Había una vez Brasil
Pobre fútbol de Brasil. El 7-1 de Alemania parecía que era el fondo. “La peor catástrofe del fútbol brasileño en 100 años de historia”, coincidieron los especialistas. Ex jugadores y periodistas respetados y de trayectoria, coincidieron en que la derrota debía ser aprovechada para barajar y dar de nuevo. Para que marcara un antes y un después en el fútbol de Brasil. Se evaluó inclusive si debía ficharse a un entrenador extranjero. El diario “Lance!” contó que en 2012 Pep Guardiola hizo saber que podía evaluar abandonar su año sabático en Estados Unidos. Pero la negociación secreta se cerró cuando José María Marín, presidente de 83 años de la Confederación Brasileña (CBF) dijo que no era viable un DT extranjero.

El nombre de Guardiola reapareció en estos días posteriores al 7-1 del Mundial. Se agregaron los de José Mourinho, Marcelo Bielsa y el propio Alejandro Sabella. Y circularon por supuesto candidatos brasileños, una lista liderada por Tité, de gran campaña con Corinthians. Pero la CBF volvió para atrás. Designó al DT más inesperado. A Dunga, el mismo técnico que había despedido tras la caída 2-1 ante Holanda en cuartos de final de Sudáfrica 2010.

“¿Por qué Dunga?”, se preguntó, azorado, Tostao, el ex campeón de México 70, acaso el analista más serio hoy en el fútbol de Brasil. “Acostumbro a intentar comprender las razones de los actos humanos, aún cuando resulten absurdos, ridículos, pero la elección de Dunga me dejó perplejo, sorprendido. No entendí nada”, siguió Tostao su columna en el diario “Folha”. “El exterminador del futuro”, tituló a su vez Juca Kfouri. Dijo que “ni Guardiola” salvaría hoy a la selección de Brasil bajo la conducción actual de la CBF. Y admitió que las estadísticas favorecían al nuevo DT, pero recordó que jamás Brasil jugó un fútbol agradable con Dunga, a quien acusó de haber formado “un grupo cerrado, religioso y malhumorado”. Kfouri criticó a Dunga “por negar lo evidente”.

Lo evidente eran documentos publicados en ESPN por el colega Lucio de Castro que muestran que el DT fue agente de jugadores. De Castro publicó documentos de 2004 que demostraban que el DT había recibido dinero por la trasferencia de Ederson a Francia. Son 407.000 reales pagados de comisión por el club Internacional de Porto Alegre, con recibo firmado por el propio Dunga, como titular de la empresa “Dunga Empreendimentos, Promoções e Marketing ltda”. La operación incluye a Antonio Caliendo, un conocido agente años atrás en el fútbol argentino y asociado luego con Dunga en la gestión del club inglés Queens Park Rangers. Dunga no era DT en 2004, lo defienden sus amigos. Pero la propia CBF sumó leña al fuego al designar como nuevo coordinador de selecciones al ex arquero Gilmar Rinaldi, agente de jugadores hasta antes del anuncio. Cualquier convocatoria polémica, avisan muchos, estará ahora inevitablemente bajo sospecha de negocio.

Juicio por evasión
El diario “Folha” publicó luego un juicio por una evasión de casi 450.000 dólares que la AFIP brasileña inició contra Dunga, por un dinero que él mismo, según afirma, prestó al club japonés Jubilo Iwata, que lo contrató como jugador dos décadas atrás.

Dunga, de 50 años, acusado también de desviar dinero a una offshore de Uruguay, envió una respuesta de 32 páginas a “Folha”. En agosto deberá responder también ante la Policía civil de Río de Janeiro. El investigador Fabio Barucke quiere saber qué habló las tres veces que, según consta en la causa, se reunió con el franco-argelino Mohamadou Lamine Fofana, en cárcel, acusado de liderar la banda de revendedores de entradas a los partidos mundialistas y que fue arrestada en pleno torneo.

Dunga fue visto dos veces con Fofana en el hotel Radisson, en Barra da Tijuca, y otra en una fiesta en Palaphita da Lagoa.

Fofana tenía fácil acceso a la CBF y a la Granja Comary, donde concentra la selección de Brasil. Cuantos más datos van apareciendo más claros los nexos, y no precisamente deportivos, de Dunga con la CBF. No fue casual que, en sus tiempos de jugador, Dunga fuera el elegido por Ricardo Teixeira, entonces presidente de la CBF, para liderar una selección que alejara a jugadores díscolos, porque habían exigido hablar de dinero en pleno Mundial de Italia 90.

Eran tiempos de la llamada “Era Dunga”, cuando el Brasil del DT Sebastiao Lazaroni, un admirador del catenaccio, caía 1-0 ante Argentina en octavos de final de Italia 90. Dunga sobrevivió a la limpieza, asumió la cinta de capitán y levantó la Copa en el Mundial siguiente, Estados Unidos 1994.

Fue una imagen inolvidable, porque significó el primer título después de 24 años. Y también porque Dunga, mientras levantaba el trofeo, se lo enrostraba a los periodistas gritándoles “traidores hijos de puta”.

Esa generación del tetracampeonato mundial pasó a ser la favorita de la CBF. Al menos 22 de sus jugadores trabajaron directa o indirectamente con ella, varios de ellos en los últimos tiempos, en tareas de promoción de la Copa de 2014. Dunga, además de Gilmar Rinaldi, suma ahora a Taffarel (atajó los penales en la final del 94 ante Italia) como preparador de arqueros. Y al volante Mauro Silva como asistente. En su gestión anterior, el asistente era el lateral Jorginho. Esa gestión careció de buen juego pero significó las conquistas de la Copa América y la Copa Confederaciones. Cesó tras la caída en Sudáfrica. Luego se fue también Teixeira, el presidente CBF que soñaba con asumir como nuevo patrón de la FIFA, pero que terminó refugiado en Miami acusado de graves acusaciones de corrupción.

En su lugar asumió el vice Marín, de 83 años, ex diputado amigo de la dictadura militar. En abril próximo será reemplazado por su vice, Marco Polo del Nero. La presidenta Dilma Rousseff nunca quiso dialogar con estas conducciones de la CBF. Su interlocutor es Bom Senso, una agrupación creada por jugadores cansados de tanto caos.

Nada de sentido común
Bom Senso quiere decir Sentido Común. Cuentan que Dilma quedó horrorizada cuando los jugadores le contaron detalles de los desastres de organización en las canchas de Brasil, desde impagos hasta puertas abiertas a fanáticos que golpean a jugadores que reclaman. Jugadores que están lejos del “target” David Luiz, el subcapitán de la selección elevado a categoría de héroe en la primera parte del Mundial. “Lo describieron como una mezcla de ángel y artista pop, con ese discurso preocupado por la felicidad de todos. Se lo creyó y quiso jugar de zaguero, armador y atacante. Sus actuaciones contra Alemania y Holanda fueron pésimas”, lo liquidó Tostao. David Luiz, a los 27 años, símbolo también de una campaña de religiosos evangélicos que proponen llegar virgen al matrimonio, se arrodilló para rezar apenas sonó el silbato final que decretó el 7-1 alemán. Como si la debacle hubiese sido decisión divina. Noé se si eran mejores o peores. Pero los capitanes de antes sí eran distintos. Y la selección no era un banco de negocios.

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