Pueblo, ¡muévete!
En Tucumán, hoy por hoy, para el alperovichismo es más fácil y conveniente mover un pueblo de lugar a otro a lograr que un barrio a construirse en una localidad sea trasladado a otro municipio. Lo segundo puede suceder -ya pasó hace algunos años-; pero lo primero es lo más preocupante para la oposición. Los radicales están advertidos de la “travesura” que el peronismo ha deslizado como posible para modificar padrones electorales con el propósito de alterar resultados comiciales. ¿El fin?: evitar eventuales derrotas en 2015. Con los incorregibles del PJ todo es posible en materia de desplazamientos de límites territoriales cuando de trata de asegurar votaciones favorables para garantizar continuidades en el poder. Se puede hacer porque en la provincia basta con alterar los límites geográficos municipales y comunales por ley (hoy fijados por las normas 6.143, de determinación de los 17 departamentos, y la 4.671, que precisa el alcance de las más de 90 jurisdicciones comunales).

No sucede lo mismo con los límites electorales porque la Constitución es la que los fija claramente. En el artículo 43, inciso 9, se establecen las tres secciones electorales y sus respectivas zonas de influencia. Si se quieren modificar estas secciones hay que reformar la Carta Magna, algo imposible. Al poder central no le interesa. Es más fácil atacar las normas, ya quedó demostrado. Los números ayudan al oficialismo, que maneja a su antojo a la Legislatura, aún con alguna disidencia del amayismo, propia de la interna política que lo enfrenta con el alperovichismo. Entonces, en Tucumán, hoy, es más sencillo llevar un pueblo de un municipio a otro, o de una comuna rural a un municipio. Tal el caso del barrio Manantiales Sur, de 2.500 casas (un mini Lomas de Tafí) que se está construyendo en la Comuna de San Felipe y Santa Bárbara y que pasará a ser parte de San Miguel de Tucumán. Si se recuerda que la UCR ganó los comicios de 2013 en la Capital, es entendible que haya pícaros que estén pensando en “engordar” la planilla electoral de la ciudad para no ceder ese centro de poder que el PJ maneja desde el 2003 a la fecha, pero que durante los 20 años anteriores perteneció al radicalismo y a Fuerza Republicana, entre 1983 y 2003.

¿Es realmente una maniobra electoralista? Tiene todo el condimento, pero, en el fondo, es más parte de la folclórica interna entre los alperovichistas y los amayistas que, cuando pueden, se mojan las orejas. Claro que usando peligrosamente a las instituciones. Lo real es que tal emprendimiento habitacional está en marcha y que se irá entregando a sus dueños por sectores a partir de diciembre, concluyendo el proceso más o menos en marzo. Pero, como bien dijo un travieso peronista: “es más fácil que se vote antes a que haya nuevos vecinos en la capi”. En realidad tal vez haya algunos habitantes en esas casas, nuevos vecinos, pero los trámites para fijar el domicilio pueden prolongarse en el tiempo y no llegar en plazo legal para poder ingresar al nuevo padrón electoral, e incidir teóricamente en la votación.

El cierre de las planillas de electores debe concretarse por ley en febrero: seis meses antes de los comicios provinciales, que deberán ser el 23 o el 30 de agosto de 2015. Por lo tanto, es difícil imaginar que un gran número de ciudadanos de una delegación comunal se incorporen a San Miguel de Tucumán como para influir en demasía en las urnas en favor del oficialismo. Ergo: es más fácil para el alperovichismo trasladar pueblos enteros, como un gran milagro territorial, al amparo de las normas vigentes. Está permitido. Es legal. Lo legítimo es lo que se pone en duda. En el esquema de poder, todo es posible, más cuando se trata de la habilidad y el ingenio de los jugadores del PJ, que siempre están pergeñando maniobras electorales para mantenerse en el poder. Ese terreno es el que nunca quieren ceder. Los otros se pueden desplazar como espacios de un puzzle.

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