En familia tiene otro sabor

En familia tiene otro sabor

Los hermanos hacen de los viajes para correr en cuatriciclo una experiencia

EN EQUIPO. Aunque Franco y Gastón se llevan cinco años, disfrutan de igual modo esta disciplina deportiva. EN EQUIPO. Aunque Franco y Gastón se llevan cinco años, disfrutan de igual modo esta disciplina deportiva.
24 Julio 2014
Una costumbre entre quienes practican deportes mecánicos es convertir a la experiencia en una cuestión familiar. Sucede en el automovilismo, en el motocross, en el enduro. En los últimos tiempos, el cuatriciclo se sumó también a esta vida de nómades, al menos un fin de semana por mes.

Franco tiene 19 años y Gastón 14. Esa diferencia de edad apenas si se nota entre los Luque. Algo similar ocurre cuando salen a una pista a acelerar sus cuatriciclos. Los dos se mueven como pez en el agua en una disciplina que creció mucho. Frescos en sus ideas, no se guardan nada al momento de hablar (con críticas incluidas) del otro. Pero se respetan, se ayudan, son un equipo. Nada menos.

“Esto de convertirnos en pilotos comenzó de pequeños. Mi primer cuatriciclo fue de 50cc. De tan chiquito que era lo cargábamos en el baúl de un auto”, contó Gastón sobre los primeros tiempos a puros trompos y saltos. Y remata: “con el tiempo, compramos uno más grande, pero hasta allí nunca habíamos ido de un circuito, ni siquiera a probar. Cuando lo hicimos, fue más que nada como un hobby, para pasar el día. Y vistiendo ropa de calle. Mi primera caída fue en una curva y terminé ¡arriba de un hormiguero! En 2010 estábamos en Tafí del Valle y algunos amigos insistieron en que corra. Finalmente lo hice. Y ya no paré”.

“Yo aparezco en escena cuando mi hermano recibió un ‘cuatri’ de mayor cilindrada. Entonces el 350cc que dejó vino a mis manos. Debuté en La Cocha, por el Tucumano; el deporte me atrapó”, sugiere Gastón.

Los hermanos dejan aflorar sus sensaciones sobre lo que hacen. “La adrenalina que se libera en el cuerpo fue lo que más me atrapó” dice Gastón. “Haciendo otros deportes no sentía la felicidad de cuando acelero”, cuenta Franco.

Y entonces aflora el tema de las experiencias familiares, aclarando que a las carreras sólo van ellos y el papá, Eduardo. “Recuerdo una vez que mamá nos fue a ver en Las Talitas y no la pasó nada bien. Eso, más la necesidad de llevar muchas cosas de competición, nos obliga a dejarla a ella y a mis dos hermanas en casa. Además, no es cómodo soportar el frío, el viento, el calor, la tierra, habituales en las zonas donde se corre; tampoco comer donde sea, que no haya baños adecuados. No cualquiera aguanta eso”, asegura Franco.

Ambos coinciden en que, para estar al tono con la exigencia, lo mejor es andar lo más posible sobre el cuatriciclo. Pero que importa, y mucho, asistir al gimnasio. Y también llevar una buena dieta. “Milanesas, hamburguesas y gaseosas, casi nada. Y cuando vamos a reuniones de amigos no nos dejamos tentar”, afirman.

Franco no sólo hace deportes: le ayuda a su papá en la empresa familiar y estudia en la Unsta. “Mucho tiempo libre no me queda, así que en esos momentos trato de disfrutar con la familia”, apunta. “Es algo que no cambiamos por nada”, confirma Gastón.

¿Planes? El más chico asegura que salir campeones del Cordobés es prioridad. “Es casi un Argentino. Y si pudiéramos seguir creciendo, estaría bueno ir a correr a otro nivel, quizás en EE.UU.”, larga. “A mí me gustaría probar en Le Touquet, la prueba de playa en Villa Gesell. Y hacer motocross. El Dakar no me llama la atención, pero a mi hermano sí”, asegura.

En el final, el reconocimiento al rol del papá en el equipo. “Es clave: nos alienta, nos guía, incluso nos reta. ¡Y todo lo que nos dice es justo!”, exclama Franco.

Los Luque son un equipo familiar de tres que persigue metas. Las mismas que tienen aquellos que reconocen su cuna tucumana: poner garra, mantener la pasión y dejar bien parada a la provincia.

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