Los riesgos del lenguaje “neutro”

Los riesgos del lenguaje “neutro”

Es el que van adoptando los chicos, influido por los videos de You Tube, los juegos en red y las series de dibujos animados. Hablan como Mickey Mouse, Lisa Simpson, Tiana, Ben 10 o el Rey León. Estas tendencias no son inocuas. “La caída del lenguaje precede a la caída de todas las estructuras de una sociedad”, afirma Abel Posse.

INFLUENCIA. Muchas madres -repara Diaconú- notan que sus hijas hablan como Lisa Simpson.  INFLUENCIA. Muchas madres -repara Diaconú- notan que sus hijas hablan como Lisa Simpson.
20 Julio 2014
Si el lenguaje es irregular,

hay el riesgo de que el universo

se encuentre en desequilibrio.


Confucio

¿Qué es lo neutro? Según el Diccionario de la Real Academia Española, “lo que no es ni de uno ni de otro; que no se inclina a un lado ni a otro”.

Así se denomina –neutro- el lenguaje que los chicos van adoptando hoy, inspirado e influido por los videos de You Tube, los distintos juegos en red y, por supuesto, el doblaje de las películas y series de dibujos animados. Es el castellano así llamado neutro o internacional, que también se puede oír en las diversas telenovelas latinoamericanas que pueblan la pantalla chica, con ese idioma, estilo caribeño, que poco tiene que ver con el nuestro, el que se habla en el Río de la Plata.

Eliminándose la identificación territorial, y siguiendo una dinámica propia de la globalización, el castellano neutro sería la lengua típica de los medios de comunicación, para hacerse comprender por todos los hispanoparlantes del mundo.

Decir “neutro” es decir ni de aquí, ni de allá, de ningún sitio, algo “ni” (ni “sí” ni “no”), cuyo pronombre no es ni “el”, ni “la”, sino “lo”.

En ese lenguaje neutro y “mexicanizado”, se platica, se comen pasteles, piñas, fresas, plátanos, albaricoques y cacahuetes, se abre la nevera o el refrigerador, los niños se columpian o juegan con cometas, se manejan y se aparcan carros y, cuando el tiempo está fresco, se usan chamarras.

Así como el léxico de los jóvenes y de los adultos se ha visto colonizado por el inglés, como consecuencia de la computación y de la cada vez mayor presencia de la tecnología sofisticada en la vida diaria, así también el habla de los niños se ve colonizada constantemente por la invasión del idioma de la televisión y de los juegos electrónicos, donde ellos pasan muchas más horas que en el ámbito de las escuelas .

“Si los niños son expuestos frecuentemente a varios lenguajes durante su período de formación, normalmente son capaces de demostrar habilidades multilenguajes”, manifiesta Noam Chomsky en su Teoría de la Gramática Universal. Chomsky nos dice, además, que en el cerebro infantil hay un “dispositivo de adquisición del lenguaje”, que es el que seguramente absorbe –como una esponja- las voces de la televisión y de otros medios, donde las palabras suelen ser otras que las que oye en el habla argentino de todos los días.

Bastardización
Podemos decir que, en general, hay una decadencia y una bastardización evidentes en el uso de nuestro idioma. El crítico peruano Julio Ortega, estudioso de Borges, quien visitara recientemente nuestro país y asistiera a la Feria del Libro, decía: “El lenguaje nuevo de la literatura refuta el lenguaje traumático que domina a la lengua coloquial. Esta última, debería llevar la temperatura del habla cotidiana y está hecha de lugares comunes, prejuicios y violencia”. Luego, aseveraba que en el español, más que en ninguna otra lengua, estas “pestes del lenguaje han tomado el habla, han impregnado lo cotidiano”.

No llama la atención escuchar a jóvenes madres, quejándose de que su hijo o su hija -en la edad del jardín de infantes- hablen como Mickey Mouse, Lisa Simpson, Tiana, Ben 10 o el Rey León.

Recuerdo que siempre me incomodó la lectura de libros traducidos al castellano ibérico, donde se emplea un léxico ajeno a nuestra idiosincrasia y a los usos lingüísticos de estas latitudes.

En esos libros, las mujeres usan faldas (en vez de polleras), bragas (en vez de bombachas), lentes (en vez de anteojos). Los hombres, calcetines (en vez de medias), no hay valijas sino maletas, y la gente arroja (en vez de tirar), coge (en vez de asir), hace fila (en vez de cola), come emparedados (en vez de sándwiches) y así, sucesivamente.

Todos estos términos y modismos llevan a cambios radicales en la manera de utilizar el habla y la escritura. Volviendo al supuesto “español internacional”, el neutro de los niños se sumaría así a una bastardización de nuestro bello castellano del Río de la Plata y uno espera que todo esto no sea más que una moda o una etapa (pasajera) que el futuro cercano borrará, aunque –en realidad- no hay indicio alguno para que así ocurra.

Claro que, además, los problemas vienen de antes, de la mala –y cada vez peor- manera de hablar de los propios adultos y, como decía Jacques Lacan en su ensayo Acerca de la causalidad psíquica, referido a la locura, nos encontramos con “esos híbridos del vocabulario, ese cáncer verbal del neologismo, ese enviscamiento de la sintaxis, esa duplicidad de la enunciación, todo aquello por lo cual el alienado se comunica con nosotros a través de la palabra hablada o de la pluma”. ¿No son atribuibles, acaso, estas mismas opiniones, a la lengua común que hoy en día suele oírse y leerse casi en todas partes?

Consultado sobre el lenguaje neutro de los niños y de muchos jóvenes en la actualidad, Abel Posse (escritor y diplomático quien, además de todos sus títulos, lauros y talentos, es Miembro de la Academia Argentina de Letras y de la Academia Nacional de Educación) nos dice: “La caída del lenguaje precede a la caída de todas las estructuras de una sociedad. Como decía De Gaulle, ‘un país es su idioma’. Hay una quiebra evidente en nuestra sociedad, donde se pueden distinguir ahora dos vertientes: una subcultura y una vieja cultura, la de unos pocos. La caída que se advierte en nuestro idioma es, por lo tanto, la caída de nuestra sociedad. Tristísimo”.

Creemos que los que enseñan a hablar, enseñan a pensar. Es responsabilidad de los educadores y de las autoridades en materia cultural devolverle a la palabra y, a las ideas, su genuino valor.

En el año 1928, Borges publicaba El idioma de los argentinos, donde manifestaba lo siguiente: “Dos deliberaciones opuestas, la seudo plebeya y la seudo hispánica, dirigen la escritura de ahora. El que no se aguaranga para escribir y se hace el peón de estancia o el matero o el valentón, trata de españolarse o asume un español gaseoso, abstraído, internacional, sin posibilidad de patria ninguna”.

El “neutro” no es de aquí, ni es de allá (como diría la canción de Facundo Cabral). Borges creía y, con toda razón, que la argentinidad debía ser una vocación reflejada, en primer término, en el idioma.

© LA GACETA

Alina Diaconú - Escritora y columnista de diversos  medios. Sus libros más recientes son Avatar (Ediciones B) y Buda ( Aguilar).

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios