Inolvidable

Inolvidable

Hace 10 años, la cordobesa ganó la medalla de bronce en los Juegos de Atenas

El tiempo pasa siempre igual de rápido. Aunque a veces, parezca más rápido aún. Ha pasado exactamente una década desde aquel sábado glorioso de agosto 2004. Un 14 como hoy, Georgina Bardach consiguió el bronce olímpico en 400 metros medley y quedó tatuada para siempre en la historia del deporte argentino. A 10 años de aquel día, fue un inmenso placer convocarla para sumergirnos en el recuerdo y repasar su vida para LG Deportiva.

“Las imágenes que tengo en mi cabeza son las mismas desde hace un largo tiempo. Giran alrededor de la situación de pileta, las sensaciones previas y las posteriores, la carrera en sí misma. Por supuesto la llegada, esa cara increíblemente feliz del Bochi (Héctor Sosa, su entrenador) al borde la pileta todavía me resulta difícil de describir. Me acuerdo también que no bien salí del agua lo busqué a mi viejo (Jorge) en las tribunas porque pensé que le iba a dar un infarto de la emoción. Insisto, los recuerdos ya no cambian, están ahí y supongo que se quedarán para siempre.

-¿El valor que le das a lo que conseguiste sigue cambiando? Siempre decimos que quien lo consigue es medallista olímpico para toda su vida, no hay fecha de vencimiento.

- A medida que pasa el tiempo le doy más valor, la gente también se lo da. Es algo muy agradable, me abrió puertas, me hizo conocida, me permitió vivir y acceder a situaciones impensadas. Y todavía es algo muy fuerte, muy presente. Pasaron 10 años y el tiempo de carrera que hice aquel día sigue siendo una marca muy buena. Ese dato vale como referencia, independientemente de la medalla. Fue una linda locura.

- Ahora recuerdo yo. En ese tiempo era unánime escuchar que tu curva de evolución fue pronunciada…

- Exacto. De Sydney a Atenas no sólo pasé de los 17 a los 21 años. Me convertí en una nadadora más completa, más competitiva. Maduré física y mentalmente. Y mis marcas marcaron esa tendencia.

- Es inevitable recordar que sufriste mucho unos años después…

- Pero no por la medalla olímpica. Me costó absorber el cambio, me costó renovar motivaciones. No fue algo instantáneo sino más bien un proceso que terminó en lo que ya conté muchas veces. Dejé de disfrutar. Siempre lo hablamos con mi entrenador. Estábamos conformes y contentos con la preparación y el nivel que tenía cuando llegamos a Atenas. Pero jamás tuvimos la medalla como objetivo real y posibilidad cierta. No estaba en el radar. Me costó manejar el hecho de ser tan joven y haber alcanzado el objetivo que podía llegar a soñar.

- Entonces te quedaste como flotante en tu deporte hasta los siguientes olímpicos…

- Si, aunque no fue inmediato. En nuestra Federación había habido problemas e, inconscientemente, yo creí que la medalla olímpica iba a acomodar varias cosas y, directamente, cambiar otras. El tema es que, vuelvo a mi juventud, no estaba capacitada para gestionar ni para exigir esos cambios. Todo siguió igual. Y al poco tiempo me empecé a sentir desganada. Fue un lapso feo, doloroso. Las sensaciones las llevaba conmigo a todas partes.

- ¿Tenés claro cuándo pasó?

-Cierro los ojos y lo recuerdo. Justo después de los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en 2007. Entré en una curva descendente de la que me costó salir. No fueron unos días, ni siquiera unas semanas. Después de los Olímpicos de 2008 decidí tomarme un tiempo de desconexión absoluta. Me corrí, me alejé de la pileta, dejé de pensar en la natación. Y me sirvió un montón porque pude recuperar la sensación de tener ganas de nadar. Y cuando volví lo disfruté mucho.

- ¿En ese lapso te sentiste obligada a seguir nadando?

- Absolutamente. A mí, nadar no me salía fácil, no era de esas competidoras a las que ves y te da para pensar que van flotando solas, que no hacen esfuerzo y todas esas cosas que siempre se dicen. Yo no era así. Me costaba la parte técnica y con trabajo y dedicación mejoré mucho. Desarrollé una carrera internacional porque era fuerte mentalmente. Desde la lógica esos años debieron ser de plenitud física. Sin embargo había perdido el gusto por meterme a la pileta y entrenar mucho, una característica personal de toda la vida. Sin eso, no podía funcionar. Al faltarme mi mayor virtud, entré en un pozo. No podía nadar.

- ¿Si pudieras elegirías que lo de Atenas te pasara en Pekín?

- Hubiese sido bueno. Más allá de opiniones individuales, también más sano, más manejable para mí. Y también más lógico. Seguramente, a los 25 años, me podría haber retirado tranquila. En 2004, a los 21, era muy joven para vivir lo que viví para retirarme.

- ¿Reconocés errores propios?

- No tengas dudas. Hubo ciertas decisiones que fueron equivocadas. Es algo que ya pasó. Ya está.

- Te retiraste a fin de 2012, después de tus cuartos Juegos Olímpicos. ¿Te costó asumir ese final?

- El retiro es un tema sensible para los deportistas. Me acuerdo, allá por 2005, que charlé sobre eso con Marcelo Milanesio. Él me decía que aún extrañaba, que le costaba, que le había quedado muy marcado no poder jugar más. Habían pasado muchos años y a él le seguía faltando algo. Le costó mucho encontrar qué hacer. Algo parecido me habían dicho algunos amigos nadadores. Al comienzo estaba un poco asustada, a la expectativa. Rápidamente, supe que mi proceso era distinto.

- Intuyo que no te costó…

- Nada. Me encanta la natación, sigo concurriendo a torneos, disfruto del contacto con la gente. Tengo muchos amigos. La pileta será parte de mi vida hasta el último día. Pero no extraño nada la competencia ni la preparación. Es algo que ya no está en mí, no siento esa falta, no hay agujero que llenar. Disfruto la vida de otra manera, no es mejor, no es peor. Es distinta.

- Sos una de las caras conocidas de la Agencia Córdoba Deportes…

- Soy vocal del directorio. Mi cargo es político y se termina con el mandato de esta administración.

- ¿Entendés ahora cosas que te costaban aceptar como deportista?

-Siempre fui bastante bocona, lanzada para las críticas, hablaba sin pensar demasiado en la consecuencia. Decía las cosas como las sentía, como las pensaba. Estando de este lado, me doy cuenta de que mucha gente de aquel tiempo, contrariamente a lo que yo pensaba y decía, sí ponía la mejor voluntad y simplemente no podía, por distintas razones. Quizá fui dura de más, varias veces. Hoy veo distinto. Hoy, creo, entiendo mejor

- ¿Estás cómoda en esta faceta?

- En la Agencia somos varios ex deportistas. El director es Agustín Calleri. De corazón espero que quienes hoy compiten o hacen deporte recreativo sientan que las cosas efectivamente están cambiando para mejor. La idea es que la posibilidad de realizar deporte esté al alcance de todos. Córdoba es una provincia de un profundo vínculo con el deporte. La idea es favorecer ese vínculo y facilitarle las cosas al deportista de elite.

-¿Y después de esto?

- El deseo es que si se establece un programa se continúe más allá de un eventual cambio de gobierno y prescindiendo de nuestra continuidad. Si está bueno, si da buenos resultados, ¿para qué cambiarlo? Esa es mi mayor aspiración.

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