De las tostadas en el horno y de cómo atrapar a un conejo

De las tostadas en el horno y de cómo atrapar a un conejo

Así empezó todo. Primero un lector, después otro, y luego otro más. La imagen es emblemática y nos emociona cada vez que se acerca el 4 de agosto, cuando celebramos un nuevo aniversario de LA GACETA. Es una fotografía histórica (tomada a principio de los años 50), en la que aparece un hombre sentado en una silla de madera, en la galería de su casona de paredes carcomidas y ladrillos gastados por el paso del tiempo.

El hombre está acompañado por una niña, que juega de un lado, y un perro que se recuesta del otro lado, en medio del patio. La niña y el perro parecen disfrutar de un sol tibio, en algún pueblo del interior tucumano, mientras el hombre despliega las páginas de LA GACETA de par en par. Está concentrado y da la sensación de que no hay nada en el mundo que pueda interrumpirlo en su lectura.

Para quienes trabajamos con la palabra escrita no hay nada mejor que toparnos en cualquier sitio con un lector con las páginas desplegadas frente a sus ojos. Disfrutamos cuando ese lector está absorto, y ensimismado en cada palabra a la que le hemos dedicado un esfuerzo y una concentración especial.

Cada vez que encontramos a un lector abstraído con el diario abierto de par en par, sentado en una plaza, en un ómnibus, en una sala de espera, en la mesa de un bar, lo que más quisiéramos es ver el movimiento de sus ojos, los gestos de su rostro, el ritmo de su lectura. Nos gustaría entrar en su mente para ver por dentro qué sensaciones vive, mientras avanza en cada línea de tinta.

Tomás Eloy Martínez, un tucumano que trabajó en esta redacción, solía decir que si los periodistas lográbamos que el lector se olvidara las tostadas en el horno por seguir leyendo... eso quería decir que hicimos muy bien nuestro trabajo. En su fundación de Cartagena de Indias, Gabriel García Márquez advertía a los periodistas que es más fácil atrapar a un conejo, antes que a un lector.

Por eso disfrutamos en silencio (tal vez con una sonrisa leve), cuando nos topamos con un lector enfrascado en un texto de alguna página del diario. Al fin y al cabo, día a día, trabajamos para lograrlo... tal como sucedió aquella primera vez, un 4 de agosto de hace 102 años.

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