El dolor de no haber sido

El dolor de no haber sido

Los jugadores fueron un lógico canto a la tristeza; también al orgullo por haber dado todo

ESTA VEZ NO PUDO. Gonzalo Higuaín perdió un gol, gritó otro que no fue y sufrió el rigor del topetazo del arquero Neuer. reuters ESTA VEZ NO PUDO. Gonzalo Higuaín perdió un gol, gritó otro que no fue y sufrió el rigor del topetazo del arquero Neuer. reuters
“Nos vamos con la frente alta, pero sin una sonrisa en la cara”. La frase de “Chiquito” Romero describe a la perfección a esa caravana de la derrota, esa columna de jugadores que dejó el vestuario para subirse apurada a un micro que los alejaría del Maracaná, a la postre un mal recuerdo.

Casi todos se retiraron en silencio, desatendiendo los llamados de algunos periodistas. La mayoría simplemente los observó alejarse por el laberinto de la “zona mixta”, como cuando uno se queda sin palabras ante el dolor ajeno, y también el propio.

Entre los primeros que desandaron ese camino intrincado de no tener respuestas ante un hecho consumado se contaba “Pipita” Higuaín. Su rostro exhibía todavía las secuelas de un llanto reciente y de una bronca duradera, quizá desde aquel gol que se perdió, o de aquel otro que gritó pero fue (bien) anulado, o el topetazo del arquero Neuer que reclamó como penal. Quizá también el cambio dispuesto por Sabella que lo dejó sin eventual revancha.

Detrás de él aparecen Lavezzi, “Maxi”, Garay, Palacio, Biglia… El lenguaje de sus cuerpos emite el mismo mensaje -frustración, desconcierto- que cuando todavía estaban en el campo de juego invitados a una fiesta ajena, antes de subir al palco y colgarse una medalla no deseada. Cuando el italiano Rizzoli dijo basta, no hubo prácticamente escenas de llantos dramáticos ni hombres desparramos por el piso. Alguien consoló a Agüero, uno de los más afectados. Y Lavezzi lo fue a buscar a Messi para ayudarlo a ponerse de pie, cuando el rosarino se sentó en el piso, con la pose de un niño triste. A esa tristeza, y a la nimiedad del Balón de Oro mundialista recibido, aludiría más tarde Messi, uno de los pocos que se paró a hablar con la prensa tras la derrota. El capitán formal de la selección subcampeona del mundo salió del vestuario apenas dos minutos antes que Mascherano, el capitán real. Y el “Jefecito” dijo lo suyo, como siempre, con una cabeza bien pensante.

“En un país donde a la gente le cuesta mucho creer, nosotros hemos hecho creer en el equipo. Los hemos representado a los argentinos como teníamos que hacerlo y me quedo con esa tranquilidad, es una opinión personal, habrá gente que opine lo contrario”, apuntó el central del Barça. Y después agregó, con sentido común: “no soy de los que piensa que perdiendo una final está todo mal. Analizo las cosas desde otro lugar, pero obviamente la ilusión era volver a llevar la Copa a Argentina”. Y por si faltaba algo más, completó: “en un fútbol argentino en el que año tras año vemos que van empeorado las cosas, ojalá que esto sirva como un envión para que esas cosas se solucionen”.

También Agüero dio la cara. Con más simpleza pero igual sentimiento. “Fue muy triste para todos y no queda otra que levantar la cabeza y mirar para adelante”, expresó. Y como para convencerse a sí mismo de algo que en principio cuesta mucho aceptar, agregó: “hicimos lo posible para llevarnos la Copa, creo que tuvimos posibilidades, pero hay que seguir para adelante”.

Todos quienes hablaron se refirieron a esas chances que de haberse concretado seguramente hubieran cambiado la historia y las caras del final. Las desperdiciadas por los de adelante, por Higuaín, Agüero, Messi, Palacio… “Es difícil analizar las jugadas que tuvo Argentina, sería muy cruel; me quedo con lo que decía hace dos días, el deseo de que el equipo estuviera a la altura y mis compañeros me dieron la alegría de jugar una final de igual a igual contra Alemania”, clarificó Mascherano.

Con quien se embarró la cancha fue con Zabaleta, que se retiró hacia el micro gritándole a un periodista “vos sos un desubicado, eso sos”. La cuestión que disparó su iracundia tuvo que ver con una supuesta imagen televisiva en la que se vería al lateral de Manchester City diciéndole a Sabella “fallé yo”. Ante la pregunta de un colega sobre si se sentía culpable del gol -por su sector llegó el desborde y centro de Schürrle, antes de la definición de Götze-, Zabaleta, sorprendido y molesto, le respondió: “Primero no sé qué viste, pero antes de hablar fijate bien”, y se fue con la bronca y el dolor a cuestas.

Y ya no quedó nadie del plantel albiceleste en el Maracaná, el mismo estadio que le había sonreído en el debut ante Bosnia Herzegovina y al que habían deseado tanto poder regresar el domingo 13 de julio. Porque en medio de la espera por los jugadores, también habían hecho su propia fila india los integrantes del cuerpo técnico, con Julián Camino. El ayudante de campo, un metro por delante de Sabella, lanzó al aire “hoy no hablamos con nadie”. Unos pasos más atrás, también se fue sin hacer declaraciones Bilardo, alguien así como el “tío de la criatura”.

La final perdida ya quedó, debe quedar atrás. La vida continúa y la pelota sigue rodando, son un par de lugares comunes que sirven para dar vuelta la página. Acerca de ello, Mascherano dejó su opinión sobre la continuidad o no de “Pachorra” y hasta sembró un manto de dudas sobre su propio futuro con la celeste y blanca.

“Es una decisión de él, tampoco sabemos quién seguirá de nosotros. Es muy repentino, muy doloroso ahora pensar en eso, tenemos que tratar esta noche de pasar la noche como sea, porque va a ser muy difícil dormir”, reconoció el caudillo ex River.

Y por un tiempo, seguramente, resonarán en las entrañas del Maracaná sus palabras, compartidas por millones de argentinos. “Yo sentí que hoy era el día, pero no fue. Va a ser difícil encontrar en algún otro campeonato que se vuelva a dar todo como se dio hasta ahora”. Mascherano dixit, antes de volver a casa.

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