Auriculares y música fuerte, enemigos del oído

Los jóvenes de hoy, en su mayoría, viven con los auriculares porque escuchan música hasta cuando estudian o trabajan. Y sin darse cuenta, quizás, lo hacen a un volumen más alto del necesario, ya sea porque les gusta oír música fuerte o para anular el ruido molesto de fondo. Ni hablar cuando van a los boliches o escuchan en su casa música electrónica a todo volumen...

“Actualmente vivimos inmersos en un mundo de por sí muy ruidoso. Para peor, los jóvenes caminan, se acuestan y se levantan con los auriculares puestos escuchando música a veces estruendosa, con sonidos metálicos, repetitivos y agudos muy altos. Y hasta conversan sin quitarse los auriculares: es decir que escuchan música y dialogan... ¡No tienen idea del daño que les están causando a sus oídos!”, advirtió el otorrinolaringólogo doctor Victorio Stok.

El especialista explicó que el problema acústico que tiene la gente mayor se debe en gran medida a que trabajaron en ambientes ruidosos. Pero ahora, esos problemas los están viendo en chicos de más de 18 años -y algunos de menos edad-. “Y no sólo viven con auriculares escuchando música, también se pasean en autos con tunning (les ponen equipos que parecen boliches ambulantes). Por todo estos factores llegan a consulta con la aparición de acúfenos (sonido similar al de un caracol puesto al oído, al mar o al de un grillo). Lo mismo les pasa a los que trabajan en los call center: de 10 pacientes que vemos, seis tienen lesiones en el oído”, detalló Stok.

Una explosión, por ejemplo, produce un daño irreversible en las células ciliadas del oído interno. Quizás por ser joven al acúfeno no lo perciba tanto, pero la lesión está. Con el correr de los años se volverá a manifestar. El daño y el grado dependerá de la labilidad coclear de cada persona, detalló el médico.

Cuando las personas se aíslan de los ambientes ruidosos y dejan los auriculares mejoran los síntomas del trauma acústico y se enlentece su progresión. Además, hay drogas que ayudan a atenuar el ruido. “Pero ningún médico garantiza que el acúfeno pueda desaparecer. Las células internas envejecen al mismo ritmo que las externas, y si le causamos daños, la situación se acelera y se agrava”, remató Stok.