muy difícil que el docente reciba el enojo social, sin embargo aquí algo falló.

Criptonita para la rectora

A quien peor le fue es a Bardón quien todavía no dio ni un paso en su gestión y ya tiene que retroceder. Ella y los decanos se vieron obligados a firmar un acta donde se comprometen a no hacer descuentos y a no sancionar. Una clara muestra de debilidad.

Lo más complicado fue reconocer los $ 1.000 por docente, que no los tiene, por lo que tendrá que recurrir a la Nación para que se los aporte.

En estos tiempos la ecuación es demasiado simple. Cuando se sentó en el Rectorado, Bardón recibió promesas de mimos de parte del ministro de Salud de la Nación. La relación con “el hombre que Alperovich inventó” no le sirvió. Por eso no habrá que sorprenderse cuando reaparezcan en la UNT algunas figuras de La Cámpora que habían sido borradas de un plumazo.

Hay ex funcionarios que ya desempolvaron sus trajes para jurar y volver a ocupar los sitios perdidos.

En la perinola universitaria, La Cámpora es la excepción que confirma la regla.

Las caminatas de Betty

El alperovichismo ha entrado en tiempos de definiciones antes de tiempo. La primera dama Beatriz Rojkés siempre estuvo en segundo plano para el gobernador. Sin embargo desde que el kirchnerismo le pegó una bofetada y la bajó de la vicepresidencia del Senado, no ha hecho otra cosa que caminar la provincia. No tenía credenciales de candidata y sin embargo se lanzó.

La picardía política de años le ha aconsejado a Osvaldo Jaldo que se convierta en la sombra de la senadora. El legislador y diputado dimitente no duda acerca de dónde está el poder en la provincia y resigna su postulación a gobernador siempre y cuando sea el vicegobernador de Betty.

La realidad es muy distinta para su rival. El ministro de Salud de la Nación desde hace meses viene prometiendo que “la próxima semana desembarca en Tucumán para empezar a recorrer la provincia y profundizar su candidatura a gobernador”. Sin embargo, esa semana no llega nunca y las veces que ha salido a escena ha disgustado al hombre que lee las encuestas y elige los candidatos.

La falta de habilidad política del “hombre que Alperovich inventó” le allana el camino a las ilusiones de hombres como José López, que en la última semana andaba como chico con globo nuevo porque los sondeos que había contratado le dijeron que ya es una persona conocida.

Cano no se pone colorado

Cuando la oposición observa estos movimientos en el oficialismo se frota las manos. En el entorno del radical José Cano, cuando ven que Beatriz Alperovich o el ministro de Salud de la Nación tienen más posibilidades de ser candidatos a gobernador, festejan. Ambos, en cualquier encuesta, tienen una alta imagen negativa que anula los puntos de imagen positiva.

El diputado Cano sabe que es la cabeza de la oposición y no tiene ningún problema de sentarse a conversar y arreglar con quien sea con tal de que le asegure su llegada al sillón de Lucas Córdoba. Tanta ambición puede ser un riesgo, más aún cuando la clase media ya experimentó el transfugismo alperovichista, que creció radical, se instaló independiente y está terminando su tercer mandato como híper peronista.

Es la ubicuidad de Cano la que más daño le está haciendo al amayismo porque Domingo Amaya no consigue mostrarse como una opción peronista antialperovichista. El pragmatismo del massismo, de los seguidores de Daniel Scioli y aún otras fuerzas opositoras se entusiasma con las buenas mediciones del radical en las encuestas.

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