Por Carlos Páez de la Torre H
28 Julio 2014
“LOS LAURELES DE LA PATRIA”. Portada del folleto de poesías patrióticas que Miguel J. Luna editó en 1899. la gaceta / archivo
Días pasados, Sara Peña de Bascary detectó, en el curso de sus investigaciones, un nada conocido folleto cuya copia me hizo llegar con toda gentileza. Estampado en Tucumán, en 1899, en la Imprenta y Encuadernación “La Argentina”, lleva un largo título: “Los laureles de la Patria/ a los/ guerreros de la Independencia/ Al teniente general/ Julio A. Roca/ Poesías originales/ de/ Miguel J. Luna/ 9 de julio de 1899”.
Sus 30 páginas de pulcra tipografía contienen cinco composiciones. Se titulan “El sol de Mayo”; “9 de julio de 1816-1899”, que es el más extenso; “Al Himno Nacional”; “24 de Setiembre” y “A los Andes”.
Miguel Jerónimo Luna tiene un sitio en nuestra historia cultural y merece un recuerdo. Nació en Tucumán en 1857, hijo de Benjamín Luna y de Candelaria Zelarayán, y formó con Bonaria Gramajo de la Rosa un hogar del que nacieron siete hijos. Sus poesías, todas de exaltación patriótica, se publicaban en diarios y revistas. En 1888 presidió la comisión que gestionaba local propio para la Sociedad Sarmiento. También presidió la comisión de homenaje al ex gobernador Juan Posse, que editó la “Corona fúnebre” de don Juan, en 1905.
Tenía una cigarrería en calle Laprida, frente a la plaza Independencia, narraba Ernesto Padilla en sus recuerdos de niño. Y Juan B. Terán cuenta que, en su adolescencia, concurría al “salón literario” que animaba Luna, en calle Congreso primera cuadra, a donde trasladó su negocio. Explotaba asimismo un campo, en la zona de Río Nío. En sus últimos años, actuó en el sector “verista” de la UCR. Hombre popular, querido y respetado, Luna murió en Tucumán el 25 de noviembre de 1929.
Sus 30 páginas de pulcra tipografía contienen cinco composiciones. Se titulan “El sol de Mayo”; “9 de julio de 1816-1899”, que es el más extenso; “Al Himno Nacional”; “24 de Setiembre” y “A los Andes”.
Miguel Jerónimo Luna tiene un sitio en nuestra historia cultural y merece un recuerdo. Nació en Tucumán en 1857, hijo de Benjamín Luna y de Candelaria Zelarayán, y formó con Bonaria Gramajo de la Rosa un hogar del que nacieron siete hijos. Sus poesías, todas de exaltación patriótica, se publicaban en diarios y revistas. En 1888 presidió la comisión que gestionaba local propio para la Sociedad Sarmiento. También presidió la comisión de homenaje al ex gobernador Juan Posse, que editó la “Corona fúnebre” de don Juan, en 1905.
Tenía una cigarrería en calle Laprida, frente a la plaza Independencia, narraba Ernesto Padilla en sus recuerdos de niño. Y Juan B. Terán cuenta que, en su adolescencia, concurría al “salón literario” que animaba Luna, en calle Congreso primera cuadra, a donde trasladó su negocio. Explotaba asimismo un campo, en la zona de Río Nío. En sus últimos años, actuó en el sector “verista” de la UCR. Hombre popular, querido y respetado, Luna murió en Tucumán el 25 de noviembre de 1929.
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