Los peligros de conducir en estado alcoholizado

Los peligros de conducir en estado alcoholizado

22 Julio 2014
La parte que excede y pasa más allá de la medida o regla; la cosa que sale en cualquier línea de los límites de lo ordinario o de lo lícito es lo que con frecuencia a una persona le cuesta controlar. Beber vino, cerveza o cualquier bebida alcohólica no es pernicioso en sí mismo, lo peligroso es el exceso, a cual se suma la irresponsabilidad, cuando se tiene que conducir luego un vehículo. Cuando ambos se dan la mano, se puede desencadenar un accidente. La vocación transgresora de los tucumanos se refleja en tratar de eludir las normas vigentes, pensando que nadie nos verá o nos controlará.

El domingo, un tucumano joven perdió su vida cuando, a las 17.30, intentó eludir el control de alcoholemia ubicado en la entrada de El Cadillal, de acuerdo con la denuncia que efectuó un funcionario de la Dirección General de Transporte. El alcoholímetro indicó que tenía 0.97 gramos de alcohol por litro de sangre. Cuando le dijeron que debía descender del vehículo, aceleró, a los pocos metros perdió el control, se estrelló contra un poste, y murió en el acto.

El 11 de mayo de 2007, en un intento por reducir el elevado índice de accidentes automovilísticos -muchos de ellos mortales-, la Provincia lanzó los controles de alcoholemia. En ese momento, las cifras señalaban que en Tucumán, el 70% de los accidentes de tránsito que provocaron víctimas mortales habían sido producidos por conductores alcoholizados.

Como se sabe, el alcohol deprime los ritmos respiratorio y cardíaco, así como los mecanismos de control en el cerebro. Entre los efectos, pueden mencionarse el deterioro de la habilidad para conducir y realizar tareas complejas; reducción de las inhibiciones, lo cual puede conducir a comportamientos vergonzosos; reducción del período de atención; deterioro de la memoria a corto plazo; deterioro de la coordinación motora; tiempo de reacción prolongado y proceso de pensamiento más lento. Afecta la percepción sensorial (vista y oído), modificando el comportamiento del individuo que muchas veces se traduce en una falsa sensación de seguridad y una toma de mayor riesgo.

La ley nacional de tránsito prescribe que el límite de alcohol en sangre tolerable para los conductores de autos es de 0,5 gr/litro, para motociclistas de 0,2 y para conductores de colectivos y camiones, cero.

La estadística indica que en nuestro país murieron 112.276 personas en los últimos quince años en accidentes de tránsito, lo cual representa un promedio de 21 víctimas mortales por día, según la asociación civil “Luchemos por la vida”. Una de las principales causas es el consumo de alcohol por parte de los conductores.

Si bien los controles de alcoholemia son importantes, no bastan por sí solos para corregir esta vocación transgresora. La sanción debe ir de la mano de la educación para ser efectiva. Por ejemplo, el castigo económico podría ir acompañado de visitas diarias por parte del infractor a hospitales, donde se encuentren internadas víctimas del alcohol, y que al cabo de unas semanas deba presentar un informe sobre la experiencia vivida. La educación vial debería formar parte de los planes de estudios.

Conducir un vehículo es una gran responsabilidad, aquel que lo haga alcoholizado está poniendo en juego no solo la vida de los demás, sino también la propia. Convendría que lo recordáramos siempre antes de subirnos a un auto.

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