Del currículum al “experto tecno”

Del currículum al “experto tecno”

Hasta no hace muchos años, el valor más preciado en un currículum era la experiencia; los avisos clasificados, los pedidos de empleos no olvidaban nunca ese requisito, prácticamente indispensable. Ese “conocimiento acumulado y consolidado”, aparecía como la tabla a la cual asirse ante cualquier hecho no previsto, es verdad, pero también ante el normal suceder del trabajo. Era toda una garantía.

Un periodista con experiencia, por ejemplo, permitía definir en pocas líneas una crónica correcta, dónde ubicarse en una protesta callejera y saber a quién interrogar.

De repente, la tecnología impuso un ritmo distinto, pero también un saber diferente. El uso de las redes sociales se transformó en el mayor valor agregado de un trabajador; la inmediatez y la interactividad suplieron así, con creces, a aquella, y, para seguir con el ejemplo de los medios, la experiencia comenzó a clasificar en otra liga.

Se verá aquí, pues, el pasaje del interés de lo que se dice a cómo se lo dice; de lo que se comunica a cómo se lo realiza.

Si antes la experiencia era una “cuestión de años”, en la actualidad la misma se adquiere y pierde tan rápidamente, porque vive en un estado en el que todo fluye y modifica permanentemente; interesa el dominio de esas herramientas digitales, siempre accesibles a los más jóvenes, quienes necesariamente aparecen como los buenos de la película.

Nostalgiosos aquellos que añoran como el mayor valor la experiencia; ilusos los otros, que creen que la tecnología dará todas las respuestas. En cualquier trabajo, en todo caso, siempre harán falta el consejo o la presencia de aquellos que ya experimentaron sus tareas mil y una veces.

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