Los puesteros ganan por goleada

Los puesteros ganan por goleada

Fuera del centro, vedado para los ambulantes, los vendedores se entusiasman con el comercio de camisetas y cotillón

UNA DIOSA. Érika Lobo siempre se instala en la rotonda del parque 9 de Julio. UNA DIOSA. Érika Lobo siempre se instala en la rotonda del parque 9 de Julio.
Ella, de calzas largas y una ajustadísima camiseta celeste y blanco, juega su propio partido del Mundial todos los días. Parada en la esquina suroeste del parque 9 de Julio, Erika Lobo, de 26 años, vende camisetas, banderas, bufandas y gorros. Por eso, cada vez que la Argentina vence a un rival, para esta joven, el triunfo es por goleada. “El hincha tucumano es un poco desconfiado. Generalmente, espera y, si el equipo gana, se entusiasma y sale a comprar cotillón y a festejar”, cuenta.

Ayer, temprano, Erika había decidido bajar los precios a todos sus productos, exhibidos en largos cordeles. Cualquiera que se llevara dos cosas, además, tenía una oferta especial. “Nuestro trabajo se juega partido a partido. Si Argentina quedara fuera del Mundial Brasil 2014, nos clavamos con la mercadería que no se vendió”, detalla la joven venderora.

Están en todos los semáforos. En algunas avenidas, como en la Mate de Luna, hay uno por cuadra. Soplan las vuvuzelas hasta aturdir. Mueven enérgicamente los banderines. Golpean las ventanillas de los autos ofreciendo pinturitas para la cara. Ellos, los vendedores informales, invaden la ciudad 48 horas antes que juegue la albiceleste.

Desde que el microcentro quedó vedado para los ambulantes, ahora se rebuscan la vida fuera de las cuatro avenidas. Otros, la mayoría, son ya clásicos vendedores de semáforos y otros puntos estratégicos que traen mercadería según la ocasión.

El partido de estos comerciantes callejeros se juega sin árbitro: hasta ahora, desde que comenzó la fiebre mundialista (hace menos de un mes) no pasó ningún escuadrón de inspectores para controlar la venta informal, según reconocieron.

Se definen como los hinchas más sufridos de la Selección. Porque no pueden abandonar sus puestos de venta para ver los partidos. Algunos los siguen por radio. Pero sufren mucho, admiten. Mastican los minutos con tortillas y pan, chicles, caramelos y cualquier cosa que encuentren a mano. Cada tanto, se cruzan a algún bar para ver cómo está el marcador en los televisores.

El pase a semifinales de Argentina los entusiasma. Hace 24 años que la selección nacional no llega a esta instancia. En términos económicos es mucha la diferencia: el próximo partido es el miércoles. Casualmente es el Día de la Independiencia, que se celebra especialmente en la provincia, y mucha más gente querrá tener algo celeste y blanco a mano, calculan los puesteros. Y hay otro dato: aunque el conjunto albiceleste no gane ese día, ya tiene asegurada su participación en los siete partidos de la Copa.

“En este Mundial hacemos la diferencia”, se anima a pronosticar Enrique Díaz, de 50 años. En un espacio de unos dos metros cuadrados, despliega un gazebo gris todos los días. Está en la platabanda de Belgrano y avenida de Las Américas. Allí expone toda la mercadería: desde camisetas del Mundial de Sudáfrica hasta las actuales, pasando por accesorios para perros, muñequeras y vinchas, alcancías con forma de copa, pinturas para el rostro, remeras, billeteras, relojes y bufandas.

“En los primeros partidos siempre se vende más. Pero cada vez que gana Argentina, la gente explota y sale a comprar algo para alentar al equipo. He notado que los tucumanos están festejando más, están buscando motivos para sonreír después de toda la angustia que se vivió a fines del año pasado. Hasta ahora, este Mundial ha sido un éxito en términos de venta. Incluso, los fabricantes no dan abasto con la demanda de productos y aumentaron algunos precios”, cuenta Enrique. No conoce otro modo de ganarse la vida. Él y su esposa, Claudia, llevan varias “copas” vendiendo artículos.

En la esquina de Alfredo Guzmán y avenida Aconquija, sobre un mesón, Francisco Cocha, de 32 años, expone una gran variedad de artículos que él mismo produce: desde casacas y banderas hasta bufandas. “En los últimos días no ha sido buena la venta. Ojalá esto mejore, porque lo que no se venda tendré que donarlo”, dice.

En muchos puestos hay camisetas idénticas a las oficiales. Otros exhiben imitaciones bastantes malas de algunos productos de la AFA. Eso sí, todo vale mucho menos de la mitad que los productos de primera marca.

La gente busca principalmente camisetas, banderas y gorras, detalla Ricardo Juárez, que ha instalado su puesto en la plazoleta Mitre. Todas las casacas que cuelgan de una soga tienen impreso el 10 de Lionel Messi. “Es el único jugador que estará en el próximo Mundial. No te podés arriesgar con otro. Lo que no se vende acá, lo guardás cuatro años, bien doblado y con naftalina, y después lo volvés a sacar”, cuenta.

Rafael Ledesma es vendedor ambulante desde los 6 años. Pone a su oído atento a quien dirige la mirada sobre sus productos, ubicados sobre una manta, frente al parque Avellaneda. Con su buen humor y su optimismo, es capaz de convencer a cualquier hincha sobre la necesidad de ponerse la camiseta. Y así se gana cada día su partido del Mundial.

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