Manteros y ambulantes pujan por El Provincial

Manteros y ambulantes pujan por El Provincial

Los vendedores desalojados del microcentro comenzaron a instalarse en Alsina al 600, en la parte posterior de la manzana que aloja la ex estación ferroviaria. Desde hace años, en ese edificio en ruinas viven familias, han instalado lavaderos clandestinos de autos y puestos de comida. En avenida Roca al 700, los manteros copan el espacio verde. El Gobierno no ha dado declaraciones oficiales

“SALADITA”. Los sábados y domingos, la manzana de Roca al 700 está copada por los manteros: algunos ya instalaron hasta juegos para niños. la gaceta / fotos de inés quinteros orio - jorge olmos sgrosso “SALADITA”. Los sábados y domingos, la manzana de Roca al 700 está copada por los manteros: algunos ya instalaron hasta juegos para niños. la gaceta / fotos de inés quinteros orio - jorge olmos sgrosso
29 Julio 2014
La charla en la peluquería va subiendo de tono a medida que se agregan opiniones relacionadas con la política. Pero no es más que otra conversación entre amigos sobre la situación del predio de la ex estación ferroviaria El Provincial. “Creo que deberían sacarlos a todos de ahí”. Así de contundente es la respuesta de Hugo Agüero frente a la pregunta de Juan José Argañaraz, su amigo y coiffeur, sobre qué deberían hacer con ese terreno de tres manzanas donde algunos días a la semana se instalan manteros y en el que próximamente podrían asentarse unos 120 ambulantes. Argañaraz, más afable, dice: “el Gobierno debería darles fuentes de trabajo, antes de sacarlos o desalojarlos de la estructura de la estación”.

Enfrente de la peluquería, sobre avenida Roca al 700, ha llegado desde Villa Amalia Graciela Lobo. Ubica sobre la vereda del predio una manta con prendas usadas que luego tratará de revender. Hoy se tomó un colectivo, pero dice que a veces llega a pie porque no le alcanza para el boleto. “No tengo trabajo, y hay días en los que no se vende nada. Los más productivos son los fines de semana; martes, jueves y viernes vendemos una o dos prendas”, lamenta, mientras muestra su mercadería a precios que arrancan en $10. La mujer remarca la diferencia entre ellos y los ambulantes de la cuadra de Roca al 600: “nosotros tiramos mantas; no tenemos estructuras. Es más fácil llegar e irse. Tampoco tenemos problemas con el municipio o el Gobierno provincial”.

La mujer que está a su lado, María Molina, oriunda del barrio El Salvador, explica que llegaron a ese predio a mediados de enero, y aunque los vecinos al principio los rechazaban, ahora son sus clientes. También dijo que tenían miedo de recibir represalias de algunas personas que viven en la depredada estación del ferrocarril, aunque aclaró que nunca pasó nada.

Alejandro Peyrás y Eduardo Miguel Leal charlan en la vereda de Alsina al 600. Frente a ellos se encuentran unas estructuras metálicas que desde el lunes pasado comenzaron a copar una parte de la manzana que se encuentra detrás de la ex estación: las levantaron los ambulantes que fueron desalojados del centro y que pretenden instalarse allí. “Los fines de semana vienen niños de escuelas de fútbol a entrenarse. Ahora cada vez tienen menos espacio para jugar”, reflexiona Alejandro, y aclara que su deseo para la zona es que se convierta en un espacio para los chicos.

María David, de la misma cuadra, observa desde lejos a los ambulantes. Dice que le da miedo que se instalen allí y que el espacio verde se convierta en un centro de desperdicios y de “malvivientes”. La mujer, que vive allí hace 40 años, añora que construyan una plaza llena de juegos para chicos.

En la esquina de Alsina y Buenos Aires un grupo de hombres escucha a Claudio Robledo, referente de vendedores ambulantes. Están a un lado de los hierros, ya clavados en la tierra, que servirán de estructura para armar 120 puestos. Sus esposas están bajo una carpa con el mate listo. “Esperamos la pronta respuesta del Gobierno, más precisamente de Carolina Vargas Aignasse (secretaria General de la Gobernación), para que nos dé el visto bueno para instalarnos acá. Creemos que a más tardar será le miércoles”, explicó (ver “Imposible restaurar...”). Robledo agregó que están sin trabajar desde enero, que actualmente hacen guardia de día y de noche para que no les roben lo que tienen y que le pide al gobernador José Alperovich que los habilite.

Protegida y abandonada
La vieja estación ferroviaria de Roca al 600, que está protegida por la ley 7.535 (de Patrimonio Cultural), tiene dos caras: mientras que en el fondo un grupo de personas lava autos, otros han puesto una carpa donde venden sandwiches de milanesa. Todo está húmedo, con barro, y por la mañana el sol no llega a iluminar los rincones donde juegan algunos niños que viven bajo el techo del resquebrajado edificio. Del otro lado, sobre avenida Roca, Miguel Ángel Íñigo termina de armar una mesa de palo blanco y pino, como las que ya tiene a la venta sobre la vereda. Amablemente, invita a los periodistas a ingresar en su casa, que no es más que una de las habitaciones de la ex estación, separada en tres ambientes por toldos plásticos. Allí vive con sus siete hijos, su mujer y otra familia de cinco integrantes. “Nosotros tenemos permiso de un juez para quedarnos aquí hasta que el Instituto de la Vivienda nos otorgue un nuevo lugar para vivir”, afirma Íñigo mientras muestra unos papeles. Le preocupa dejar en claro que ellos no son delincuentes, como opinan algunos vecinos; que son trabajadores y que desean tener un futuro mejor, pero que hasta ahora no les llegó la oportunidad.

En la última cuadra de Roca al 500, donde se erige la escuela Luis Braille, no hay conflicto, ni vendedores, ni ocupas. Sólo basura. Hasta en el hueco de un árbol o en algunos rincones del monumento a los 30.000 desaparecidos durante la última dictadura militar.

Así concluye el paseo por las tres manzanas de donde alguna vez se veían partir las locomotoras que tiraban vagones. Hoy el movimiento es más incesante para algunos, como los vendedores y los manteros; pero para otros el cambio que esperan aún no ha llegado a la estación.

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